miércoles, 23 de julio de 2008

Escuela de Oración. Semana XIV.


XIV Semana.
Introducción.
En todo el tiempo de seguimiento de Jesús, seguramente hemos experimentado movimientos afectivo-sensibles, como pueden ser la alegría, la tristeza, la esperanza o la desesperanza, luces y sombras, consolación y desolación. Esta experiencia es necesaria, más aún, la inexistencia absoluta y constante de estas mociones podrían reflejar falta de una real experiencia de Dios. Estas mociones diversas tienen su fuente en dos espíritus diametralmente opuestos, concretos y personales, llamados buen y mal espíritu, Dios y el maligno, por decirlo con el lenguaje de la Biblia y de la tradición cristiana.
Distinguir estos espíritus no es cosa fácil, por eso la tradición espiritual nos ofrece reglas de orden eminentemente práctico, que nos ayudarán a conocer como se manifiestan estos espíritus y nos capacitarán a seguir el estilo de Jesús. Esta semana comenzamos con el primer bloque de reglas de discernimiento.
Esto es lo que nos indica el Seminario. Si te detienes se trata de buscar lo que Dios desea en ti, la auténtica felicidad, frente a lo que te aparta de Dios y te conduce a la tristeza. Nos encontramos en un nivel muy profundo de la vida espiritual, pero no por ello debemos ignorarlo, pues en él nos jugamos el ser junior, el vivir la oración que nos identifica y nos lleva a Jesús por el camino que Él nos marca.
En un día os resumo lo que es para una semana. De nuevo, confieso ser éste un tema complejo y difícil, pero necesario. Se trata de buscar el camino que Jesús nos marca y para eso hemos de ser conscientes que va ser muy difícil, vamos a estar tentados a abandonar el movimiento junior. Detrás de este abandono se encuentra una crisis de fe. Dejamos los juniors, no por el grupo ni por el consiliario, sino porque dejamos de creer en Dios y claro, un movimiento que tiene su razón de ser en Dios, es difícil seguir en él. Pero sin Dios el junior no es nada. Cada uno sabe como se encuentra. Lo importante no es que el grano de mostaza haya dado una plantita o esté apenas brotando, lo importante es que cada uno de nosotros tenga ese grano de mostaza.

En presencia de... :
“Al llegar ante el Santísimo, al que se lo debo todo, ante él hago un signo de sumisión, de pobreza, d reconocimiento de su grandeza y de mi pequeñez. Me pongo de rodillas y como aquel que se sabe ante alguien muy importante le agradezco poder estar con él”.
Abre el corazón a la admiración.


Oración preparatoria (La Palabra esperada):
Recita:
Señor, tú me conoces, sabes que te quiero seguir. Pero también sabes que tengo momentos de mucha desolación, de mucho sufrimiento. Ayúdame a reconocerte siempre presente ya que nada ni nadie pueda separarme de tu amor.

El texto (la Palabra escuchada):
Queridos hijos:
Este es el mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.
Hermanos míos, no os dejéis llevar por cualquier espíritu, sino examinar toda inspiración para ver si viene de Dios. La presencia del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquel que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo. De éste habéis oído decir que ha de venir; pues bien, ya está en el mundo.
Vosotros sois de Dios, hijitos míos, y han triunfado de los falsos profetas, porque más grande es el que está en vosotros que el que está en el mundo.
1 Jn 3, 22-4, 6

Composición de lugar (la Palabra comprendida):
Como siempre ocurre con san Juan nos encontramos con un texto de una gtran profundidad. Después de leerlo una vez vuelve a releerlo teniendo presente las siguientes palabras: Jesucristo, nos amemos, cumple sus mandamientos, conocemos, reconoce a Jesucristo.
Y ahora trata de definir desde estos términos lo que es un junior. Eso eres tú. Piensa y reza, teniendo presente a Jesús. El discernimiento de espíritu comienza reconociendo en la persona de Jesús al Hijo de Dios, de allí sigue el buscar la voluntad de Dios expresada en la Biblia y la enseñanza de la Iglesia.
Pero también es verdad que en el interior del junior, como de todo cristiano, hay una lucha entre el buen y el mal espíritu. El primero le lleva a creer en Jesús y amar su enseñanza. El segundo le lleva a no creer en Jesús.

I Reglas de discernimiento.
1.El mal espíritu te hace imaginar y desear el placer, mientras el buen espíritu crea en ti remordimientos.
2.El mal espíritu crea en el corazón desánimo y tristeza, mientras el bueno crea ánimo y fuerzas ante las dificultades propias del seguimiento de Jesús.
3.La consolación consisten sentirnos amados por Dios, llorando por nuestros pecados o por la alegría de descubrir lo que Dios ha hecho por mí, aumentando la esperanza, la fe y la caridad.
4.La desolación llena de oscuridad el alma, siembra en nosotros las tentaciones, la pereza, la tibieza, la tristeza,...
5.En tiempo de desolación nunca hay que decidir nada. Cuando estamos en crisis no debemos cambiar, dejar el junior, la Iglesia, el sacerdocio.
6.En este tiempo debemos luchar haciendo más oración, meditación, examen de conciencia y penitencia.
7.En los momentos de desolación o crisis debemos llamarla por su nombre: la cruz, creer en lo que no es evidente.
8.En este tiempo debe trabajarse la paciencia, creyendo contra toda evidencia que este tiempo pasará. También en los momentos de desolación o crisis Dios nos habla.
9.Tres son las causas: nuestra pereza y tibieza; la prueba del amor gratuito y la purificación de nuestras vanidades y soberbias. Así las crisis nos sitúan ante la verdad de nuestra vida, nuestra insuficiencia y mediocridad, la necesidad que tenemos de Dios.
10.En tiempo de consolación hemos de tomar nuevas fuerzas, pues a ella le seguirá la desolación. Nuestra relación con Dios como en el amor está marcada por momentos de gozo y tristeza, de entusiasmo y apatía, de calor y frialdad ante el Ser Amado. Las crisis forman parte de toda relación humana de amistad, fraternidad, paternidad, amor,...
11.Los momentos de felicidad nos han de llevar a darle gracias a Dios.
12.El mal espíritu triunfa en los cobardes.
13.El mal espíritu intenta que todo se lleve en secreto, que no se comparta. Por eso el mejor remedio contra las crisis es buscar un sacerdote, confesor o director espiritual, un educador mayor y con experiencia o alguien de fe y de absoluta confianza para contarle lo que nos ocurre. Solos somos derrotados, por eso es tan importante el comunicar a alguien, aunque nos cueste, que estamos pasando por un mal momento.
14.Es muy importante conocer nuestros puntos flacos, nuestras debilidades y problemas, para así protegernos.

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