jueves, 25 de febrero de 2010

Nº 32. 28 de Febrero de 2010. II Domingo de Cuaresma.

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo:— «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.»Y añadió:— «Así será tu descendencia.»Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber.El Señor le dijo:— «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.»Él replicó:— «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?»Respondió el Señor:— «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba.Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos:— «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eufrates.»Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
El capítulo 15 de libro del Génesis nos presenta dos escenas: la primera precede al texto que hoy proclamamos, en ella Abraham tiene una visión nocturna dentro de la tienda, en la cual Dios le promete una tierra y una descendencia. La segunda escena tiene lugar fuera de la tienda. Dios saca afuera a Abraham y realiza un pacto con él, siguiendo el rito antiguo mediante el cual las dos partes contratantes pasaban entre las carnes sangrantes e invocaban sobre sus cabezas la suerte sobrevenida a las víctimas si trasgredían el compromiso. En el pacto entre Dios y Abraham sólo Dios pasa, pues es un pacto unilateral.
Abraham es modelo de hombre creyente y por tanto de educador junior. También nosotros como nuestro Padre en la Fe, hemos sido llamados por Dios, en la Cuaresma hemos salido de la tienda de la lejanía de Dios para ir al encuentro de Cristo, confiando en la promesa realizada por Dios y sellada con la sangre de Cristo en la cruz. Pero, ¿realmente en esta Cuaresma estamos saliendo de la tienda de nuestros propios planteamientos de vida, dejando que la Palabra de Dios nos interpele y confiando en la promesa de una felicidad fecunda?

SALMO
Sal 26, 1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14 (R/.: 1a)
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro.» R/.

Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, q
ue tú eres mi auxilio. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor,
sé valiente, ten ánimo,
espera en el Señor. R/.

MEDITACIÓN
Con Israel: nos encontramos ante un “salmo de confianza” en el cual descubrimos la confesión de fe en el Dios de la salvación, la búsqueda de Dios, la súplica del siervo y la esperanza en la felicidad prometida por Dios. Y todo ello con un lenguaje concreto, propio de la lengua hebrea: defensa de mi vida, rostro, país de la vida,...
Con Jesús: este salmo sintoniza perfectamente en la espiritualidad de Jesús, su relación con el Padre. Toda su vida fue un buscar al Padre y un confiar en la dicha del Señor en el país de la vida. Leído desde la Pasión y Muerte encontramos la profundidad con que Él vivió sus últimas horas.
Con nuestro tiempo: en nuestro tiempo, marcado por la crisis económica, las catástrofes naturales y las guerras, en el que muchas veces se nos exige más de lo que podemos dar, necesitamos detenernos y fijar nuestra mirada y nuestro corazón en Jesucristo. Así el salmo constituye un medio ideal para rezar, especialmente en los momentos de aridez, en los cuales la oración se convierte en un tiempo de aburrimiento o en los momentos de dificultades y oscuridades, en los cuales la vida nos asfixia.
Con los juniors: ¿buscamos el rostro de Dios? Nuestra labor como educadores es enseñar a los niños a buscar a Dios, a tenerlo presente en su vida. Para ello hemos de presentarles un Dios que salva, que escucha y promete una felicidad mayor que la que puede dar este mundo.
Inspirado en NOEL QUESSON50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS.
CARLOS VALLÉS. BUSCO TU ROSTRO.

BUSCO TU ROSTRO
http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/CUARESMA/02C/marco_cua_02c.htm

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17—4, 1 Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo:su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas.Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
San Pablo contrapone dos visiones de la vida. La primera es la de aquellos que se encierran en sí mismos y sólo buscan el propio beneficio, son los que aspiran a cosas terrenas. Los segundos son los que como Pablo miran hacia lo alto y aspiran a cosas celestiales. Como Abraham confían en la promesa divina, son capaces de salir de la tienda de sus intereses egoístas para ir al encuentro con Dios, confiando en su Palabra.
En el movimiento junior también hay dos tipos de educadores: los que andan como enemigos de la cruz de Cristo, pues aunque llevan la pañoleta no creen en Dios ni esperan en la resurrección de los muertos, sino que su gloria son sólo las satisfacciones humanas (pasárselo bien por la noche en el campamento, los niños les quieran, divertirse en los juegos,...) y los ciudadanos del cielo, aquellos que se toman en serio su condición cristiana, creen en Jesús, se esfuerzan en el movimiento esperando sólo la recompensa cuando mueran, confiando y dando su vida por la vida que hay más allá de la muerte y todo lo hacen por amor a Jesús, a la Iglesia y a los demás.
¿Y tú a qué grupo perteneces? Si es al primero esta Palabra no es para que te desanimes, sino para que cambies de actitud, salgas de esa tienda donde hay juega y diversión, mires al cielo y te dejes amar por Dios, dejándote cautivar por la belleza del cielo. La radicalidad del Evangelio hace incompatible ser enemigo de la cruz y ser ciudadano del cielo. Evidentemente eres pecador y hay mucho en ti de enemigo de la cruz. Lo que hoy te pide Dios es tener claras las ideas.

EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 28b-36En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:— «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»No sabía lo que decía.Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:— «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.Palabra del Señor.

MEDITACIÓN
El evangelista Lucas nos presenta el relato de la transfiguración después del primero de los tres anuncios que Jesús hace de su pasión y antes del camino hacia Jerusalén. De este modo nos presenta el contexto: la Pasión de Cristo y su muerte en la Cruz.
Así en el relato descubrimos: el monte que anuncia otro monte, el Gólgota; Jesús se encuentra orando, y así lo ocurre antes de realizar algo importante; el vestido indica todo lo que se puede ver de una persona, su interior, el cual es blanco, color que representa el mundo de Dios; la gloria evoca las manifestaciones en el Antiguo Testamento de Dios; Moisés y Elías representan el Antiguo Testamento, la Ley y los Profetas, personificados en dos personajes que vivieron una profunda relación con Dios, el primero condujo al Pueblo de la esclavitud a la Tierra Prometida, el segundo fue un celoso defensor del culto auténtico a Dios en Jerusalén, de la Ley de Moisés. Ambos estuvieron en el Sinaí y por otra parte no se conoce el lugar donde están enterrados sus cuerpos. Así a diferencia de los patriarcas y de David, cuyas tumbas son atestiguadas por la Biblia, de Moisés afirma el Deuteronomio: “nadie hasta hoy ha conocido su tumba” (Dt 34, 6) y Elías fue arrebatado al cielo (2 Reyes 2), como Cristo resucitado sus cuerpos no son venerados. La voz recuerda el bautismo y el mandato a los apóstoles es la llamada a seguir a Cristo en el camino de la cruz.

EL EVANGELIO COMENTADO POR LOS SANTOS PADRES

¿Por qué afirmó el evangelista: a los ocho días de dichas palabras? ¿No será, acaso, porque quien oye las palabras de Cristo y cree en ellas, verá su gloria en el tiempo de su resurrección? En realidad, la resurrección se llevó a cabo en el octavo día.
Ambrosio.
Tres, pues, son elegidos para subir al monte... Y la razón es porque, seguramente, ninguno puede contemplar la gloria de la resurrección sin que haya creído perfectamente el misterio de la Trinidad con una fe pura y sincera. Así, pues, subieron Pedro, que fue quien recibió las llaves del reino de los cielos; Juan, a quien encomendó su Madre, y Santiago, que fue el primero en tomar posesión del trono sacerdotal.
Ambrosio
Entonces ¿qué tiene de particular lo que proclamamos? Porque ofrecemos dos testigos que estuvieron con el Señor en el monte Sinaí; Moisés estaba en la hendidura de la roca, y Elías entonces estaba a la puerta de la cueva; ellos, compareciendo en el monte Tabor junto con el Señor transfigurado, anunciaban a los discípulos la muerte que iba a sufrir en Jerusalén.
Cirilo de Jerusalén.
Así pues, Moisés y Elías que hablaron con el Señor en el monte y mencionaban su pasión y su resurrección, representan la Ley y los profetas, que se cumplieron en el Señor...
Beda.
Pedro contempló este espectáculo, como también lo vieron los que con él estaban, aunque estaban dominados por el sueño; y es que, el esplendor incomprensible de la divinidad hace callar por completo los sentidos de nuestro cuerpo. Y así, al despertar, pudieron ver su majestad; pues para poder ver la gloria de Cristo hay que estar vigilando.
Ambrosio.


La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 3. Evangelio según san Lucas. Ciudad Nueva

ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-

Experiencia:
El movimiento junior nos ofrece a los educadores momentos en los cuales hemos sentido la cercanía de Dios. ¡Cuántos recuerdan con agradecimiento los intensivos de Semana Santa! Allí, en las celebraciones sintieron a Dios, vivieron intensamente los días más importantes del año. A lo largo de nuestra vida como educadores hemos tenido oraciones que nos han impactado y han dejado huella en nuestra vida: una celebración en el campamento, una oración en la parroquia o en el centro junior, la Hora Santa, una vigilia de la Inmaculada,... y como no, los que habéis sido capaces de salir de la tienda de la comodidad, el fin de semana con los amigos y habéis participado del “Compromesos” en Siete Aguas. Dios se sirve de estos momentos para que tengamos experiencia de Él. Éstos no son constantes, ocurre una vez en la vida, o a lo largo del año, en menor intensidad, en alguna de las muchas oraciones, celebraciones y misas, puede ser un momento puntual del campamento, en el que sin saber como, entraste en la capilla del pabellón, elevaste tu mirada, contemplaste el Cristo, la Virgen de Togo y sobre la mesa de madera descubriste el sagrario de mármol, te arrodillaste, te sentaste apoyándote en el banco o la pared blanca y estuviste un rato en silencio. No hablaste, no escuchaste ninguna voz, pero sentiste la presencia de Cristo en el sagrario, sentiste que allí había Alguién que te amaba, desconectaste del campamento, estabas sólo y sin embargo nunca habías estado tan acompañado.

Reflexión:
Durante años ellos le habían seguido, prácticamente llevaban tres cursos con Él. Muchas veces le habían visto rezar y como buenos judíos, con Jesús recitaban los salmos al amanecer y al atardecer, también habían celebrado la Pascua con el Maestro en dos ocasiones. Sin embargo esta vez fue diferente: vieron la Gloria de Dios, se encontraron cara a cara con Él, contemplaron a Cristo en su divinidad. Apenas fueron unos momentos. Quisieron quedarse allí, atrapar el instante, encerrar en la pequeñez de sus personas a Dios. Así ocurrió en la Transfiguración. Ahora se trata de que compares, como te indicaba antes, los momentos más intensos son ocasionales. La Madre Teresa de Calcuta confesó que lo tuvo una vez, después el encuentro vivo con la cruz de Cristo en los pobres más pobres, le llevó a vivir la aridez durante toda su vida, pero aquel momento fue suficiente para entregarse a Cristo. ¿Cuál ha sido el momento en el que más has sentido que Dios existe y estaba en ti? ¿En qué se pareció a la vivencia de los apóstoles?

Compromiso.
Que el recuerdo de ese momento llene tu corazón. Mira tu presente y tu futuro, sobre todo las dificultades que estás encontrando y llénalas de aquel momento. Dios ha puesto esos momentos en nuestra vida para que en las cruces de cada día no desfallezcamos.

Celebración:
Recuerda ese momento en silencio.

ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

EXPERIENCIA:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María y cartel.

Signo de esta semana: un icono con el rostro de Cristo y la Biblia abierta por los evangelios con una vela encendida junto a ella.

Preparación: comenzamos en la puerta del oratorio. Allí leemos: En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán - En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. A continuación entramos en el oratorio, nos sentamos. Cada uno recibe una lumina dentro de un cuenco o una candela.

Proclamación del Evangelio: leemos el Evangelio del domingo. Podemos proyectar el powerpoint de las benedictinas de Montserrat.

REFLEXIÓN:
Interiorización : Cada uno enciende de la llama su vela. El animador realiza las siguientes preguntas para ser constadas personalmente en silencio mientras se contempla la llama: ¿Qué dice el texto? (lugares donde se desarrolla el relato, momentos de la escena, personajes que participan, palabras que se oyen); ¿qué me dice el texto? (los sentimientos que me suscita, los recuerdos que evocan, los comportamientos como una vida sin oración que me denuncian).

COMPROMISO:
Gesto: cada uno se acerca al icono, lo contempla, fijando la mirada en los ojos de Cristo y le dice bien en silencio, bien en voz alta, aquello que brota de su corazón.

Oración final: rezamos una de las oraciones propuestas más abajo.



GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.

Monición de entrada.-
Bienvenidos a esta misa. La vida siempre es un camino en el que como Abraham hemos de salir de nuestra tienda, nuestras casas y como los apóstoles Pedro, Juan y Santiago, subir a la montaña, esforzándonos y siguiendo adelante, aunque nos cansemos y desanimemos.
Hemos terminado la primera semana de cuaresma. Así pues, ¿hemos luchado para ser mejores, por estudiar más, por ser mejores compañeros, por ayudar en las tareas de casa?
Vamos a pedirle a Jesús que nos ayude a ser mejores y la mejor manera es estar con Él y escucharle en la misa.

Acto penitencial.-
Tú eres la luz, por eso te pedimos perdón porque preferimos vivir a oscuras. Señor, ten piedad.
Un niño presenta un trozo de cartulina negro.
Tú nos enseñas el camino que nos lleva a Dios, por eso te pedimos perdón por las veces que preferimos otros caminos. Cristo, ten piedad.
Un niño presenta un dibujo con dos niños peleándose.
Tú eres la cruz, te pedimos perdón porque muchas veces no obedecemos a nuestros padres. Señor, ten piedad.
Un niño presenta un juguete.

Monición Primera lectura.-
En la primera lectura vamos a conocer a Abraham y como Dios le prometió lo que para él era la felicidad más grande: tener un hijo y unas tierras suyas.

Monición Segunda lectura.-
En la segunda lectura san Pablo nos dirá que tenemos que escoger entre ser ciudadanos del cielo o ser enemigos de la cruz, es decir, niños que amen mucho a Dios y a los demás o niños que sólo piensen en ellos, en tener cosas, en que los padres y abuelos sean sus criados que les obedezcan en todo.

Monición evangelio.-
Hola amigos y amigas. ¿A qué estáis todos muy bien? Como no, pues estáis en misa, muy cerca de Jesús. A los apóstoles les pasaba lo mismo. Cuando estaban con Él eran las personas más felices del mundo. Pero hubo una vez que tres de ellos fueron mucho, mucho más felices que los otros compañeros. Sucedió un día en el que subieron a una montaña con Jesús, al monte Tabor. Escuchad lo que les pasó.

Homilía.-
En la homilía si seguimos el material de CCS, esta semana colocamos la rama con la frase: Éste es mi hijo amado. ¡Escuchadle!
Otros gestos pueden ser: llevarlos al final del templo, allí leer la primera frase, buscar entre las señales que se han colocado en el suelo con flechas indicando diferentes nombres, la que señale al Tabor. Subir al presbiterio y sentarles alrededor. Cuando termine la misa relacionamos el Evangelio con la liturgia eucarística, en ella Jesús se manifiesta como Hijo Amado del Padre y se nos entrega, también nosotros en ese momento estamos cerca de Dios y decimos con Pedro “¡qué bien se está aquí!”.
Podemos colocar diferentes libros (novelas, escolares,...), revistas, periódicos, la Biblia, libro de catequesis, de oraciones,... Les preguntamos donde escucharán a Jesús. Ellos escogen los que nos hablan de Él.
También es interesante en un panel colocar una ilustración del Monte Tabor y un icono con la transfiguración. En los apóstoles los niños escriben el nombre de ellos o de las personas que están enfermas o no salen de casa por ser ancianos, pues ellos están más cerca de Jesús.

Peticiones.-
Por todos los cristianos, para que nos propongamos estos días de cuaresma cambiar de vida. Roguemos al Señor.
Por nuestra parroquia, para que sepamos renunciar a los gastos que no son necesarios y así ayudar más a las familias que están sufriendo la crisis. Roguemos al Señor.
Por los niños de comunión, para que estemos más atentos a nuestras catequistas, que nos hablan de Jesús. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas, para que no tengamos miedo a ser amigos de Jesús. Roguemos al Señor.
Por los sacerdotes, para que dediquen mucho tiempo a leer la Biblia y escuchar lo que Dios les dice allí. Roguemos al Señor.
Por los enfermos y enfermas de nuestra parroquia, para que no se sientan solos. Roguemos al Señor.
Por las personas que no escuchan a Dios, para que a través de nosotros se encuentren con Jesús. Roguemos al Señor.


Ofrendas.-
Jesús te ofrecemos esta Biblia y con ella nuestro deseo de escucharte.
Jesús te ofrecemos el libro de catequesis y con él nuestro esfuerzo para portarnos bien en la catequesis.
Jesús te ofrecemos el pan y el vino, ellos harán que nosotros estemos tan cerca de ti como lo estuvieron los apóstoles Pedro, Santiago y Juan.

Oración final.-

Jesús, tú has venido
a buscar lo que estaba perdido,
a liberar a los que estaban prisioneros,
a salvar a los enfermos.
Acéptanos como somos,
con nuestra forma de ser,
porque Tú eres más grande
que nuestro corazón
y que nuestras faltas.
Tú eres capaz de cambiar
nuestra manera de ser,
porque Tú eres Amor.
Y nosotros queremos
ser tus amigos.



Webs con guiones para la misa del Domingo IV:
http://www.salesianosbilbao.com/modulos/usuariosFtp/connrecu/recur2444A.pdf
http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/CICO%20C%20(09)/MISA%20FAMILIAR%205º%20C.doc
http://www.sta-catalina.com/



ORACIÓN
Loado seas, Señor,
Dios de la amistad.
Tú te has manifestado a los hombres
como el Dios de la amistad,
y has hecho con ellos:
alianzas
y promesas de auténtico amigo,
pues has tendido la mano
de Padre a todos.
Tu amistad a nosotros
fue tan grande que,
al llagar la plenitud de los tiempos
nos enviaste a Jesús,
como compañero y amigo
de todos,
como nuestro “mejor amigo”.
Nosotros estamos
muy contentos de ser
amigos de Jesús
y ello basta
para dar sentido a nuestra vida.
Gracias, Señor,
Dios de la amistad.
Adviento-pascua-navidad-cuaresma. Ciclo C. Juniors m.d.

VIA CRUCIS JUNIOR: COMPROMETIDOS CON LA IGLESIA

Primera estación: Jesús condenado a muerte
De la Primera Carta a los Corintios.
“Estad alerta, manteneos en la fe,... todo lo que hagáis sea con amor” (1 Cor 16,13-14).
Jesús acepta ser condenado a muerte y lo hace por amor a la Iglesia, por ella se somete al juicio de los hombres.
Nuestro compromiso con la Iglesia nos lleva a sumir las condenas que sufre en nuestro tiempo quien es la Esposa de Cristo, a correr la suerte de nuestra Madre, sufriendo con ella, por amor a Cristo, las constantes burlas, críticas, descalificaciones que sufre.
Ser junior es ser hijo de la Iglesia, pues nadie puede ser junior sin haber sido antes hijo de ella, bautizado. Nuestra condición de miembros de la Iglesia nos ha de llevar a no tener miedo a mostrar nuestra identidad, aunque ello implique correr la suerte de la Iglesia, que es la misma que corrió Cristo: ser condenados verbal y socialmente.

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas
De la Carta a los Colosenses:
“Me alegro de sufrir por vosotros en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia” (Col 1,24).
Cristo carga con la cruz, su cruz es el pecado de sus hijos, de quienes hemos sido bautizados. En esa cruz están nuestras palabras vacías, nuestra falta de amor a los demás y a la Iglesia.
Y ella asume también el pecado de sus miembros. La Iglesia Santa ha caminado durante la historia llevando sobre sus hombros la falta de amor de quienes formamos parte de ella.
También nuestro compromiso con la Iglesia nos ha de llevar a la gratitud hacia quien nos ama a pesar de nuestros pecados e infidelidades, descubrir en ella la Madre que carga con la cruz de nuestra falta de autenticidad cristiana.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
De la Segunda Carta a los Corintios:
“Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2 Cor 4,7).
Jesús camina llevando la cruz, cae y se levanta porque en su interior lleva el Espíritu, el amor más grande que la cruz más pesada, capaz de levantarle a pesar de la fragilidad de su cuerpo.
En vasijas de barro es como se presenta la Iglesia al mundo, pobre en muchas ocasiones, frágil en su actuar, pero cuando se le conoce se descubre en su interior un tesoro que la supera infinitamente: la presencia de Dios en la pobreza de la eucaristía y los sacramentos. Ellos son la fuerza que la levantan cuando cae.
Nosotros, juniors, miembros de la Iglesia somos esta vasija de barro, nuestros centros son así, frágiles, pobres en medios e incluso en personas, pero con un gran tesoro, una fuerza extraordinaria que no proviene de nosotros sino de Dios. De Él lo hemos recibido, no directamente, sino a través de la Iglesia.

Cuarta estación: Jesús encuentra a su santísima Madre
De la segunda carta a Timoteo:
“No me siento derrotado, pues se de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio” (2 Tim 1,12).
El encuentro con María fue para Cristo alentador, porque ella no era solamente su Madre, ella representaba a la Iglesia que permanecía en el camino de la cruz, orando por quien es su Salvador.
En el camino de la cruz la Iglesia ora a María, día y noche los católicos en nuestro via crucis personal hemos dirigido nuestra mirada a la Madre y le hemos pedido que rogase por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte.
María es protagonista del movimiento junior, ella es el modelo de creyente y a ella dirigimos nuestra oración en todos los momentos, especialmente cuando el desaliento nos lleva a abandonar la Iglesia o a vacilar en nuestra identidad como movimiento católico.

Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
De la carta del apóstol S. Pablo a los Gálatas:
“Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gal 6,2)
Jesús acepta le ayuden a llevar la cruz, es Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo, dos personajes conocidos por la comunidad de Roma, posiblemente cristianos. Y en el cireneo descubrimos a la Iglesia, que sale al encuentro de Cristo para compartir su cruz.
Ella nunca se ha separado de la cruz. La Iglesia sigue caminando con Cristo en el via crucis, sigue llevando la carga del Evangelio y la radicalidad del mandamiento del amor. Ella sigue cargando con la cruz de sus hijos, aliviando el sufrimiento mediante la Palabra, la Liturgia, los Sacramentos, la acogida y la escucha.
Y ella está ahí, al lado de los centros juniors. A través de los consiliarios ayuda a los educadores a dirigir el movimiento junior, a asumir la radicalidad de la opción por Cristo en el camino de entrega a los demás.

Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús
De la Segunda Carta a los Corintios:
“¿Quién está enfermo sin que yo enferme?, ¿quién cae sin que a mí me de fiebre?” (2 Cor 11, 29).
Una mujer sale al encuentro de Cristo sufriente y en ella descubrimos a tantas mujeres, Iglesia viva, que porque se sienten hijas de la Iglesia, dan testimonio de Cristo, siendo pilar firme en las comunidades parroquiales y religiosas, en los movimientos y asociaciones católicas.
Recordemos a esas personas, las que en los momentos difíciles del Centro enjugaron nuestras lágrimas, nos ayudaron a seguir trabajando por el movimiento junior, dijeron sí a venir al campamento como cocineras, cuando nadie quería ayudarnos. Y lo hicieron porque eran de la parroquia y sentían el junior como algo suyo por ser un movimiento de la Iglesia.

Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
De la Segunda Carta a los Corintios:
“Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe” (2 Cor 5, 6).
Jesús cae por segunda vez, pero no desfallece, sabe que su victoria está más allá de este mundo, tras la noche de la cruz llega el día y se levanta, por que su cruz no es para salvarse a sí mismo, sino para que nos salvemos quienes por el bautismo nos hemos incorporado a Cristo.
Y la Iglesia también sufre el cansancio, la derrota, pero sigue avanzando en el camino de la cruz, sin desfallecer, guiada por la fe en quien es su Salvador y Redentor.
Nuestro compromiso con la Iglesia lleva consigo que nos empujen y derriben. ¡Cuántas personas nos miran con desprecio porque somos católicos y creemos en las enseñanzas de la Iglesia! Pero nos levantamos y seguimos en ella, guiados por la fe.

Octava estación: Jesús amonesta a las mujeres de Jerusalén
De la Carta a los Romanos:
“Bendecid a los que os persiguen, bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres, con los que lloran, llorad” (Rm 12,14).
Cristo amonesta a quienes pasan el día juzgando lo que hace la Iglesia, lamentándose de los errores de sus hijos, pero sin hacer nada por cambiar la Iglesia ni descubrir en ellos mismos la causa de su dolor.
Frente a ellos, la Iglesia no vive al margen del dolor, para sí misma, sino para Cristo y para la sociedad, a quien ofrece el mensaje de Jesús: gozo para los que ríen, consuelo para los que lloran.
También en nuestro centro hemos descubierto en la Iglesia la Madre que ha compartido y comparte los momentos gozosos como fue la Trobada Sempre Units y son los ritos. Y a la vez ella, a través de la Archidiócesis y las parroquias, se ofrece para dar respuesta a nuestros problemas y conflictos.

Novena estación: Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
De la Segunda Carta a los Corintios:
“Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor 12, 10).
Cayó por tercera vez y volvió a levantarse, porque en Él residía la fuerza de Dios, quien le había enviado a entregar su vida por la humanidad.
También la Iglesia, cuerpo de Cristo, cae y se levanta, sufre cada día a causa de sus propios pecados y los de la humanidad, pero no se desalienta, pues descubre en el sufrimiento y en la propia fragilidad la fuerza de Cristo.
¿Y nosotros? Ante las dificultades, ¿nos apoyamos en la fuerza que hay dentro de la Iglesia? ¿O más bien preferimos levantarnos sin recurrir a ella, con los propios medios, sin ayudarnos de la oración, la misa dominical, el sacramento del perdón?

Décima estación: Desnudan a Jesús, y le dan de beber hiel.
De la Carta a los Filipenses:
“Jesús a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo” (Flp 2, 6).
Subió a la cruz despojado de todo, de poder y de riquezas y pasó por un esclavo, obediente hasta la cruz.
Y este es el camino por el que Cristo ha conducido a la Iglesia en muchas ocasiones, es el camino de la Iglesia perseguida, de los obispos condenados a trabajos forzados, de las comunidades cristianas sin templos ni edificios, celebrando la misa en la clandestinidad, es la Iglesia que sufre y es perseguida.
A veces nos quejamos de no tener prestigio o no ser valorados porque llevamos la “etiqueta” de católicos y claro, las constantes campañas contra la Iglesia en los medios de comunicación están logrando que ella y sus miembros pierdan prestigio y relevancia social. Añoramos otros tiempos y olvidamos el lugar donde Cristo nos coloca ahora, pero ¿estamos dispuestos como juniors a despojarnos de lo que en el fondo nos importa: reconocimiento social en el pueblo o en el barrio?

Undécima estación: Jesús clavado en la cruz
De la Primera Carta a los Corintios:
“Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aún dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve” (1 Cor 13,1).
Muchas veces hemos medido la pasión de Cristo por la cantidad de sufrimiento y así su pasión fue la más grande de las sufridas por los hombres y mujeres porque fue el que más sufrió y no es así. La medida de la pasión no está en la cantidad de dolor sino en la calidad del dolor padecido, en el amor que derrochó en cada instante, su pasión es la más grande porque de todos los que han sufrido nadie ha sufrido con tanto amor como Cristo.
Y el amor es lo identificativo de la Iglesia. Lo importante de ella no es lo que hace en favor de los demás, sino que el amor que lleva en su seno. Lo fundamental es que detrás de cada acto en favor de los demás está Cristo y su amor, es Él quien a través de ella se clava en la cruz de cada hombre y mujer que en este instante está sufriendo y asistido por un sacerdote, una religiosa, un religioso, un seglar.
Podemos ser el mejor centro junior, el más formado, el que más frecuenta los sacramentos, el que más ayuda a los niños y mejores campamentos, convivencias, juegos,... realiza. Si no nos sentimos identificados con Cristo y no amamos como Cristo nos ama de nada nos sirve.
Duodécima estación: Jesús muere en la cruz
De la Primera Carta a los Corintios:
“Cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y Éste crucificado” (1 Cor 2,2).
La cruz es la gran lección de Cristo acerca de Dios. Ella es el tálamo en el que se entrega a su esposa la Iglesia, en el que derrama la vida en sus entrañas para que ella engendre hijos. De ella brota como la sangre y el agua que da vida a sus frágiles hijos.
Y la cruz es el centro de la Iglesia. Ella es la Palabra que la Iglesia anuncia a sus hijos. De ella brota la fuente en la que bebemos todos nosotros, el agua y la sangre, los sacramentos. Jesús muere en la cruz para que su esposa tenga vida, para que nosotros vivamos.
Nuestro compromiso con Cristo nos llevó a anunciar a los niños que Él es el Salvador y Redentor que con su muerte nos liberó del pecado. Nuestro compromiso con la Iglesia nos lleva a vivir con los niños este misterio en la eucaristía y los sacramentos.
Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su santísima Madre
De la Carta a los Gálatas:
“Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud”.
María acoge a Cristo muerto, con la esperanza en la resurrección. Ella es la mujer creyente, que espera más allá del fracaso de la muerte.
La Iglesia también se mantiene firme en los momentos de oscuridad y dolor, su esperanza no está depositada en este mundo, sino en Cristo.
Y nosotros también debemos como María y la Iglesia, cuando las dudas, las crisis y las dificultades, se ciernen sobre nosotros, mantenernos firmes, sin abandonar la Iglesia.

Decimocuarta estación:Jesús es puesto en el sepulcro
De la Carta a los Romanos:
“¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución¿, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?”
Rom 8, 35
Nada le apartó del amor del Padre, ni la profundidad de la muerte que el Credo confiesa afirmando “descendió a los infiernos”. Nada le apartó del amor. En el dolor más intenso y en la soledad más fría siguió amando al Padre y a la humanidad.
Y la Iglesia sigue amando a Cristo, así lo vivieron los apóstoles, perseguidos y condenados a muerte como el Maestro, ha sido lo han vivido los mártires y tantos hombres y mujeres que se mantienen fieles a Cristo aunque ello implique ser separados de sus padres, esposas, hijos,... y morir.
Comprometidos con la Iglesia es asumir la cruz, vivir las dificultades presentes desde el amor incondicional a Cristo en la Iglesia, seguir el camino que Él nos marca aunque este sea llegar a morir socialmente. Y todo por amor a quien es la razón de ser de la Iglesia y el movimiento junior.
Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz nos redimiste.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo.
CUARESMA CON LOS CUARENTA ÚLTIMOS.
http://www.marianistas.org/~justiciaypaz/cuaresma/
http://www.fundacion-sm.com/ver_galeria_enlaces.aspx?id=21233 : la campaña de este año 2010 (testimonios, textos,...)
COMENTARIOS AL EVANGELIO
FRAY SANTIAGO AGRELO. ARZOBISPO DE TANGER.


www.religiondigital.com
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
http://svicentemartir-abando.org/



JÓVENES EJEMPLARES:
SANTO DOMINGO SAVIO (6 de Mayo).

El 2 de Abril de 1842 nació en San Giovanni di Riva José Carlos, hijo de Carlos y Brígida, él herrero y ella modista. Este niño algo débil y delicado, de aspecto serio y a la vez afable, como todos los niños de su época recibió la Primera Comunión, pero él además de vivir uno de los días más felices de su vida, se hizo el propósito de confesar con frecuencia y comulgar siempre que se lo permitiese el confesor, santificando los días de fiesta y acogiendo como amigosa Jesús y María. “Antes morir que pecar” fue el principio que guió su vida. Y a Dios se consagró en los primeros años de su vida como monaguillo del párroco Don Juan Zucca.
También como todos los niños era vivo y en más de una ocasión respondió a las bromas que sufría, si bien, después se arrepentía y pedía perdón. En otra ocasión prefirió ser acusado de una fechoría, antes que castigasen con la expulsión del colegio al culpable. Pero fue en la primera semana de octubre de 1854 cuando dos santos se encontraron. Don Bosco visitó Murialdo, con el fin de buscar muchachos dispuestos a ser sacerdotes al servicio de los niños abandonados y se encontró con un joven de “rostro alegre y porte risueño y respetuoso”, a quien el párroco recomendó y él admitió en el Oratorio de San Francisco de Sales de Turín, germen de la congregación salesiana. El niño de doce años, regresó alegre a su hogar, podía seguir estudiando, viviendo en la casa de Don Bosco y ser sacerdote.
Y allí ingresó. Un buen día los compañeros se desafiaron a pedradas en el campo. Domingo se enteró y les pidió ir con ellos. Una vez allí, colocados frente a frente los contendientes él se situó en medio y levantando un pequeño crucifijo les pidió que mirasen a Jesús en la cruz y después lanzasen sobre él la primera pedrada. Los niños, avergonzados, se reconciliaron. También se enfrentó con el carretero blasfemo, con el vendedor de revistas no recomendadas para menores, con el matón de turno
En 1854 el Papa proclamó el dogma de la Inmaculada y él, con el permiso de Don Bosco se consagró a ella, viviendo intensamente su pertenencia a la Compañía de la Inmaculada.
En el oratorio el niño crecía en un clima familiar, donde no habían castigos, los educadores eran maestros en el aula y amigos en el patio, la santidad consistía en estar siempre alegres, pues “un santo triste es un triste santo”, afirmaba Don Bosco. Por otra parte las celebraciones religiosas estaban llenas de esplendor, colorido y participación, animadas por el coro de niños cantores, y los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía constituían uno de los pilares de la maduración de la persona.
Sin embargo todo ello se vio truncado, el 1 de marzo de 1857 regresó a su casa a causa de la enfermedad contraída. Y allí permaneció durante ocho días. Sus últimas palabras fueron: “Adios, padre. ¡Qué cosas tan hermosas veo” y sonriendo partió hacia la Casa de Dios en el atardecer del 9 de marzo de 1857. El adolescente tenía quince años.
El 12 de Junio de 1954 fue canonizado por el Papa Pío XII, quien también lo proclamó patrono de los pequeños cantores.

CATEQUESIS DEL PAPA: 17 de Febrero. Miércoles de Ceniza.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, miércoles de Ceniza, comenzamos el camino cuaresmal: un camino que dura cuarenta días y que nos lleva a la alegría de la Pascua del Señor. En este itinerario espiritual no estamos solos, porque la Iglesia nos acompaña y nos sostiene desde el principio con la Palabra de Dios, que encierra un programa de vida espiritual y de compromiso penitencial, y con la gracia de los Sacramentos.
Las palabras del Apóstol san Pablo nos dan una consigna precisa: "Os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios... Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación" (2 Co 6, 1-2). De hecho, en la visión cristiana de la vida habría que decir que cada momento es favorable y cada día es día de salvación, pero la liturgia de la Iglesia refiere estas palabras de un modo totalmente especial al tiempo de Cuaresma. Que los cuarenta días de preparación de la Pascua son tiempo favorable y de gracia lo podemos entender precisamente en la llamada que el austero rito de la imposición de la ceniza nos dirige y que se expresa, en la liturgia, con dos fórmulas: "Convertíos y creed en el Evangelio", "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás".
La primera exhortación es a la conversión, una palabra que hay que considerar en su extraordinaria seriedad, dándonos cuenta de la sorprendente novedad que implica. En efecto, la llamada a la conversión revela y denuncia la fácil superficialidad que con frecuencia caracteriza nuestra vida. Convertirse significa cambiar de dirección en el camino de la vida: pero no con un pequeño ajuste, sino con un verdadero cambio de sentido. Conversión es ir contracorriente, donde la "corriente" es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal, o en cualquier caso prisioneros de la mediocridad moral. Con la conversión, en cambio, aspiramos a la medida alta de la vida cristiana, nos adherimos al Evangelio vivo y personal, que es Jesucristo. La meta final y el sentido profundo de la conversión es su persona, él es la senda por la que todos están llamados a caminar en la vida, dejándose iluminar por su luz y sostener por su fuerza que mueve nuestros pasos. De este modo la conversión manifiesta su rostro más espléndido y fascinante: no es una simple decisión moral, que rectifica nuestra conducta de vida, sino una elección de fe, que nos implica totalmente en la comunión íntima con la persona viva y concreta de Jesús. Convertirse y creer en el Evangelio no son dos cosas distintas o de alguna manera sólo conectadas entre sí, sino que expresan la misma realidad. La conversión es el "sí" total de quien entrega su existencia al Evangelio, respondiendo libremente a Cristo, que antes se ha ofrecido al hombre como camino, verdad y vida, como el único que lo libera y lo salva. Este es precisamente el sentido de las primeras palabras con las que, según el evangelista san Marcos, Jesús inicia la predicación del "Evangelio de Dios": "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15).
El "convertíos y creed en el Evangelio" no está sólo al inicio de la vida cristiana, sino que acompaña todos sus pasos, sigue renovándose y se difunde ramificándose en todas sus expresiones. Cada día es momento favorable y de gracia, porque cada día nos impulsa a entregarnos a Jesús, a confiar en él, a permanecer en él, a compartir su estilo de vida, a aprender de él el amor verdadero, a seguirlo en el cumplimiento diario de la voluntad del Padre, la única gran ley de vida. Cada día, incluso cuando no faltan las dificultades y las fatigas, los cansancios y las caídas, incluso cuando tenemos la tentación de abandonar el camino del seguimiento de Cristo y de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestro egoísmo, sin darnos cuenta de la necesidad que tenemos de abrirnos al amor de Dios en Cristo, para vivir la misma lógica de justicia y de amor. En el reciente Mensaje para la Cuaresma he querido recordar que "hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo "mío", para darme gratuitamente lo "suyo". Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. Gracias al amor de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia "mayor", que es la del amor (cf. Rm 13, 8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que se pueda esperar" (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 7 de febrero de 2010, p. 11).
El momento favorable y de gracia de la Cuaresma también nos muestra su significado espiritual mediante la antigua fórmula: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás", que el sacerdote pronuncia cuando impone sobre nuestra cabeza un poco de ceniza. Nos remite así a los comienzos de la historia humana, cuando el Señor dijo a Adán después de la culpa original: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado; porque eres polvo y al polvo volverás" (Gn 3, 19). Aquí la Palabra de Dios nos recuerda nuestra fragilidad, más aún, nuestra muerte, que es su forma extrema. Frente al miedo innato del fin, y más aún en el contexto de una cultura que de muchas maneras tiende a censurar la realidad y la experiencia humana de la muerte, la liturgia cuaresmal, por un lado, nos recuerda la muerte invitándonos al realismo y a la sabiduría; pero, por otro, nos impulsa sobre todo a captar y a vivir la novedad inesperada que la fe cristiana irradia en la realidad de la muerte misma.
El hombre es polvo y al polvo volverá, pero a los ojos de Dios es polvo precioso, porque Dios ha creado al hombre destinándolo a la inmortalidad. Así la fórmula litúrgica "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás" encuentra la plenitud de su significado en referencia al nuevo Adán, Cristo. También Jesús, el Señor, quiso compartir libremente con todo hombre la situación de fragilidad, especialmente mediante su muerte en la cruz; pero precisamente esta muerte, colmada de su amor al Padre y a la humanidad, fue el camino para la gloriosa resurrección, mediante la cual Cristo se convirtió en fuente de una gracia donada a quienes creen en él y de este modo participan de la misma vida divina. Esta vida que no tendrá fin comienza ya en la fase terrena de nuestra existencia, pero alcanzará su plenitud después de "la resurrección de la carne". El pequeño gesto de la imposición de la ceniza nos desvela la singular riqueza de su significado: es una invitación a recorrer el tiempo cuaresmal como una inmersión más consciente e intensa en el misterio pascual de Cristo, en su muerte y resurrección, mediante la participación en la Eucaristía y en la vida de caridad, que nace de la Eucaristía y encuentra en ella su cumplimiento. Con la imposición de la ceniza renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, de dejarnos transformar por su misterio pascual, para vencer el mal y hacer el bien, para hacer que muera nuestro "hombre viejo" vinculado al pecado y hacer que nazca el "hombre nuevo" transformado por la gracia de Dios.
Queridos amigos, mientras nos disponemos a emprender el austero camino cuaresmal, invoquemos con particular confianza la protección y la ayuda de la Virgen María. Que ella, la primera creyente en Cristo, nos acompañe en estos cuarenta días de intensa oración y de sincera penitencia, para llegar a celebrar, purificados y completamente renovados en la mente y en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo.
¡Feliz Cuaresma a todos!


CARTA DE D. CARLOS, ARZ. DE VALENCIA ¿Qué pides a tu vida?
En la sociedad del siglo XXI asistimos a no pocas contradicciones y cegueras. Los Derechos y la Dignidad de la persona se proclaman sin cesar, al tiempo que parecen diluirse al borde del camino. El derecho al trabajo, a la vivienda, a la vida… se presentan frágiles e inciertos. Todo el Magisterio de la Iglesia ha insistido siempre que el eje y la columna vertebral de toda verdadera antropología está en reconocer la suprema dignidad de la persona humana. La Exhortación Apostólica Christifideles laici nos lo ha recordado de una manera muy clara cuando dice: “Redescubrir y hacer redescubrir la dignidad inviolable de cada persona humana constituye una tarea esencial; es más, en cierto sentido es la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia…”. “La dignidad de la persona manifiesta todo su fulgor cuando se consideran su origen y su destino. Creado por Dios a su imagen y semejanza, y redimido por la preciosísima sangre de Cristo, el hombre está llamado a ser «hijo en el Hijo» y templo vivo del Espíritu; y está destinado a esa eterna vida de comunión con Dios que le llena de gozo” (Christifideles laici, 37).
Cuando estamos celebrando la Cuaresma, dejadme haceros esta pregunta: Ante los distintos avatares humanos ¿cómo recuperar la dignidad de ser persona? Recuperamos la dignidad al lado de Dios, entrando en comunión con Dios. Estas palabras tienen una densidad especial: “Por amor ha creado a los hombres y los ha creado para que vivan en amistad con Él y en mutua comunión” (Reconciliatio et Penitentia). ¡Qué fuerza adquieren estas palabras cuando escuchamos lo que el Evangelio nos dice sobre cómo recuperó el Señor la dignidad de un ser humano!
Os invito a que nos pongamos en la situación de ciego de Jericó. Podríamos ser cualquiera de nosotros y os invito a meditar, como propia, esta experiencia luminosa. Un día Jesús se acercaba a Jericó y “estaba un ciego, sentado junto al camino pidiendo limosna. Le informaron que pasaba Jesús y “empezó a gritar diciendo: ¡Jesús Hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? Él le dijo: ¡Señor que vea! Jesús le dijo: Ve. Tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista” (cf. Lc 18, 35-43).Recupera la dignidad. Quizá, también estás al borde del camino pidiendo limosna, pidiendo cosas que, ciertamente, te van a dejar como estabas; no van a llenar tu vida para nada, te dejarán otra vez al borde del camino. Examina con toda sinceridad: ¿Qué cosas pides en tu vida para ser feliz y para vivir en autenticidad, para alcanzar las dimensiones auténticas del ser humano? ¿Te das cuenta de que estás al borde del camino como el ciego pidiendo? Pero ahora es Cristo quien pasa. La Iglesia te invita a comprobar que Jesús vive en medio de los hombres, y a que tengas la suficiente humildad, la gran valentía y el suficiente coraje para pedir a Aquél que te puede dar algo importante. No te va a dar mediocridades para que sigas subsistiendo al borde del camino, te va a dar lo que necesitas para que recuperes la autenticidad de tu ser, las medidas auténticas de tu vida. Como el ciego, haz tú lo mismo. Él se enteró de que por allí pasaba Jesús, dejó de pedir limosna y comenzó a pedir ayuda a Jesús. Quería la vida, quería saber de su dignidad, quería observar todo desde donde debe ser contemplado. Por eso cuando el Señor se acerca y le muestra su interés por él, el ciego le dice: “¡Señor, que vea!”.
Recupera la dignidad. Pide al Señor ayuda. Él pasa a tu lado. Está a tu lado. Quizá haya tantos ruidos que no te dejen pronunciar palabra. Quizá incluso tengas situaciones que quieran impedirte que el Señor escuche tus gritos. Pero dile al Señor como el ciego con todas tus fuerzas: ¡Ten compasión de mí! ¡Ten pasión por mi vida! No dudes de que el Señor se acercará a tu vida si con sinceridad lo llamas. Y nunca dudes que también a ti te preguntará como al ciego, “¿qué quieres que te haga?” ¿Sabes lo que significa que sea Dios mismo el que te formule esta pregunta? Es lo mismo que decirte con todas las fuerzas ¿quieres recuperar tu dignidad de hijo de Dios en el Hijo? ¿Quieres ver con toda profundidad la vida, la tuya y la de los demás? ¿Quieres ver todo lo que existe desde Dios? ¿Quieres construir esta historia y este mundo con la visión de Dios mismo?Me imagino qué pudo vivir el ciego cuando Jesús le dijo “ve, tu fe te ha salvado”. No me extraña que saliese glorificando a Dios. Me imagino lo que puede ser para cada uno de nosotros vivir en tal confianza con el Señor, fiándonos tanto de Él, que esta confianza sea la que nos haga recuperar siempre la vida y la vista. Confianza en su gracia, en su amor, en su misericordia. Quizás hoy existen ciertas dificultades para acercarnos a Jesucristo, pues es característico del pensamiento ilustrado, eludir el tema del pecado o pretender otorgarle otra significación. Desde la ilustración y más concretamente desde Juan Jacobo Rousseau, se asegura que el hombre es naturalmente bueno e inocente, que el pecado proviene sólo de la mala estructura social. Marx, discípulo de Rousseau y de Hegel, está convencido de que superada la alienación económica, proveniente de la propiedad privada y del capitalismo, el hombre será equilibrado, inocente y feliz. Freud, atribuye la conciencia de pecado a motivaciones puramente sicológicas. Nietzsche llama virtud a lo que nosotros llamamos pecado. Este modo de pensar necesita de Dios. Esta manera de pensar, que trae una manera de vivir, necesita de hombres que viviendo al borde del camino, tengan la valentía de confesar que no ven nada y el coraje de decidirse a decir al Señor: “¡Señor, que vea!”.
Sin embargo, como el ciego de Jericó, andamos todos los hombres queriendo escuchar la voz verdadera, la que nos puede responder. En el fondo de nuestra alma todos escuchamos la voz que nos llama a recuperar la dignidad de personas. Es una voz que no se puede acallar. Y mientras esa voz no tenga respuesta de quien la puede dar, os aseguro que habrá agresividad en nuestras vidas, violencias, malestar social, vértigos del trabajo, huidas de nosotros mismos. Se nos presenta como una tarea imprescindible el recuperar la dignidad y ayudar a recuperarla. El Papa Juan Pablo II nos lo avisó: es una realidad que se da “un gigantesco remordimiento” de la humanidad (cfr. Dives in misericordia, 11). Y ese remordimiento hay que eliminarlo, dejando que el Señor de la Vida entre en la historia personal de cada hombre.
Para recuperar la dignidad, no tenemos que renunciar a ninguna de nuestras conquistas. Sí tenemos que experimentar la necesidad de Alguien que cercano a nosotros sea fuente de amor, de reconciliación, de perdón y de paz. Y este Alguien tiene un nombre y un rostro, es Jesucristo. Acudamos a Él. “Creer en el Hijo crucificado significa ver al Padre, significa creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos” (Dives in misericordia, 7). Misericordia en el sentido bíblico significa amor más allá de toda justicia. En el mundo se clama por la justicia, pero el amor desborda la justicia y el hombre y el mundo necesitan más el amor que la justicia. Necesitamos de Jesucristo que hoy nos dice a cada uno de los hombres, “¿qué quieres que te haga?”. Tenemos la gran ocasión de pedir. Pidamos algo más que una efímera limosna. Quizá, nuestra respuesta debiera ser: Señor, necesito de tu Amor para recuperar la dignidad de persona. Dame tu Amor.
Con gran afecto y mi bendición
+ Carlos, Arzobispo de Valencia

RESSÓ DE LA PARAULA. Agustín Cortés.

Ya es difícil ver la propia realidad, pero más difícil aún es reconocerla y aceptarla cuando no es como querríamos que fuese. Por ello la oración del Salmo 50, apelando a un esfuerzo de sinceridad, sigue: «Reconozco que he sido rebelde; mi pecado no se borra de mi mente. En verdad, soy malo desde que nací; soy pecador desde el seno de mi madre. En verdad, tú amas al corazón sincero, y en lo íntimo me has dado sabiduría» (3-6).
San Anselmo, comentando este Salmo reza diciendo: «Conocía mi pecado en parte, pero no como Tú lo conoces, no como soy conocido por ti… Mi corazón queda impenetrable incluso a mí mismo…pero Tú escrutas los abismos». La verdad sobre nosotros mismos normalmente permanece escondida a nuestros ojos. Si nos la dice un enemigo, nos enfurece; si nos la dice una autoridad, nos asusta; si nos la dice un amigo, nos sorprende y nos acongoja, pero nos cura. Le pedimos a Dios que nos diga la verdad como sabio y clarividente, pero sobre todo como buen amigo. Es por ello por lo que antes de acercarnos al Sacramento de la Penitencia y, sobre todo, a lo largo de la Cuaresma nos conviene escuchar mucho la Palabra de Dios, para que Él nos diga las verdades que sus ojos de buen amigo descubren en nosotros.
La sencillez es la clave de muchas gracias. Para el humilde que tiene ante sí sus faltas y asume su responsabilidad, los pecados ya no son obstáculo en la relación de comunión y amor con Dios. San Jerónimo aconsejaba: «Si tienes tus pecados delante de ti, Dios no los pondrá delante de Él». Incluso cuando —como es el caso del salmista—el pecado se siente como una realidad abrumadora y envolvente, arraigada en una tendencia «innata» (desde el seno de la madre).
Es esa tendencia a poseer, retener la vida, reafirmarla ser el centro, dominar, exigir, acumular bienes y placer… que empapa toda la vida y que tiene sus manifestaciones bien visibles en las rupturas, los falseamientos, los abusos, las peleas…
Una tendencia poderosa que a veces queda viva influyendo a escondidas, bajo apariencias de virtud, haciendo que demos una imagen falsa a los ojos de los otros y de uno mismo. Entonces el humilde sabe que con toda esta pobreza moral en las manos sólo puede presentarse ante el Dios-amigo diciéndole: «Mira, este soy yo, desnudo y cargado de defectos». Como decía Juan Pablo II, hablando de Adán y Eva en el paraíso antes de pecar: estaban desnudos sin avergonzarse, porque el amor los hacía transparentes; después del pecado se tenían que ocultar de Dios y del otro. Pero ahora Dios trata de restablecer el amor y con él la desnudez espiritual.
—Sólo ante Dios, que me ama, puedo estar desnudo y transparente, sin avergonzarme.
—Sólo ante Dios de ojos clarividentes y amorosos soy quien soy.
—Sólo ante Dios humillarse no es humillante.
No hay dignidad mayor que la de aquel que sabe desnudarse de todo tipo de mentira y se deja
sostener por los brazos del amigo que se apresura a abrazarlo y cubrirlo con vestido de fiesta.
† Agustí Cortés Soriano
Obispo de Sant Feliu de Llobregat http://www.bisbatsantfeliu.org/mcs/FullDominical/2010/100228_7_9.pdf


NOTICIAS JUNIORS.
ENCONTRE EDUCADORS 2010.TEMA: CHARLIE I LA FABRICA DE XOCOLATE. SERÀ UN ENCONTRE DIVERTIT I EDUCATIU Q ENS DONARÀ ALGUNES PAUTES PER A SER CADA DIA UN POC MILLORS COM A EDUCADORS I COM A PERSONES. VINE, SEGUR Q ENS HO PASSEM DE CINE I CONEIXEM MOLTA GENT NOVA.
SEMPRE UNITS!!!













T’ESPEREM: DISSABTE I DIUMENGE 27 I 28 DE FEBRER EN LA MAIANSA D’ONTINYENT

jueves, 18 de febrero de 2010

Nº 31. 21 de Febrero de 2010. I Domingo de Cuaresma.

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 26, 4-10Dijo Moisés al pueblo:— «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios.Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios:“Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas.Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa.Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud.Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel.Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado.”Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.»Palabra de Dios.
MEDITACIÓN

El texto que nuestra madre la Iglesia nos propone como primera lectura pertenece al Código Deuteronómico (Dt 12-26) o conjunto de leyes que el Pueblo ha de observar en la Tierra Prometida en la que está a punto de entrar. Entre ellas se encuentra la ofrenda de las primicias, o primeros frutos de la cosecha, cuyo ritual desemboca en la profesión solmene que evoca a Jacob, el “padre” de las Doce Tribus, un “arameo errante”.
Así el texto nos presenta un resumen de lo que se desarrollará a lo largo de la cuaresma, una historia en la que Dios lleva a su Pueblo, realizando con él un pacto de amor. Así en este Credo el Pueblo confiesa la acción de Dios, quien tomó en sus manos a un arameo errante, lo liberó de la esclavitud de Egipto y lo introdujo en la tierra que mana leche y miel.
En este arameo errante descubrimos nuestra historia personal y la historia de nuestro Centro Junior, reviviendo individual y colectivamente el camino de Israel, de vivir errantes, sin sentido ni valores por la vida, ser liberado de cuanto nos impedía ser felices y entrar en la Pascua, es decir, en el misterio de amor al que llegamos gracias al bautismo y que revivimos cada vez que nos acercamos a Cristo en los sacramentos del perdón y la eucaristía. Ya no son unos frutos lo que le ofrecemos a Dios, sino nuestra vida. Así en la oración personal y comunitaria revivimos esta historia, nuestro paso de ser errantes a ser hijos de Dios que viven en la Iglesia, la tierra que mana la miel de la Palabra y la leche de los sacramentos.
SALMO

Salmo responsorial Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15 (R/.: 15b)R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.Tú que habitas al amparo del Altísimo,que vives a la sombra del Omnipotente,di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» R/.No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenespara que te guarden en tus caminos. R/.Te llevarán en sus palmas,para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. R/.«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.» R/.
MEDITACIÓN
Con Israel: este es un salmo de peregrinación. Es el rey quien comprometido en una guerra contra las naciones paganas, que representan los poderes del mal, sube al templo para pasar allí la noche en oración. Así en la primera estrofa el rey llega ante el templo y expresa su intención(“di al Señor: refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti”). Seguidamente los sacerdotes del lugar lo reciben diciéndole cuánta confianza debe depositar en la protección divina (“no se te acercará la desgracia,...”, finalmente Dios toma la palabra y le anuncia la victoria en el combate (“Se puso junto a mí: lo libraré,...”).
Con Jesús: después de cuarenta días de oración y ayuno pasados en el desierto cerca de Dios, antes de emprender el combate que le llevará a la Pascua, a su muerte y resurrección, Jesús es tentado. Pero Jesús ora y vive el salmo y encontró en sus palabras fuerzas para enfrentarse al mal en el combate de la cruz. Los últimos versos son la promesa realizada en la resurrección. Todo el poder de Jesús se encuentra no en sus fuerzas, sino en la confianza puesta en Dios, en el Dios a quien recurre y que es su alcázar y su baluarte.
Con nuestro tiempo: nuestra vida es combate continuo que comenzó el día en el que abandonamos la paz de las entrañas maternas y tuvimos que enfrentarnos al nacimiento, para seguidamente sentir frío, tener que respirar, llorar,... La lucha está ahí, contra nosotros mismos, contra el egoísmo de los demás, contra la naturaleza, las enfermedades, las inclemencias del tiempo, los problemas, las dificultades,... Ante ellas, desde siempre el ser humano ha tenido la tentación de evadirse: una borrachera, una noche de desenfreno, la droga,... son medios para olvidar y asumir los momentos duros de la vida, los fracasos, los conflictos. Sin embargo el salmo nos ofrece otro camino: la oración. Subir al templo, dejar por una noche nuestro mundo, entrar en el silencio de ella y rezar, confiarle a Dios el problema que nos angustia, el combate ante el cual hemos de enfrentarnos y confiar en Él. Este es el camino que siguió el salmista y Cristo, en él no se apartaron del problema, sino que encontraron en Dios fuerza para poder enfrentarse a él en toda su crudeza. Para el rey que ora fue una guerra, para Jesús fue la pasión y muerte. Ambos vencieron, no por sus fuerzas, sino porque se dejaron ayudar por Dios. También nosotros estamos convencidos que en el combate más decisivo de nuestra vida, la propia muerte, saldremos victoriosos, resucitaremos.

Con los juniors: la Iglesia ofrece todos los jueves este salmo para rezar antes de acostarse. Es el salmo de las Completas, es decir de la oración de la noche que rezamos obligatoriamente los sacerdotes, religiosos y religiosas y también aquellos cristianos que desean alimentar la jornada de la Liturgia de las Horas. Y con él, como Jesús en la noche del Jueves Santo, en Getsemaní, nos preparamos para reposar en la sombra protectora del Todopoderoso y para ser liberados de la oscuridad de la noche y el sueño. En cuanto juniors, esta cuaresma puede ser una buena ocasión para adentrarnos en la oración de la Iglesia, dedicar tiempo a rezar por la mañana (Laudes), durante el día (Hora Intermedia y Oficio de Lecturas), al atardecer (Vísperas) y antes de acostarnos (Completas), o al menos alguna de ellas. En esta web se encuentra cada día las oraciones correspondientes: http://www.liturgiadelashoras.com.ar/

Inspirado en NOEL QUESSON50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo IIPAULINAS, 2ª Edición. BOGOTA-COLOMBIA-1981.Págs. 252-255



CARLOS VALLÉS. BUSCO TU ROSTRO.
DIOS SE CUIDA DE MI
«El te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás, su brazo es escudo y armadura».
Mi vida entera está bajo tu protección, Señor, y quiero acordarme de ello cada hora y cada minuto, según vivo mi vida en la plenitud de mi actividad y el descanso de tu cuidado.
«No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía».
De día y de noche, en la luz y en la oscuridad, tú estás a mi lado, Señor. Necesito esa confianza para enfrentarme a los peligros que me acechan por todas partes. Este mundo no es sitio seguro ni para el alma ni para el cuerpo, y no puedo aventurarme solo en terreno enemigo. Quiero escuchar una y otra vez las palabras que me aseguran tu protección cuando empiezo un nuevo día al levantarme y cuando entrego mi cuerpo al sueño por la noche, para sentirme así seguro en el trabajo y en el descanso bajo el cariño de tu providencia.
«No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra».
Hermosas palabras llenas de consuelo. Hermoso pensamiento de ángeles que vigilan mis pasos para que no tropiece en ninguna piedra. Hermosa imagen de tu providencia que se hace alas y revolotea sobre mi cabeza con mensaje de protección y amor. Gracias por tus ángeles, Señor. Gracias por el cuidado que tienes de mí. Gracias por tu amor.
Y ahora quiero escuchar de tus propios labios las palabras más bellas que he oído en mi vida, que me traen el mensaje de tu providencia diaria como signo eficaz de la plenitud de la salvación que en ellas se encierra. Dilas despacio, Señor, que las escucho con el corazón abierto.
«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi nombre; me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación».
Gracias, Señor.
http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/CUARESMA/01C/marco_cua_01c.htm

EGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 8-13Hermanos:La Escritura dice:«La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.»Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos.Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás.Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.Dice la Escritura:«Nadie que cree en él quedará defraudado.»Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan.Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»Palabra de Dios.
MEDITACIÓN

Si alguién nos preguntase que es ser junior y como serlo, posiblemente diríamos que junior es el que acepta la ley y los principios de vida junior, recibe el crismón y la pañoleta y participa de nuestras actividades. Y sin embargo con esta afirmación estaríamos equivocados. Porque el centro puede imponer la pañoleta a una persona y no ser realmente junior. “Juniors m.d. es un movimiento formado por laicos”. Esta es la definición que ofrece el libro Rasgos e Identidad. Por tanto nuestro movimiento está formado por laicos y un laico es una persona bautizada que no es sacerdote o religioso/a. Así un no bautizado no es laico y por tanto no puede pertenecer al movimiento junior ni ser junior. ¿Y los sacerdotes?, formamos parte de él como consiliarios que acompañamos, pero no pertenecemos a él, en cuanto es un movimiento laical.
Así pues el junior es un bautizado y u bautizado es alguien que cree con el corazón, es decir, con toda su persona, que Dios ha resucitado a Jesús entre los muertos y profesa de palabra que Jesús es el Señor. Sin la fe y la confesión no hay junior, por mucho que lleve una pañoleta o sea educador, puesto que éste tiene la misión de transmitir a los niños lo que él cree, anunciarles el núcleo de nuestra fe, lo que da la razón a nuestra existencia, no un dato histórico, sino la raíz de todo nuestro actuar, la resurrección de Jesús y su señorío: Cristo muerto y resucitado es el origen de nuestro movimiento, la meta hacia la que caminamos, el centro de todo lo que hacemos, el motor de las actividades, el Señor.
EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 1-13En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordány, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientrasera tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: — «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: —«Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”.» Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo—«Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.» Jesús le contestó: — «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.»Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: —«Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán ensus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.» Jesús le contestó: —«Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.» Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
El texto que hoy meditamos se encuentra a continuación del bautismo y la genealogía de Jesús. Es decir, quien se ha manifestado como el Hijo amado del Padre, es hombre verdadero, insertado en una genealogía que simbólicamente, a diferencia Mateo se remonta hasta Adán. Seguidamente el Espíritu, el mismo que estuvo presente en la anunciación y en el bautismo lo conduce al desierto durante cuarenta días. Éstos evocan los cuarenta años de Israel en el desierto, donde por una parte experimentó el amor de Dios y por otra su fe fue puesta a prueba.
Y Jesús también sufre la tentación, éstas son tres visiones erróneas sobre la misión de Hijo de Dios: usar el poder divino en provecho propio, es decir, buscar el propio interés por encima de todo, frente a la cual Jesús responde volviendo a lo esencial: “no sólo de pan vive el hombre”. La segunda tentación es el veneno del ejercicio del poder a cambio de cambiar el propio orden de valores y frente a ella Jesús responde manteniéndose firme en sus valores, colocando a Dios en primer lugar y adorando al único que merece adoración. Y la tercera tentación es la del triunfalismo, cuyo antídoto es no probar a Dios.
Pero lo más importante de este texto no son en sí las tentaciones, sino el triunfo de Cristo sobre ellas, cuyo secreto se encuentra en la docilidad al Espíritu Santo y la oración, alimentada por los textos bíblicos.
EL EVANGELIO COMENTADO POR LOS SANTOS PADRES

Es conveniente recordar cómo el primer Adán fue expulsado del paraíso al desierto, para que adviertas cómo el segundo Adán [Cristo] viene del desierto al paraíso...; la muerte por un árbol, la vida por la cruz. Uno, despojado de lo espiritual, se ha cubierto con los despojos de un árbol; el otro, despojado de lo temporal, no ha deseado un vestido corporal. Adán está en el desierto, también en el desierto está cristo; ciertamente Él sabía donde podía encontrar al condenado para disipar su error y conducirlo al paraíso... Jesús, pues, lleno del Espíritu Santo, es conducido al desierto inintencionadamente, con el fin de provocar al diablo misteriosamente, pues si éste no hubiera combatido, el Señor no hubiera vencido por mí.
San Ambrosio.
Pero observa las armas de Cristo, gracias a las cuales Él ha triunfado por ti, no por Él. En efecto, ha mostrado que su poder podría cambiar las piedras en pan, cuando ha transformado otra naturaleza; mas te enseña que no hay que obrar al arbitrio del diablo, ni siquiera para mostrar tu fuerza. Mira que clase de armas emplea para defender al hombre contra los asaltos del espíritu perverso, fortificándole y guarneciéndole contra las tentaciones de la gula. No usa, como Dios, su poder -¿para qué me aprovecharía?-, mas, como hombre, busca una ayuda común, para que, ocupado en alimentarse de la lectura divina hasta olvidar el hambre corporal, adquiera el alimento de la palabra celestial. Ocupado de esta forma, Moisés no deseó el pan; ocupado de esta forma, Elías no sintió el hambre de un ayuno prolongado.
San Ambrosio
No hay que pensar que cuando le muestra los reinos del mundo, el diablo haga ver a Jesús reinos como el de Persia o el de India. “Le enseñó todos los reinos del mundo” significa que le enseñó sus dominios, su manera de dominar el mundo, para obligarle a realizar su voluntad y tratar de dominar a Cristo.
Orígenes


La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 3. Evangelio según san Lucas. Ciudad Nueva


ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-
Experiencia:
Todos tenemos deseos de grandeza y añoramos aquellos tiempos en los que fuimos grandes. Es la cantinela que resuena a veces en las reuniones, cenas y convivencias de educadores, “¿recordáis cuando éramos...?, si ¿y aquel campamento en el que llegamos a ser... niños?”. Si miramos atrás nuestra historia lo que más recordamos es el número. Lo mismo ocurre hoy, queremos ser el movimiento juvenil más importante en número y lo presentamos como un aval. Pero ¿lo más importante es el número? ¿lo más importante en nuestra vida es lo que hemos sido en el centro junior o lo que hemos hecho en él? Sin minusvalorar los logros, pero realmente no puede ser lo primero. Ahora es un buen momento para mirarnos, como bien afirmaba san Ignacio de Loyola, las dos banderas. El mundo me ofrece poder, éxito, triunfo inmediato, fama,... Mi vida como consiliario o educador junior muchas veces la vivo como medio para tener y saciar el hambre que tengo de ser alguien en la sociedad, en el pueblo, en el grupo de niños,...; otras veces quiero tener poder e incluso llego a pensar que si la Iglesia tuviese poder o el movimiento junior fuese influyente las cosas nos irían de otra forma y sacrifico por el poder mis ideales, callo cuando debiera hablar, me inhibo de los problemas de los demás por miedo a “no salir en la foto”; y en otras ocasiones intento manipular a Dios, le pongo condiciones para seguir siendo cristiano, me enfado cuando lo que con mucha devoción y muchas velas le he pedido y sin embargo no se ha hecho realidad mi deseo.

Reflexión:
Jesús también fue tentado. Al comienzo de su ministerio tuvo la tentación del triunfalismo, sin embargo, con la mirada puesta en el desierto de la cruz, no se dejó vencer por ella. Ante mis tentaciones, ¿qué me dice Jesús? ¿Qué significa la respuesta de Jesús? ¿cómo me ayudan a vencer el deseo de poseer, poder y placer?
Compromiso.
Tratar de estar vigilante ante estas tentaciones.

Celebración:
Repite pausadamente las respuestas bíblicas de Jesús.





ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN - CENA DEL HAMBRE

EXPERIENCIA:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María, Biblia, cartel y vela encendida.

Signo de esta semana: un saco de yute extendido, encima colocamos un cuenco con ceniza y la vela encendida. Apartados de ellos revistas o ilustraciones donde aparezcan los famosos de nuestro tiempo.

Preparación: introducimos la oración situándonos en la cuaresma y acentuando la sobriedad de la liturgia, es tiempo de conversión, de desierto.

Proclamación del Evangelio: leemos el Evangelio del domingo. Podemos proyectar el powerpoint de las benedictinas de Montserrat.

REFLEXIÓN:
Interiorización : ¿Qué descubro ante mí?, ¿dónde está mi corazón: en la ceniza o en las revistas? ¿cuales son las tentaciones de Jesús? ¿en qué se parecen a las que yo tengo?
COMPROMISO:
Gesto: al comenzar la cuaresma deseamos vivir cerca de Cristo, rechazando la tentación de la fama, el dinero, el consumismo, el ser yo, aunque sea sufriendo los demás y optamos por Jesús. Por ello nos levantamos, tomamos ceniza y la vertemos sobre nuestra cabeza y sobre las revistas o ilustraciones. Al final estas quedarán cubiertas por la ceniza, es entonces cuando un educador encenderá una vela y la colocará sobre las revistas cubiertas de ceniza.

Oración final: rezamos una de las oraciones propuestas más abajo.
GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición de entrada.-
Queridos hermanos y hermanas:
El miércoles, en la misa en la que el sacerdote depositó ceniza sobre nuestras cabezas, comenzamos los cuarenta días que terminarán en la Pascua y en los que Dios nos ayudará a tratar de ser mejores, a rezar más, no ser tan caprichosos y estar más tiempo con nuestros padres y abuelos y menos en la tele, la wi, el tuenti o internet.
[si hay celebración del perdón:]
Además para los niños y niñas de Primera Comunión hoy es un día muy especial porque vamos a celebrar el sacramento del perdón, que es muy bonito porque cada vez que nos confesemos Jesús nos perdonará y nos dirá que nos quiere muchísimo.

Acto penitencial.-
Somos cristianos y sin embargo preferimos la tele o los tebeos a estar contigo. Señor, ten piedad.
Un niño presenta un comic
Somos cristianos y sin embargo preferimos escuchar música a rezar. Cristo, ten piedad.
Un niño presenta un CD
Somos cristianos y sin embargo preferimos comprarnos cosas a compartir con los que no tienen. Señor, ten piedad.
Un niño presenta chucherías.

Monición Primera lectura.-
En estos domingos de cuaresma vamos a conocer la historia de un pueblo, el pueblo de Israel. Así este domingo la primera lectura nos hablará de como Dios hizo de un pueblo vagabundo una gran nación. Y como ellos lo recordaban cada año cuando le presentaban a Dios los primeros frutos de la cosecha.
[En la celebración del perdón]
También nosotros cuando pecamos nos convertimos en vagabundos y cuando nos confesamos Dios nos recibe en su casa.

Monición Segunda lectura.-
En la segunda lectura nos dice San Pablo que Dios está muy cerca de nosotros, en nuestro corazón es donde nos habla.

Monición evangelio.-
Hola amigos y amigas. Otra vez vengo a contaros una historia de Jesús, esta vez Jesús estaba en el desierto solo, rezando y preparándose para realizar lo que el Padre Dios le había mandado y entonces recibió una visita bastante desagradable. Estad atentos.


Homilía.-
La lectura del evangelio se puede realizar de la siguiente forma: la primera tentación en un lateral del crucero, la segunda en el presbiterio y la tercera en la sede. En cada una de ellas los niños colocan en un panel la tentación, puede ir escrita dentro de la ilustración de una manzana: dinero-poder-fama.
En la homilía podemos servirnos del material “Los niños y niñas celebran la Cuaresma. El crecimiento de un árbol” de la Editorial CCS. En él se propone ir construyendo un árbol:
Miércoles de Ceniza: tres raíces (oración-ayuno-limosna) y el tronco.
Domingo de Cuaresma: cinco ramas (No sólo de pan vive el hombre – Éste es mi hijo amado. ¡Escuchadle! – Quizá dé fruto más adelante – mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida – Yo tampoco te condeno) y en el quinto domingo diversas frutas.
Domingo de Ramos: el sol con un rayo.
Jueves Santo: segundo rayo.
Viernes Santo: tercer rayo.
Sábado Santo: cuarto rayo.
Domingo de Pascua: se colorea el sol con muchos colores.
[En la celebración del perdón]
El sacerdote entrega a cada niño un corazón sin colores, les pide que lo contemplen. Es su corazón. Pero cada día cometemos pecados. El sacerdote también tiene uno. Realiza un breve examen de conciencia y va arrugando el corazón. Los niños le imitan. Hasta que el corazón se convierte en algo que ya no se parece a lo que en un principio fue.
A continuación cada niño se acerca con ese corazón al sacerdote. Se confiesa. Se lo entrega y el presbítero le ofrece otro de colores con una frase (“te quiero y te perdono”), colgándoselo del cuello.
Peticiones.-
Por la Iglesia, para que confíe más en Dios y desconfíe del poder, el dinero y la fama. Roguemos al Señor.
Por el Papa Benedicto, para que Dios le ayude cada día a no caer en las tentaciones. Roguemos al Señor.
Por nuestras catequistas, para que no se desanimen del trabajo que hacen ayudándonos a querer mucho a Jesús. Roguemos al Señor.
Por nuestros padres, para que nos enseñen a ser niños capaces de sacrificarnos por los demás y renunciar a nuestros caprichos. Roguemos al Señor.
Por los sacerdotes, para que no se cansen de perdonar los pecados y Jesús les ayude a vivir el sacramento del perdón. Roguemos al Señor.
Por los enfermos y enfermas de nuestra parroquia, para que Dios les de fuerza para no caer en la tentación de desanimarse. Roguemos al Señor.
Por los que niños y niñas que vamos a confesarnos, para que como va a hacer Jesús con nosotros, seamos capaces de perdonar a los que se portan mal con nosotros. Roguemos al Señor.


Ofrendas.-
Los niños se acercan con unos carteles donde hay escrito: SOMOS MÁS QUE LOS OTROS NIÑOS – QUEREMOS TENER MUCHAS COSAS – ES MEJOR MANDAR QUE AYUDAR, lo rompen delante de todos y lo ofrecen al sacerdote. Cesta con frutos y Pan y vino.
Webs con guiones para la misa del Domingo IV:
http://www.salesianosbilbao.com/modulos/usuariosFtp/connrecu/recur2444A.pdf
http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/CICO%20C%20(09)/MISA%20FAMILIAR%205º%20C.doc
http://www.sta-catalina.com/














































EL EVANGELIO REPRESENTADO CON NIÑOS
* PERSONAJES: Lucas. Cinco niños o niñas del PÚBLICO. JESÚS. Tres diablos. Voz en off.
* MATERIALES NECESARIOS: Música suave y estridente. Tres caretas de diablo. Escalera de tijera o similar. Piedra.
* ESCENIFICACIÓN: (Música suave. Los cinco niños o niñas se hallan sentados en diversos lugares entre el PÚBLICO. En un extremo del presbiterio, estará colocada la escalera, cajón o similar y algo retirada de ésta, la piedra. Aparece Lucas y se dirige a todos. Cesa la música).

LUCAS: ¡Hola, amigos y amigas! Otra vez vengo a contaros una historia de JESÚS. (Los niños-as del PÚBLICO se ponen en pie para intervenir y hablan con seguridad y satisfacción por dominar el tema. Al escucharse la voz en off, ocupan sus respectivos asientos.)
PÚBLICO 1: ¡Hola, Lucas! Pero... ¿será una historia de la Cuaresma, verdad?
PÚBLICO 2: Sabemos que la Cuaresma empezó el pasado miércoles, por eso nos pusieron "la ceniza".
LUCAS: Entonces, seguro que también sabéis lo que significa la palabra Cuaresma.
PÚBLIC 3: ¡Claro! Cuaresma significa cuarenta días, los cuarenta días que JESÚS pasó en el desierto.
PÚBLICO 4: En el desierto JESÚS estaba solo, rezando y preparándose para realizar la tarea que el Padre Dios le había mandado.
PÚBLICO 5: Sí, sí, JESÚS estaba solo en el desierto, pero recibió una visita bastante desagradable.
LUCAS: Esa "visita" la recibimos todos de vez en cuando. JESÚS nos enseñó cómo tenemos que enfrentarnos a ella. (Vamos a verlo! (Música impactante. Luces tenues. Lucas ocupa un lugar con el resto del PÚBLICO. Voz en off, fuerte, clara y solemne. Música de fondo.)
VOZ EN OFF: En aquel tiempo, JESÚS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán. (JESÚS avanza por el pasillo central hasta llegar al presbiterio o escenario. Allí se arrodilla de cara al PÚBLICO y junta sus manos en actitud orante.) Y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. (Aparecen los tres diablos y dan vueltas en torno a JESÚS, lentamente y sin aproximársele demasiado.) Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. (JESÚS se pone en pie, llevándose las manos al estómago. Los diablos se retiran a un extremo. Avanza hacia JESÚS, con movimientos felinos, el diablo 1.)
DIABLO 1: (Retador. Señala la piedra.) Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
DIABLOS 2 Y 3: ¡Díselo, díselo!
JESÚS: (Fuerte y categórico.) "No sólo de pan vive el hombre". (El diablo 1 da una patada en el suelo y enfadado se une a sus compañeros. Camina hacia JESÚS el diablo 2 y le toma del brazo, llevándole hacia el extremo del presbiterio o escenario, señalando con un gesto amplio al auditorio mientras se escucha la voz en off.)
VOZ EN OFF: Después, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo:
DIABLO 2: Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.
DIABLOS 1 Y 3: ¡Arrodíllate, arrodíllate!
JESÚS: (Apartándose del diablo 2. Alto y firme.) Está escrito: "Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto". (El diablo 2 vuelve rabioso a su grupo. Es el turno del diablo 3 que conduce a JESÚS por el brazo hasta la escalera o similar, invitándole a subir en ella.)
VOZ EN OFF: Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
DIABLO 3: Si eres Hijo de Dios tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".
DIABLOS 1 Y 2: ¡Tírate, tírate!
JESÚS: (Baja de la escalera. Terminante.) Está mandado: "No tentarás al Señor tu Dios".
DIABLOS 1, 2, 3: (Enfurecido.) ¡Nos has vencido, pero ya buscaremos otra ocasión! (Se van corriendo del presbiterio)
Fuente: salesianos.


ORACIÓN
¡Loado seas, Señor, NUESTRO ÚNICO DIOS.
Queremos amarte con todo nuestro corazón,
con toda nuestra alma, con todo nuestro ser
y con todas nuestras fuerzas.
Pero también te decimos que
queremos, al mismo tiempo,
amar a los hermanos
con todo nuestro corazón,
con toda nuestra alma,
con todo nuestro ser
y con todas nuestras fuerzas,
pues así amó al hombre tu Hijo,
nuestro Amigo Jesús
y nos ha dicho que
nos amemos como Él
nos ha amado.
Amar así,
será,
nuestro distintivo
de verdaderos cristianos.
Adviento-pascua-navidad-cuaresma. Ciclo C. Juniors m.d.









VIA CRUCIS JUNIOR: COMPROMETIDO CON CRISTO.

Primera estación: Jesús condenado a muerte
Del evangelio de S. Juan:
“Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos”.
Jesús se compromete a seguir el camino que el Padre le marca, un camino que lleva a morir a sí mismo para que se cumpla la voluntad del Padre.
Nuestro compromiso con Cristo exige de nosotros estar dispuestos a ir por el camino que Jesús nos marca, éste es el de la cruz, el de como Él morir a nuestros deseos para que nuestro corazón piense, actúe y ame como Cristo.
Como junior, ¿estoy dispuesto a morir a mí mismo para que Cristo viva?

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas
Del evangelio de S. Mateo:
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
La voluntad de Cristo no fue otra que la voluntad del Padre y no fue fácil, pues le exigió cargar con la cruz, el peso de una vida de entrega por los demás, esa fue la cruz de Cristo, en ella estamos cada uno de nosotros, a quienes lleva sobre los hombros.
Nuestro compromiso con Cristo lo es también con los demás. Él nos pide que amemos a los otros como Él los ama. Ellos forman parte de nuestra cruz, son los nombres escritos en ella: los padres, los hermanos, el marido, la esposa, los hijos e hijas, los vecinos, los compañeros de trabajo, los miembros de la parroquia, del movimiento junior,...
Un momento para pensar en ellos, especialmente en esos niños del grupo que en un campamento son una pesada carga, ante la cual no me he desentendido, sino que la he asumido, desbordando en ellos mucho amor.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
Del salmista:
No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos; ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación.
Vivir para Dios es morir a uno mismo llevando la pesada carga de los demás y Cristo, en cuanto hombre que era, cayó. Muchas veces se cansó, sintió la amargura de la ingratitud, el abandono de sus íntimos, la traición de su amigo, el silencio de Dios. Abatido bajo el peso de la cruz, siguió confiando en el Padre.
También nosotros a veces experimentamos esa amargura, darse a quienes amamos no significa recibir siempre la recompensa de la gratitud. La ingratitud de quienes les habíamos dado todo son golpes que nos derriban, pero como Jesús miramos a lo alto, sentimos la mano de un Dios que nos levanta.
¡Esperábamos tanto y sin embargo, sin merecerlo! ¡Cuántas veces nos ha pasado esto! Lo dimos todo por ese grupo y sin embargo ni siquiera nos saludan. Nuestro compromiso con Cristo nos lleva a no desalentarnos a pesar de la ingratitud de quienes un día cantaron con nosotros alrededor de la bandera.
Cuarta estación: Jesús encuentra a su santísima Madre
Del libro de las Lamentaciones:
¿A quién te compararé, a quién te asemejaré, hija de Jerusalén? ¿A quién te igualaré yo para consolarte, oh doncella, hija de Sión?
María estaba allí, cerca del camino y sufre en silencio. María no habla, acompaña a Cristo.
También en nuestra vida hay personas que sufren en silencio los problemas, las contrariedades, los fracasos, las crisis,... No preguntan, no dan consejos vacíos, sencillamente están ahí y nosotros lo sabemos. En su silencio experimentamos un amor fuerte, que respeta nuestro dolor y reza a Cristo para que nos ayude.
Son los padres, la esposa, el esposo, los hijos, ellos están siempre ahí, en silencio nos acompañan, permiten les abandonemos por unas horas, unos días, para que estemos con los niños, vivamos nuestro compromiso de hacer presente a Cristo en la vida de ellos y ellos están ahí, especialmente cuando por teléfono o al regresar al hogar deshagamos los problemas sufridos esos días.


Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
De la carta del apóstol S. Pablo a los colosenses.
Llevad los unos las cargas de los otros y cumplid así plenamente la ley de Cristo.
Vivir para Dios no es tarea de una sola persona, se necesita la ayuda de los demás y Cristo en su camino no quiso la cruz para Él sólo, dejó que le ayudase el Cireneo. No hay heroísmos individualistas, sino abandono en la Providencia.
Ser cristiano y tratar de serlo en toda su radicalidad no es una acto individual sino comunitario, nuestro compromiso es con los otros. Así no estamos solos, en la Iglesia siempre hay cireneos: el sacerdote que me escucha y perdona los pecados, el o la acompañante espiritual, esa persona a quien admiramos, la propia pareja.
Y en el movimiento junior ¿cuántas personas son cireneos?: el consiliario, acompañante espiritual del educador, especialmente del Jefe de Centro; los educadores con más experiencia. Ellos están ahí, para ayudarnos a caminar por el camino que Jesús nos marca, pero, ¿nos dejamos ayudar? ¿confiamos en ellos? ¿nos desprendemos fácilmente de nuestra cruz, nuestros problemas, dudas, conflictos y los depositamos en sus manos?
Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús
Del Evangelio de San Lucas:
Y acercándose, le vendó las heridas, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una pasada y cuidó de él.
Y Jesús se dejó amar por esta mujer, permitió que acariciase su rostro y le devolviese, limpio de sangre, la belleza genuina. Ella fue buen samaritano para Jesús y quien había venido a cuidar de los demás, se dejó cuidar.
El camino de la cruz, nuestro compromiso radical con el Evangelio, conlleva sufrimiento, pero también nos ofrece momentos de gozo, de valorar lo importante de nuestra vida y esto no es tener cosas, dinero, comodidades, buenos viajes,... sino valorar lo sencillo, una lágrima enjugada, un corazón que se acerca y escucha.
Son los pequeños gestos, esos momentos insignificantes los que tienen valor en nuestro compromiso con Cristo, los que compensan todo el sacrificio de un curso, una convivencia, un campamento: ese niño que le dice a su padre, “es mi monitor”, esa palabra oportuna en un momento de cansancio, esa mirada cálida tras una jornada agotadora.

Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Del salmista:
Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro, soy un extraño para mis hermanos.
El compromiso con el Padre de Cristo llevó consigo sufrir afrentas y vergüenza, ser un extraño para su familia y vecinos de Nazaret. Y Cristo, profundamente humano, humanísimamente afectivo, sufre, ama, espera, confía.
Nuestro compromiso con Cristo también nos lleva a sufrir la incomprensión y la burla de los familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, el desprecio de quienes nos consideran unas personas ilusas que siguen creyendo en un mensaje en el que pocos en nuestra sociedad creen realmente: el Evangelio de la vida, la solidaridad, el amor a Dios y al prójimo.
Por ti he aguantado. ¿Cuántas veces nos ha pasado lo que el salmista reza?, Pero, aún sigues con ellos, estás chiflado, irte de campamento con los juniors y encima que vas a trabajar pagar y aguantar al cura diciendo misa y comiéndote el coco. Las afrentas forman parte del camino de compromiso con Cristo, de vivir el estilo de vida junior.







Octava estación: Jesús amonesta a las mujeres de Jerusalén
Del Evangelio de S. Juan:
Porque, si en el leño verde esto hacen, ¿en el seco qué se hará?
Palabras vacías, aparentemente confortadoras, pero vacías. La Verónica no llora ni se lamenta, actúa, da la cara por Cristo, sin miedo. Ellas se lamentan, pero desde el lugar de los espectadores, sin entrar en el camino de Cristo. Y Jesús les amonesta. Aquellos que viven sin comprometerse con el Evangelio han de saber que, precisamente por su indiferencia e inhibición, sufrirán las consecuencias de no haber impedido el avance del mal.
También muchas veces preferimos ser espectadores. Nos pasamos el tiempo lamentándonos de la crisis social en la que vivimos, llorando al contemplar a los niños que mueren en África, a los padres que sufren a un hijo drogadicto, a las parejas desunidas, a las mujeres maltratadas, pero sin actuar. Palabras vacías si no van acompañadas por un compromiso serio por vivir el Evangelio y transformar la sociedad desde él.
Sí, ¿a quiénes se parecen estas mujeres? Claro está, a esos educadores y desgraciadamente a veces consiliarios que se pasan el tiempo criticando lo que hacen los otros, echando por tierra el último campamento, lamentándose por lo mal que va el Centro, pero sin comprometerse con el Centro, sin sentirse realmente juniors que aman a Cristo, sin colaborar a mejorar aquello que ven negativo.

Novena estación: Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
Del salmista:
La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hay.
Es la soledad de quien ha dicho sí al Padre. De nuevo, ya no bajo el calor de los olivos, sino en la frialdad del dintel de la muralla, Cristo cae. El no se haga mi voluntad sino la tuya ha sido probado tres veces, espera y no lo encuentra, es el compromiso purificado de toda esperanza de encontrar amor en este mundo.
Esperaron nuestros mártires y encontraron desprecio, esperaron las víctimas del terrorismo y encontraron silencio. También nosotros esperamos de nuestras fatigas y cansancios compasión, un poco de aliento que anime nuestro compromiso cristiano y muchas veces descubrimos que no la hay.
Y lo esperamos de quienes están cerca de nosotros, de nuestros amigos, cuando en la terraza de verano, en la comparsa o el casal, comienzan a reírse de nosotros, sencillamente porque somos juniors, jóvenes comprometidos con Cristo. Esperamos y no la hay, es el compromiso puro como el de Cristo, sin ningún deseo de recompensa mínima, sólo Dios basta.



Décima estación: Desnudan a Jesús, y le dan de beber hiel.
De la carta a Filemón:
Se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Antes de subir a la cruz Cristo se ha de desprender de todo, ir al Padre tal como es, sin esconder nada, desnudo. Y así entrará en el paraíso, el Gólgota donde comerá del árbol de la vida, plantado en mitad del jardín. Adán salió vestido. Cristo entra desnudo, con las manos vacías, todo para Dios, sin nada, ni siquiera un paño, para Él.
También nuestro compromiso con Cristo nos lleva a despojarnos de lo que es nuestro, lo que disimula nuestro pecado, de ese personaje ideal con el que nos vestimos. ¡Cuántas veces en nuestra vida cristiana hemos tratado de disimular ante los demás nuestras limitaciones, defectos y pecados! Tenemos vergüenza de presentarnos ante Dios tal como somos.
Fue en aquella revisión del campamento, de la convivencia, del sábado. Lo habíamos preparado tan bien, nuestra persona la habíamos envuelta en el ropaje de la vanidad, de creer ser el mejor que organizaba un juego, una dinámica, una oración. Y sin embargo todos se lanzaron contra nosotros. A tirones nos arrancaban el vestido de “monitor perfecto”. A veces el compromiso con Cristo exige tener la humildad de dejar que los demás nos despojen, conscientes que Él nos ama tal como somos, en nuestro yo real.

Undécima estación: Jesús clavado en la cruz
Del salmista:
Me taladraron las manos y los pies, puedo contar mis huesos.
Clavado en la cruz. Es lo único que le pertenece, clavado a la voluntad de Dios, con los pies anclados en la tierra y la vida del ser humano, la cabeza elevada al cielo y al corazón del Padre y las manos, las manos abrazando a toda la humanidad.
Clavados vivimos también nosotros. Comprometidos con Cristo, intentando cumplir su voluntad, puestos los ojos en lo alto, en Él, con los pies en la tierra, viviendo con realismo nuestro ser persona, con los brazos amando a todos los que nos buscan y a los que se mantienen a distancia nuestra.
He aquí el icono del educador junior: mirando a Cristo, con los pies en el camino que siguen los niños, con ellos, pisando las espinas del camino, los brazos abiertos, acogiendo a todos y las manos, taladradas, vacías, heridas por las horas de entrega al Centro Junior.






Duodécima estación: Jesús muere en la cruz
De la carta a los Romanos:
La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Esta es la meta de Cristo morir para que los demás tengan vida. Esta ha sido la voluntad del Padre que sea grano de trigo que muere en la tierra, que es triturado en el molino, amasado y horneado para ser alimento de los que tienen hambre de justicia, de amor, de misericordia, de compasión.
Y esta es nuestra meta como cristianos, dejar de pensar en nosotros mismos, morir a nuestro yo para que el tú tenga vida, dejarse acrisolar por el fuego del Evangelio.
Comprometidos con Cristo para dar la vida por los demás, en el sacrificio de una reunión, en el silencio de una oración, en el dinamismo de un juego,... morir a lo que nos apetece, a la comodidad, a llevar el campamento como yo quisiera, morir para que el Centro Junior viva, para que los niños encuentren en él a Cristo.

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su santísima Madre
Del Evangelio de S. Juan:
Estaba junto a la cruz de Jesús, su Madre.
María está ahí, recogiendo al hijo muerto. Madre de los Dolores, Madre de la Soledad. Y ella representa a la Iglesia, Madre de los que mueren en el estrecho, en los poblados africanos, en los barrios marginales de América Latina, en las fábricas de Asia, Madre que se compadece de Cristo sufriente y con Cristo, con María, llora con los que lloran.
Y nosotros, rostro vivo de la Iglesia, comprometidos con Cristo para estar al lado de tantas madres que lloran la muerte de sus hijos.
Comprometidos con Cristo para en la Iglesia acoger a cuantos mueren al margen de la sociedad. No podemos quedarnos sólo con la oración, la formación y los juegos. Nuestro compromiso con Cristo nos lleva como María a acoger al que ha sido despreciado por la sociedad, expulsado de la ciudad, excluido de Occidente, es el compromiso con los que son una carga, los que llevan la cruz del desprecio, los que mueren sin que nadie les llore.








Decimocuarta estación:Jesús es puesto en el sepulcro
Del evangelio de S. Mateo:
El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de los hombres, que le matarán y al tercer día resucitará.
Sepultado para resucitar. El compromiso de Cristo con el Padre no queda ahí, es también el compromiso del Padre con Cristo. El cumple su Palabra y resucita al Hijo Obediente Hasta La Cruz.
También Dios tiene ese compromiso con nosotros. Cristo es nuestra garantía. Si seguimos sus huellas resucitaremos. Morir a nosotros mismos no es sólo para que los demás tengan vida y para cumplir la voluntad de Cristo, es para tener vida. Como bien afirmó Oscar Romero, “si me matan resucitaré en el pueblo”. Morimos para resucitar, tener vida en la Casa del Padre, pero también en aquellos que nos aman.
Educador junior, comprometido con Cristo. Cristo, comprometido con el educador junior. Y Él se compromete a darnos vida, a hacer de nuestra muerte una entrega con sentido, a llenar de vida cuanto nosotros hagamos y un día, cuando nos llegue, a resucitarnos y ofrecernos una vida plena.

Al concluir este via crucis, Señor, quedemos ofrecer las gracias espirituales que en él se conceden por todos los difuntos de nuestras parroquias y por todos nuestros familiares difuntos. Ellos ya han recorrido este camino hacia el encuentro con el Padre.

Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz nos redimiste.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo.
CUARESMA CON LOS CUARENTA ÚLTIMOS.
Lunes 22: Bukina Faso.
Martes 23: Guinea Bissau
Miércoles 24: Niger.
Jueves 25: Mali
Viernes 26: Mozambique
Sábado 27: República Centroafricana.
Domingo 28: Chad.
http://www.marianistas.org/~justiciaypaz/cuaresma/

COMENTARIOS AL EVANGELIO
FRAY SANTIAGO AGRELO. ARZOBISPO DE TANGER.

Gratitud para Dios… pan para los pobres:

Los tiempos son de crisis en los países con un alto nivel de vida. Los tiempos son como siempre en los países del hambre. Y tú, Iglesia de Cristo, que has de multiplicar el pan y la compasión, empiezas tu camino cuaresmal, y lo haces presentando agradecida ante el Señor las primicias de la tierra que de él has recibido: El Señor “nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo, que tú, Señor, me has dado”. Una tierra de Dios, una tierra generosa, una tierra para el hombre, una tierra para la fe y el agradecimiento.
No dejes de mirar esa cesta que pones ante el altar del Señor: Es sacramento del don que has recibido de tu Dios; es memoria de la tierra con que has sido bendecida; es también sacramento de tu fe y rebosa con las primicias de tu agradecimiento.
Está tu Dios cerca de ti, tan cerca como la tierra que trabajas, tan cerca como los frutos del suelo que son tu alimento, tan cerca como la gratitud que llevas en el corazón.
No dejes de mirar esa cesta con las primicias de la tierra buena en la que el Señor te ha colocado para que la cultives y goces de su abundancia. Por gracia se te ha concedido entrar en Cristo Jesús, ser bendecido en él, ser justificado por él, ser amado del Padre como él. Ante el altar de tu Dios puedes presentar frutos de justicia y fidelidad, frutos de espíritu, de santidad y de gracia, frutos de verdad, de libertad y de vida que nunca hubieras cosechado fuera de la tierra buena que es Cristo Jesús.
Tu cestilla va diciendo con sabores de la tierra lo que con palabras de fe le dice tu corazón a tu Dios: “Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti”.
Tú que has entrado con Cristo en el desierto, allí serás tentada como Cristo.
El tentador te ofrecerá su pan de poder y de gloria, una tierra toda para ti al precio insignificante de que dobles las rodillas delante de él.
Pero tú, con tu cestilla y tu fe, seguirás diciendo a tu Dios: “Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti”. Tú sabes que el corazón se te quedaría de hielo si nada tuvieses que agradecer, nada que ofrecer, nada que cantar, nadie a quien decir: “Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti”. Tú sabes que la tierra toda sería para ti un desierto de muerte si no vieses en tu cestilla justicia y fidelidad, espíritu, santidad y gracia, verdad, libertad y vida.
No dejes de ofrecer tu cestilla, llena de gratitud para Dios, llena de pan –de la tierra y de Dios- para los pobres.


www.religiondigital.com

JUAN MANUEL BARREIRO, SACERDOTE. EN WWW.DIOCESISMALAGA.ES

Domingo I Cuaresma. Ciclo CJr 17, 5-8; Sal 1, 1-6; 1Co 15, 12.16-20; Lc 4, 1-13
La Cuaresma es una peregrinación hacia la Pascua que sitúa su punto de partida en la alianza que Dios ha hecho con el hombre. Todo arranca del designio salvador de Dios que ha hecho una opción decidida por la salvación y la felicidad del ser humano. Cada Cuaresma es una oportunidad más para volver al Dios vivo, manifestado en Jesucristo.
La primera lectura, del libro de Deuteronomio, retoma la más antigua confesión de fe de Israel. El pueblo de Israel es consciente de haberse puesto en camino con la ayuda de Dios. Después fue liberado de la esclavitud de Egipto. Después del éxodo, el pueblo conquista la tierra de la abundancia, Canaán, y reconoce que todo esto es un don del Dios que hace vivir y como agradecimiento, ofrece sus bienes en sacrificio.
San Pablo muestra cómo el judaísmo oficial ha echado en saco roto el verdadero sentido de la llamada de Dios. La relación de Israel con Dios ha quedado marcada por una concepción mercantilista: a cambio de una escrupulosa observancia de la Ley se tiene derecho a la bondad divina y al éxito final. Esta visión falsea el verdadero rostro de Dios y ha conducido a rechazar a Jesús y su mensaje de misericordia infinita. La Palabra de Dios, manifestada en Jesucristo, anuncia que las personas son amadas y son liberadas por pura gratuidad de Dios.
En el evangelio de san Lucas se nos subraya que, después del Bautismo, Jesús fue tentado: Para comprender la propuesta y el seguimiento de Jesús necesitamos volver al desierto, símbolo y señal de la alianza y del encuentro con Dios... El descubrimiento de un Dios que salva y libera de los designios del mundo. El Espíritu empujó a Jesús al desierto; se dejó tentar por Satanás. Las tentaciones deberían ser leídas como un resumen de los desafíos que Jesús, como siervo de Yahvé, tuvo que superar para ser fiel hasta el final: la tentación de la seguridad, de la vida sin riesgo, del buscar su propio provecho, de una vida centrada en el poder y en el prestigio para dominar a los demás; la tentación de un Mesías que busca ser servido en vez de servir... donde Israel sucumbió, Jesús se mantuvo fiel.
Vivamos esta Eucaristía en clave de fidelidad y de renovación interior para creer y vivir el Evangelio, para convertirnos siempre y volver nuestra vida a Jesucristo desde la fuerza del Espíritu Santo. Supliquemos la fidelidad, como nos recordaba el salmo, y peregrinemos hacia la Pascua, acompañados por la ayuda maternal de María.
Feliz día del Señor,
feliz y santa Cuaresma.
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
PERDER O GANAR
Era tentado por el demonio

En la vida no todo es crecer, avanzar o ganar. Hay muchos momentos en que la persona puede conocer la crisis sicológica, la enfermedad física o el oscurecimiento de la luz. Algo se rompe entonces en nosotros. Comenzamos a experimentar la vida como pérdida, límite o disminución. Ya no estamos tan seguros de nada. Ya no hay alegría en nuestro corazón. No somos los mismos. Podemos entonces rebelarnos y vivir ese momento como algo totalmente negativo que nos hace daño y mutila nuestro ser.
Pero lo podemos vivir de otra manera, como un desprendimiento o una pérdida que nos llevará a asentar nuestra vida sobre bases más firmes. Jesús hablaría de una poda necesaria para dar más fruto.
Si sabemos recorrer un itinerario humilde y confiado, «perder» nos puede conducir a «ganar». Hemos de empezar por aceptar nuestra situación. No es bueno negar lo que nos está pasando, ni disimularlo ante nosotros mismos y ante los demás. Es mejor reconocer nuestra limitación y fragilidad. Ese ser frágil e inseguro, poco acostumbrado a sufrir, también soy yo.
La crisis nos obliga a preguntarnos por nuestras raíces: ¿cuál es la verdad última que nos motiva e inspira?, ¿dónde se apoya realmente nuestra vida? Hay una verdad rutinaria que nos mantiene en el día a día, pero hay una verdad más honda que, tal vez, sólo emerge en nosotros en momentos de crisis y debilidad. El creyente vive este proceso como una experiencia de salvación. Ahí está Dios sanando nuestro ser. Y el mejor signo de su presencia salvadora es esa alegría interior humilde que poco a poco se puede ir despertando en nosotros. Una alegría que nace del centro de la persona cuando se abre a la luz de Dios.
Tal vez estas experiencias nos pueden ayudar a entender ese lenguaje difícil de Jesús que, en contra de toda lógica de apropiación y seguridad, propone la desapropiación y la pérdida como camino hacia una vida más plena: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece en este mundo, se guarda para la vida eterna».
El relato evangélico nos presenta a Jesús como el hombre que, en el momento de la tentación o la crisis, sabe «perder» para «ganar» la vida.


http://svicentemartir-abando.org/





JÓVENES EJEMPLARES:
San Rafael Arnaiz Barón (25 de Abril).

Fue en 1989 cuando en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Santiago de Compostola, Juan Pablo II puso al Hermano Rafael como modelo de joven.
Nuestro santo nació en Burgos el 9 de Abril de 1911, hijo de padres cristianos, quienes formaron unhogar profundamente religioso, cuyos frutos fueron Rafael (santo y monje cisterciense), Luis Fernando (cartujo), Leopoldo (casado y padre de familia) y Mercedes (ursulina). La criatura fue bautizada en la Parroquia de Santa Águeda de Burgos y el 25 d e Octubre de 1919 recibió la Primera Comunión en la Iglesia de la Visitación. A los ocho años ingresó en el Colegio de la Merced de los padres jesuítas, inscribiéndose como congregante de María Inmaculada, trasladándose en 1922 con su familia a Oviedo, donde estudio bachillerato con los padres jesuítas, captando la simpatía de profesores y compañeros por su carácter jovial y alegre. En septiembre de 1930 visitó por primera vez la Trapa de San Isidro de Dueñas, quedando altamente impresionado por la vida que llevaban los monjes en el monasterio y regresando al año siguiente. Un año después comenzó a estudiar en la Escuela Superior de Arquitectura, trascurriendo su vida entre el estudio, las clases y la vida de piedad, todo ello marcado por una serena alegría. En 1933 ingresó en el Regimiento de Zapadores Minadores. Pero en este año lo más importante en la vida de Rafael estaba ocurriendo: escribió al padre Abad desde Ávila, solicitando el ingreso en la Trapa.
Nos encontramos el 15 de Enero de 1934, el joven estudiante de arquitectura, con veintidos primaveras entra en la Trapa como postulante, abandonando la vida holgada por la austeridad del monasterio. Sin embargo pronto tuvo que abandonarlo debido a la diabetes sacarina. El sueño de morir trapense peligraba, pues el monasterio y la vida del monje trapense no eran propicias para un diabético. Y Rafael sufrió con paciencia, pero con tesón luchó por volver a la Trapa- Por fin el 16 de Enero de 1936 pudo ingresar, no como novicio, sino como oblato. Tras abandonar dos veces el lugar, debido al recrudecimiento de su enfermedad. Antes de morir, habiendo regresado a la Trapa , vio cumplido su deseo de morir trapense, simbólicamente el abad, máximo responsable de la Trapa, le impuso el hábito de monje, el escapulario y la cogulla. El 26 de Abril de 1938 murió. Juan Pablo II lo beatificó el 27 de Septiembre de 1992 y el 11 de Octubre de 2009 Benedicto XVI lo proclamó santo, afirmando de él durante la homilía de canonización: “El Hermano Rafael, aún cercano a nosotros, nos sigue ofreciendo con su ejemplo y sus obras un recorrido atractivo, especialmente para los jóvenes que no se conforman con poco, sino que aspiran a la plena verdad, a la más indecible alegría, que se alcanzan por el amor de Dios. ‘Vida de amor... He aquí la única razón de vivir’”, dice el nuevo santo. E insiste: ‘Del amor de Dios sale todo”.


CATEQUESIS DEL PAPA: 3 de Febrero. Santo Domingo de Guzmán

Queridos hermanos y hermanas:
Hace dos semanas presenté la figura de san Francisco de Asís. Esta mañana quiero hablar de otro santo perteneciente a la primera gener ación de los Frailes Menores: san Antonio de Padua o, como también se le suele llamar, de Lisboa, refiriéndose a su ciudad natal. Se trata de uno de los santos más populares de toda la Iglesia católica, venerado no sólo en Padua, donde se erigió una basílica espléndida que recoge sus restos mortales, sino en todo el mundo. Los fieles estiman las imágenes y las estatuas que lo representan con el lirio, símbolo de su pureza, o con el Niño Jesús en brazos, recordando una milagrosa aparición mencionada por algunas fuentes literarias. San Antonio contribuyó de modo significativo al desarrollo de la espiritualidad franciscana, con sus extraordinarias dotes de inteligencia, de equilibrio, de celo apostólico y, principalmente, de fervor místico.
Nació en Lisboa, en una familia noble, alrededor de 1195, y fue bautizado con el nombre de Fernando. Entró en los Canónigos que seguían la Regla monástica de san Agustín, primero en el monasterio de San Vicente en Lisboa y, sucesivamente, en el de la Santa Cruz en Coimbra, célebre centro cultural de Portugal. Se dedicó con interés y solicitud al estudio de la Biblia y de los Padres de la Iglesia, adquiriendo la ciencia teológica que utilizó en la actividad de enseñanza y de predicación. En Coimbra tuvo lugar el episodio que imprimió un viraje decisivo a su vida: allí, en 1220 se expusieron las reliquias de los primeros cinco misioneros franciscanos, que habían ido a Marruecos, donde habían sufrido el martirio. Su testimonio hizo nacer en el joven Fernando el deseo de imitarlos y de avanzar por el camino de la perfección cristiana: pidió dejar los Canónigos agustinos y hacerse Fraile Menor. Su petición fue acogida y, tomando el nombre de Antonio, también él partió hacia Marruecos, pero la Providencia divina dispuso las cosas de otro modo. A consecuencia de una enfermedad, se vio obligado a regresar a Italia y, en 1221, participó en el famoso "Capítulo de las esteras" en Asís, donde se encontró también con san Francisco. Luego vivió durante algún tiempo totalmente retirado en un convento de Forlí, en el norte de Italia, donde el Señor lo llamó a otra misión. Por circunstancias completamente casuales, fue invitado a predicar con ocasión de una ordenación sacerdotal, y demostró que estaba dotado de tanta ciencia y elocuencia, que los superiores lo destinaron a la predicación. Comenzó así, en Italia y en Francia, una actividad apostólica tan intensa y eficaz que indujo a volver a la Iglesia a no pocas personas que se habían alejado de ella. Asimismo, fue uno de los primeros maestros de teología de los Frailes Menores, si no incluso el primero. Comenzó su enseñanza en Bolonia, con la bendición de san Francisco, el cual, reconociendo las virtudes de Antonio, le envió una breve carta que comenzaba con estas palabras: "Me agrada que enseñes teología a los frailes". Antonio sentó las bases de la teología franciscana que, cultivada por otras insignes figuras de pensadores, alcanzaría su culmen con san Buenaventura de Bagnoregio y el beato Duns Scoto.
Elegido superior provincial de los Frailes Menores del norte de Italia, continuó el ministerio de la predicación, alternándolo con las funciones de gobierno. Cuando concluyó su cargo de provincial, se retiró cerca de Padua, donde ya había estado otras veces. Apenas un año después, el 13 de junio de 1231, murió a las puertas de la ciudad. Padua, que en vida lo había acogido con afecto y veneración, le tributó para siempre honor y devoción. El propio Papa Gregorio IX, que después de haberlo escuchado predicar lo había definido "Arca del Testamento", lo canonizó apenas un año después de su muerte, en 1232, también a consecuencia de los milagros acontecidos por su intercesión.
En el último periodo de su vida, san Antonio puso por escrito dos ciclos de "Sermones", titulados respectivamente "Sermones dominicales" y "Sermones sobre los santos", destinados a los predicadores y a los profesores de los estudios teológicos de la Orden franciscana. En ellos comenta los textos de la Escritura presentados por la liturgia, utilizando la interpretación patrístico-medieval de los cuatro sentidos: el literal o histórico, el alegórico o cristológico, el tropológico o moral y el anagógico, que orienta hacia la vida eterna. Hoy se redescubre que estos sentidos son dimensiones del único sentido de la Sagrada Escritura y que la Sagrada Escritura se ha de interpretar buscando las cuatro dimensiones de su palabra. Estos sermones de san Antonio son textos teológico-homiléticos, que evocan la predicación viva, en la que san Antonio propone un verdadero itinerario de vida cristiana. La riqueza de enseñanzas espirituales contenida en los "Sermones" es tan grande, que el venerable Papa Pío XII, en 1946, proclamó a san Antonio Doctor de la Iglesia, atribuyéndole el título de "Doctor evangélico", porque en dichos escritos se pone de manifiesto la lozanía y la belleza del Evangelio; todavía hoy podemos leerlos con gran provecho espiritual.
En estos sermones, san Antonio habla de la oración como de una relación de amor, que impulsa al hombre a conversar dulcemente con el Señor, creando una alegría inefable, que suavemente envuelve al alma en oración. San Antonio nos recuerda que la oración necesita un clima de silencio que no consiste en aislarse del ruido exterior, sino que es una experiencia interior, que busca liberarse de las distracciones provocadas por las preocupaciones del alma, creando el silencio en el alma misma. Según las enseñanzas de este insigne Doctor franciscano, la oración se articula en cuatro actitudes indispensables que, en el latín de san Antonio, se definen: obsecratio, oratio, postulatio, gratiarum actio. Podríamos traducirlas así: abrir confiadamente el propio corazón a Dios; este es el primer paso del orar, no simplemente captar una palabra, sino también abrir el corazón a la presencia de Dios; luego, conversar afectuosamente con él, viéndolo presente conmigo; y después, algo muy natural, presentarle nuestras necesidades; por último, alabarlo y darle gracias.
En esta enseñanza de san Antonio sobre la oración observamos uno de los rasgos específicos de la teología franciscana, de la que fue el iniciador, a saber, el papel asignado al amor divino, que entra en la esfera de los afectos, de la voluntad, del corazón, y que también es la fuente de la que brota un conocimiento espiritual que sobrepasa todo conocimiento. De hecho, amando conocemos.
Escribe también san Antonio: "La caridad es el alma de la fe, hace que esté viva; sin el amor, la fe muere" (Sermones Dominicales et Festivi II, Messaggero, Padua 1979, p. 37).
Sólo un alma que reza puede avanzar en la vida espiritual: este es el objeto privilegiado de la predicación de san Antonio. Conoce bien los defectos de la naturaleza humana, nuestra tendencia a caer en el pecado; por eso exhorta continuamente a luchar contra la inclinación a la avidez, al orgullo, a la impureza y, en cambio, a practicar las virtudes de la pobreza, la generosidad, la humildad, la obediencia, la castidad y la pureza. A principios del siglo XIII, en el contexto del renacimiento de las ciudades y del florecimiento del comercio, crecía el número de personas insensibles a las necesidades de los pobres. Por ese motivo, san Antonio invita repetidamente a los fieles a pensar en la verdadera riqueza, la del corazón, que haciéndonos ser buenos y misericordiosos nos hace acumular tesoros para el cielo. "Oh ricos —así los exhorta— haced amigos... a los pobres, acogedlos en vuestras casas: luego serán ellos, los pobres, quienes os acogerán en los tabernáculos eternos, donde existe la belleza de la paz, la confianza de la seguridad, y la opulenta serenidad de la saciedad eterna" (ib., p. 29).
¿Acaso esta enseñanza, queridos amigos, no es muy importante también hoy, cuando la crisis financiera y los graves desequilibrios económicos empobrecen a no pocas personas, y crean condiciones de miseria? En mi encíclica Caritas in veritate recuerdo: "La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona" (n. 45).
San Antonio, siguiendo la escuela de san Francisco, pone siempre a Cristo en el centro de la vida y del pensamiento, de la acción y de la predicación. Este es otro rasgo típico de la teología franciscana: el cristocentrismo. Contempla de buen grado, e invita a contemplar, los misterios de la humanidad del Señor, el hombre Jesús, de modo particular el misterio de la Natividad, Dios que se ha hecho Niño, que se ha puesto en nuestras manos: un misterio que suscita sentimientos de amor y de gratitud hacia la bondad divina.
Por una parte, la Natividad, un punto central del amor de Cristo por la humanidad, pero también la visión del Crucificado le inspira pensamientos de reconocimiento hacia Dios y de estima por la dignidad de la persona humana, para que todos, creyentes y no creyentes, puedan encontrar en el Crucificado y en su imagen un significado que enriquezca la vida. Escribe san Antonio: "Cristo, que es tu vida, está colgado delante de ti, para que tú mires en la cruz como en un espejo. Allí podrás conocer cuán mortales fueron tus heridas, que ninguna medicina habría podido curar, a no ser la de la sangre del Hijo de Dios. Si miras bien, podrás darte cuenta de cuán grandes son tu dignidad humana y tu valor... En ningún otro lugar el hombre puede comprender mejor lo que vale que mirándose en el espejo de la cruz" (Sermones Dominicales et Festivi III, pp. 213-214).
Meditando estas palabras podemos comprender mejor la importancia de la imagen del Crucifijo para nuestra cultura, para nuestro humanismo nacido de la fe cristiana. Precisamente contemplando el Crucifijo vemos, como dice san Antonio, cuán grande es la dignidad humana y el valor del hombre. En ningún otro punto se puede comprender cuánto vale el hombre, precisamente porque Dios nos hace tan importantes, nos ve así tan importantes, que para él somos dignos de su sufrimiento; así toda la dignidad humana aparece en el espejo del Crucifijo y contemplarlo es siempre fuente del reconocimiento de la dignidad humana.
Queridos amigos, que Antonio de Padua, tan venerado por los fieles, interceda por toda la Iglesia, y de modo especial por quienes se dedican a la predicación; pidamos al Señor que nos ayude a aprender un poco de este arte de san Antonio. Que los predicadores, inspirándose en su ejemplo, traten de unir una sólida y sana doctrina, una piedad sincera y fervorosa, y la eficacia en la comunicación. En este Año sacerdotal pidamos para que los sacerdotes y los diáconos desempeñen con solicitud este ministerio de anuncio y actualización de la Palabra de Dios a los fieles, sobre todo mediante las homilías litúrgicas. Que estas sean una presentación eficaz de la eterna belleza de Cristo, precisamente como san Antonio recomendaba: "Si predicas a Jesús, él ablanda los corazones duros; si lo invocas, endulzas las tentaciones amargas; si piensas en él, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente" (Sermones Dominicales et Festivi III, p. 59).
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2010/documents/hf_ben-xvi_aud_20100203_sp.html






CARTA DE D. CARLOS, ARZ. DE VALENCIA
Cuaresma: Dios nos busca
Precisamente porque este tiempo de Cuaresma es una especie de peregrinación de Dios en búsqueda del hombre, por eso os tengo que decir que la Cuaresma es el tiempo privilegiado para la peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia. ¡Qué belleza puede tener esta peregrinación doble: la de Dios buscándonos, que se hizo Hombre para que le descubriésemos cercano al hombre, y la del ser humano entrando por un camino interior para encontrarse con Dios! Comienza esta peregrinación de Dios acompañándonos por el desierto, Él mismo va al desierto. ¿Qué sentido pueden tener todas las tentaciones a las que se ve sometido en el desierto? Decide no imponer por la fuerza su reino y sí ofrecerlo como opción responsable asumida por aquellos que quieran seguirlo. El reino no puede venir como ostentación o imposición de un poder mágico, sino como invitación y ofrecimiento a la libre responsabilidad y al amor.
Cuando comenzábamos el curso, en los acentos de acción pastoral que os proponía para vivir este año, os hablaba de un pasaje del Evangelio que para mí tiene una importancia en estos momentos fundamental, y que siento que tiene una fuerza que expresa la realidad del momento que estamos viviendo, se resume en aquellas palabras que dice Jesús: “Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas” (Mt 9, 36). ¡Qué fuerza tiene la mirada de Jesús! La mirada conmovida de Jesucristo se detiene también hoy sobre todos los hombres y de una manera especial en este tiempo de Cuaresma. Por eso os digo: dejaos mirar por el Señor. El proyecto divino de que todos los hombres están llamados a la salvación es una realidad, por eso Jesús ante las insidias que se oponen a este proyecto tiene compasión de las multitudes, las quiere defender de los lobos aun a costa de su vida. Es un proyecto para el desarrollo integral de la persona de la que tan bellamente nos ha hablado el Papa Benedicto XVI en la Encíclica “Caritas in veritate”. Por eso nuestra gran llamada a la conversión en esta Cuaresma es que nuestra mirada se asemeje cada día con más claridad a la de Jesús. Dejarnos mirar por Jesús, para nosotros mirar como Jesús.
¡Qué fuerza tienen los textos del Evangelio que se proclaman en esta Cuaresma! Desde el primer Domingo al último, se va siguiendo toda una pedagogía de la mirada de Jesús a los hombres. ¿Quién es Dios? Es Aquél que toma la iniciativa misteriosa de mirar a los hombres: “Mira, envío mi mensajero delante de ti” (Mc 1, 2). Dios tomando una iniciativa misteriosa, algo está a punto de ocurrir, de alguna manera Dios viene a nuestro encuentro y se nos indica: “¡Preparad el camino al Señor!” (Mc 1, 3). Y cuando llega se nos presenta de una manera sorprendente, ¡cómo nos mira y cómo se acerca a nosotros! Sería importante que meditásemos los textos de cada Domingo de Cuaresma, en los que el Señor nos ofrece cinco miradas:
1) Mirada a la realidad. Vivir en medio del mundo dejándonos hacer por la gracia, la fuerza y el amor de Dios. El relato de las tentaciones que precede inmediatamente al comienzo del misterio de Jesús (cf. Lc 4, 1-13) es un episodio con dramatismo, en el que Jesús y el diablo luchan mano a mano entre sí, como disputando su propia identidad y su destino universal. Todo tiene lugar en el desierto, lugar de privación, de soledad, incertidumbre, amenaza y abandono. El Evangelio tiene como trasfondo las engañosas propuestas mesiánicas que amigos y enemigos le fueron haciendo a lo largo de su vida. Hay tres puntos clave en las tentaciones: a) la tentación de prosperidad y bienestar material; b) la tentación del poder; c) la tentación del éxito personal. Frente a esto Jesús elige el difícil camino de la Cruz y del Amor. Mira tu realidad.
2) Mirada que provoca el encuentro con Él. Vivir en medio del mundo dejando que el Señor no mire y nos lleve a tener una experiencia fuerte de encuentro con Él. El relato de la Transfiguración es extraordinario. Jesús se presenta a los discípulos y les mira como Luz en el camino de la vida. No tendrán otra Luz, por eso la necesidad de permanecer en ella. La experiencia de los discípulos es clara: “Maestro, que hermoso es estar aquí” (Lc 9, 28b-36). Mira quien te da Luz.
3) Mirada provocadora de conversión. Vivir en medio del mundo sintiendo la mirada del Señor que nos invita a realizar una conversión, es decir, a vivir según Dios. La llamada a la conversión, a dar una versión absolutamente nueva de su vida, “si no os convertís, pereceréis” (Lc 13, 1-9). La paciencia de Dios es mostrada en la vida de cada uno de nosotros. Dios, dando permanentemente oportunidades para convertirnos, no se cansa de amarnos y de mirarnos. Mira y observa de qué tienes que convertirte.
4) Mirada de amor misericordioso. Vivir en medio del mundo experimentando el gozo del amor misericordioso de Dios que nos transforma y nos hace ver la necesidad de vivir bajo la mirada de Dios. El amor misericordioso del Padre, buscando y mirando siempre al hombre (Lc 15, 1-3. 11-32). Cuando el gran pintor Rembrandt plasmó el mensaje primordial de la parábola del “hijo pródigo”, mientras otros artistas destacan la figura del hijo, el famoso pintor flamenco centra su fuerza expresiva en el padre, que abraza al hijo y lo cubre amorosamente con su manto y lo protege con su brazo. Emana una luz del rostro del padre y el hijo queda discretamente en la penumbra. Y es que aquí el importante es el padre, que representa a Dios mismo regalando su amor misericordioso, abrazando y mirando tanto al hijo que había dejado la casa como al que se había quedado. Hacerse sentir hijos de Dios y hermanos de todos los hombres es lo que provoca el amor misericordioso. ¿Me dejo amar misericordiosamente?
5) Mirada de perdón y de gracia. Vivir en medio del mundo experimentado la mirada de perdón del Señor, que no es de condena, sino mirada para decirnos que hay que vivir según Dios, “en adelante no peques mas”. La reacción de Jesús ante una mujer sorprendida en pecado, no es inquisitorial, no se trata de no querer saber nada con ella, es una mirada de acogida en su debilidad y pecado, de perdón y de petición para que deje el pecado y viva según Dios (Jn 8, 1-11). Jesús no hace alegorías sobre el perdón, sino que lo practica siempre y en esta ocasión jugándoselo todo.
¡Qué maravilla! Jesucristo entrando en nuestras vidas con un mensaje revolucionario y lleno de alegría. Mira al hombre de frente. Viene a poner en orden las cosas de nuestra existencia. Trae una noticia que va a cambiar nuestra vida y misteriosamente va a poner las cosas en su sitio. Es un Dios que viene a perdonar. Así lo comprobamos en el último Domingo de Cuaresma. ¿Qué hacer nosotros? Saber que lo hace todo Él. Y nosotros, disponibles en una situación de espera y escucha, de reverencia y de respeto, de dejarnos mirar y de actuar según esa mirada. Es Dios quien va actuar y quien va a poner en marcha su Reino y nosotros estaremos dispuestos a ir donde Él quiera llevarnos.
¡Qué oferta encontramos en esta Cuaresma para esta sociedad, para nuestro pueblo! La primera contribución que la Iglesia ofrece al desarrollo del hombre y de los pueblos no se basa en medios materiales ni en soluciones técnicas, sino en el anuncio de la verdad de Cristo, que forma las conciencias y muestra la auténtica dignidad de la persona y del trabajo, promoviendo la creación de una cultura que responda verdaderamente a todos los interrogantes del hombre. Y es que resulta esencial partir siempre de la primacía de Dios en la Iglesia. De la primacía del amor y de la misericordia de Dios hacia el ser humano, hacia todos y cada uno de nosotros, surge en la Iglesia la urgencia de recomenzar siempre de nuevo desde Dios, que requiere el valor de hacerse las últimas preguntas, de volver a encontrar la pasión por las cosas que se ven, interpretándolas en la perspectiva de Jesucristo y de las cosas que no se ven. No es extraño que el Papa Benedicto XVI, en el mensaje que nos entrega para esta Cuaresma, nos diga que “la justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo”. “¿Cuál es la justicia de Cristo?... La que viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sí mismo y a los demás… Dios ha pagado por nosotros en su Hijo el precio del rescate… Frente a la justicia de la Cruz, el hombre se puede rebelar, porque pone de manifiesto que el hombre no es un ser autárquico, sino que necesita de Otro para ser plenamente él mismo. Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad” (Benedicto XVI, Mensaje de Cuaresma 2010).
Cuaresma es tiempo privilegiado de busca. Sintamos la urgencia todos en esta Cuaresma de convertirnos a Jesucristo, hemos de construir sociedades justas, donde todos tengan y reciban lo necesario para ser personas que vivan con la dignidad que tiene el hombre y que le ha sido dada por Dios y donde la justicia sea vivificada por el amor.
Con gran afecto y mi bendición
+ Carlos, Arzobispo de Valencia







RESSÓ DE LA PARAULA. Agustín Cortés.

Al iniciar el camino de la Cuaresma, nos proponemos dejarnos acompañar por el
Salmo 50(51), para que ilumine las vivencias que corresponden a este camino y nos enseñe a orar como es debido. A la vez esperamos que nos ayude a vivir en profundidad el gozo del amor perdonador, especialmente en el marco de la celebración del Sacramento de la Reconciliación o de la Penitencia. Lo haremos de tal manera que podamos vivir el Salmo, tanto en nombre personal, como en nombre de la Iglesia: cada uno y la Iglesia como tal debemos hacer el camino de la Cuaresma. El Salmo 50(51) es una obra cumbre de la plegaria judía y cristiana. En él podemos encontrar lo esencial de lo que significa la conciencia de pecado, de perdón y misericordia, de confesión, de renovación personal y comunitaria, de testimonio… Todo, en definitiva, lo que se necesita, para vivir auténticamente la conversión que nos pide la Cuaresma y el Sacramento de la Reconciliación.
Es verdad que la Cuaresma y el Sacramento encuentran hoy no pocas dificultades, pero si dejásemos de vivirlos, perderíamos uno de los manantiales más abundantes de la verdadera alegría.
La Cuaresma, como la celebración del Sacramento de la Reconciliación, no comienza con la indagación de los pecados y la estimulación del sentimiento de culpa. No sería un buen inicio, pues podríamos caer en una vivencia enfermiza de pecado, debido al cierre en uno mismo. Y sabemos que el cerrarse en uno mismo, tanto nos lleva al orgullo farisaico, como al desmoronamiento complejado y depresivo. Para un cristiano sólo puedehaber un inicio posible: la experiencia de quién es Dios y quiénes somos nosotros delante de Él.
«Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mí; por tu gran ternura, borra mis culpas. ¡Lávame de mi maldad! ¡Límpiame de mi pecado!» (Sal 50,1-2)
Tal vez todo comience con una sensación de que las cosas no van bien, como un sentimiento de que no estamos a gusto con nosotros mismos.
Pero, más allá de esta sensación, el Salmo 50 nos enseña que la primera mirada consciente hay que dirigirla al Dios que es bondad, misericordia y compasión. Es delante de Él, en relación a Él, cuando verdaderamente nos reconocemos tal y como somos: culpa (rebelión), delito (desarmonía), pecado (extravío). De Dios se dice lo que pertenece al mundo del amor; de nosotros lo que pertenece al mundo del error, la dispersión, la oposición al amor.
—La oscuridad no se ve si no es con el contraste de la claridad. La tiniebla no es sino ausencia de luz: si no hubiese luz la tiniebla parecería el estado normal de la realidad. Cuanta más luz, más nítidamente se dibuja la figura oscura.
—Se nos ha concedido conocer la luz brillante del amor, para que descubramos la tiniebla de nuestro egoísmo.
—Y no sólo descubrir las tinieblas, sino también poder transformarnos en luz, respondiendo a su llamada. Porque, al captar el mundo de la luz, se despierta en nosotros a la vez el deseo de estar allí, vislumbrando la alegría, que podemos encontrar. Cuando nos preguntamos por qué nos hemos de confesar y cómo lo hemos de hacer, miremos inmediatamente quién es Dios y la felicidad que nos regala.
† Agustí Cortés Soriano. Obispo de Sant Feliu de Llobregat
http://www.bisbatsantfeliu.org/mcs/FullDominical/2010/100214_7_7.pdf

AÑO SACERDOTAL: SAN ALBERTO HURTADO.

El sacerdote a quien hoy dedicamos esta sección procede de una tierra que ha cautivado a los misioneros valencianos de la OCSHA, Chile.
Así San Alberto Hurtado Cruchanga nació en la ciudad e Viña del Mar, en el seno de una familia de la aristocracia vasca chilena. Tras la muerte de su padres se trasladó a Santiago, ingresando en 1909 en el Colegio San Ignacio de los jesuitas. Allí inició su trabajo con los más pobres, gracias al Patronato anexo de la Parroquia de Andacollo. Posteriormente estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile. En 1923 obtuvo el título de abogado, ingresando en la Compañía de Jesús. Durante estos años recorrió Argentina, España y Bélgica, siendo ordenado sacerdote en Lovaina en 1933, doctorándose en Pedagogía en 1935. A su retorno en Santiago en 1936 comenzó a trabajar con los jóvenes y los más pobres, siendo en 1941 nombrado asesor de la Acción Católica Juvenil de la Archidiócesis de Santiago.
Pêro su obra más importante nació en 1944, con la fundación del Hogar de Cristo. Fue en una noche fría y lluviosa cuando se encontró con un pobre hombre, enfermo, tiritando, en mangas de camisa. Su miseria le estremeció y en un retiro en la Casa del Apostolado Popular afirmó: “Cristó vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, de tantos niños que no tienen a quien llamar padre, que carecen hace muchos años del beso de madre sobre su frente... ¡Cristo no tiene hogar! ¿No queremos dárselo nosotros, los que tenemos la dicha de tener hogar confortable, comida abundante, medios para educar y asegurar el porvenir de los hijos?”.
Un año después abrió sus puertas el Hogar de Cristo, con el fin de devolver a los pobres la conciencia de dignidad y de hijos de Dios. Con su cara sonriente, el Padre Hurtado se entregó a los más necesitados, fundando por otra parte la Acción Sindical Económica Chilena

El 18 de Agosto de 1952 falleció a los 51 años, siendo beatificado por Juan Pablo II en 1994 y canonizado en 2005 por Benedicto XVI.

Escrituras:

“Porque yo se bien los proyectos que tengo sobre vosotros – dice el Señor – proyectos de prosperidad y no de desgracia, de daros un porvenir lleno de esperanza”. (Jer. 29:11).

Mantengamos firmemente la esperanza que profesamos pues el que ha prometido es fiel (Heb 10:23).

Reflexiones de la Madre:

En realidad, sois los colaboradores de Cristo y Él quiere que seáis totalmente suyos, estéis donde estéis, trabajéis en lo que trabajéis, y seáis el resplandor del amor de Dios. Hay tanta oscuridad en el mundo que tú, como colaborador, has de ser la luz. Hay poca esperanza y tanta desesperación y tanta aflicción que los colaboradores han de ser la esperanza de la felicidad eterna.
Hay tanto odio, tanta muerte, tanta destrucción en el mundo que un colaborador debe ser la llama del amor y la compasión de Dios y para ello tenemos que aprender a rezar. Hay que aprender a rezar para ser uno con Cristo, uno con Dios y así nada nos separará del amor de Cristo.
… debéis aprender a rezar – quizás no se trate de una gran plegaria pero si de una conversación desde tu corazón hacia Dios, abriéndole tu corazón. Abre tu corazón a Dios donde estés – la mayoría de vosotros habéis aprendido a rezar desde la infancia, en familia-. ¡Enseñad a otros! Hoy en día tenemos tantos problemas con los jóvenes pero ellos siguen hambrientos de Dios. Quieren darle todo a Dios pero se les engaña y vosotros como colaboradores debéis ser la llama encendida del amor entre ellos.


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ORAR CON EL SEMINARIO MENOR DE VALENCIA. SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA.
-Día 22: A una pobre mujer que vivía en Valencia, viuda y con muchos hijos y sin ningún amparo, el santo arzobispo la socorría con cierta frecuencia, pero aquella cantidad no la sacaba de apuros. Santo Tomás reflexionaba cómo darle un trabajo lucrativo. Pues decía: «La limosna no sólo es dar, sino sacar de la necesidad al que la padece y librarla de ella cuando fuere posible.» Encomendó a Dios la triste situación de la pobre viuda. Y un día la llamó al palacio arzobispal y le preguntó: «Hermana, yo siento mucho la necesidad y el trabajo que padecéis con tantos hijos pequeños y quería saber de vos si sabéis algún oficio con que podáis ganar algo.» Contestó la buena mujer que sabía hacer sémola y farro y otras cosas semejantes. (La sémola es pasta de harina para sopa y farro cebada medio molida.) El santo arzobispo ordenó que al punto comprasen todo lo necesario para ejercer aquel oficio. Se compró un molinillo, arcas y mesas necesarias para el trabajo, incluso un borriquillo para llevar las mercancías. Con aquel pequeño negocio y la limosna de cada mes remedió la pobre viuda su necesidad y pudo criar bien a sus hijos.
Palabra: Lc 4,38-39

-Día 23: Tuvo otra vez Santo Tomás de Villanueva que proteger a una joven pobre que deseaba casarse con un obrero carpintero y no tenían dinero para poner la casa. Necesitaban una modesta cantidad para comprar muebles y otros enseres. El santo arzobispo le ofreció generosamente dicha cantidad, pero enterado el santo que el novio era carpintero, llamó a su tesorero, y le dijo: «Dale cierta cantidad para que con lo que ha pedido pongan casa y con lo que le añadimos compre madera y trabaje.»Entregaron es dinero a la pareja de novios. Contrajeron éstos matrimonio. Y Dios les bendijo, pues con el tiempo llegaron a tener casa y buena hacienda.
Palabra: Prov 3, 27-28

-Día 24: “Nada digan de lo que puedan con razón ofenderse los oyentes; nada digan con insolencia, nada con arrogancia, nada con descaro, nada con desvergüenza, nada injurioso, nada soez, nada chocarreramente, nada bajo, nada licenciosa, indecente y viciosamente, sino que todo el carácter de la oración represente modestia, humanidad, caridad, celo y un deseo fervoroso de la verdadera caridad.”
Palabra: Prov 4,20-27

-Día 25: “la cama de un enfermo es como la zarza ardiente de Moisés, en la cual se logra encontrar con Dios y hablar con Él, entre las espinas de incomodidad que lo rodean.”
Palabra: Ex 3,1-12
-Día 26: “En cuanto a mí me ha sido dado, sin ningún mérito mío, subir con él hasta la santa montaña y contemplar la gracia de su rostro, aunque sólo fuese de lejos, ¡con qué lágrimas, con qué entusiasmo gritaba entonces: Señor, bueno es estar aquí! No permitáis que descienda jamás. No os alejéis, por favor. ¡Que sea así toda mi vida, todos los días de mi vida! ¿Para qué quiero más?”
Palabra: Lc 9,28-36
-Día 27: Nuestro Redentor, valorando la excelencia de las almas y el precio de su propia sangre, no quiso dejar el cuidado de los hombres, que tantos sufrimientos le causaron, al solo cuidado de nuestra personal prudencia; quiere actuar con nosotros. Por eso, dio a los fieles unos pastores, revistiéndolos de méritos que ellos no tienen; y entre ellos me encuentro yo, sostenido en mi dignidad por su infinita misericordia.
Cuatro son las condiciones de un buen pastor:
En primer lugar, el amor.., como el Señor exigió a Pedro...
Luego, la vigilancia, para estar atento a las necesidades de las ovejas.
En tercer lugar, la doctrina, para poder alimentar a los hombres...
Finalmente, la santidad e integridad de vida. Ésta es la principal de todas las virtudes...
En cualquier caso, por los frutos se descubrirán siempre si ésas son las condiciones de un buen pastor...”
Palabra: Jn 1,43-49
-Día 28: En septiembre de 1555 sufrió una angina de pecho e inflamación de la garganta. Mandó repartir entre los pobres todo el dinero que había en su casa. Hizo que le celebraran la Santa Misa en su habitación, y exclamó: "Que bueno es Nuestro Señor: a cambio de que lo amemos en la tierra, nos regala su cielo para siempre". Y murió. Tenía 66 años.
Palabra: Jn 3,31-36

NOTICIAS JUNIORS.
ASAMBLEA GENERAL FEBRER
El pasado domingo 14 de febrero, alrededor de 120 miembros de Juniors Moviment Diocesà se reunieron en la Casa de la Cultura de l'Alcúdia de Crespins para celebrar su segunda Asamblea General anual.
La asamblea comenzó a las 10:00 horas como estaba previsto, con una oración de inicio sobre el sentido de la vocación que fue presidida por Fco. Javier Martínez, Consiliario Diocesano y sirvió como introducción al Plan de Acción Trienal” para los años 2010-2013. Este documento que tiene por lema “Fiat: Hágase”, fue presentado por el nuevo Equipo diocesano durante el desarrollo de la Asamblea.
Dando por inaugurada la Asamblea, se dio la bienvenida a todos los Centros asistentes, y al Vicario Episcopal de la Vicaría IV, D. José Antonio Varela. También se hizo una mención particular a la gran acogida del Centro Juniors Èxode de la Alcudia de Crespins que actuó como anfitrión.
A continuación, se revisó y aprobó el Informe Económico (Balance del año 2009 y Presupuesto para el año 2010).
Tras un breve descanso y de una forma original, el nuevo Equipo Diocesano presentó su proyecto de trabajo para el trienio 2010-2013. En él, cada Secretario y Secretaria diocesano presentaron de forma coloquial y clara aquellos puntos más innovadores de su plan de acción. Los Centros Juniors dieron toda su confianza a este proyecto y a quienes lo representan aprobando el documento por unanimidad.
Seguidamente, el Consiliario Diocesano explicó de manera resumida el II Encuentro Diocesano de Consiliarios y Jefes de Centro que se realizará durante el mes de abril y que será presidido por el Sr. Arzobispo.
Tras ello, María Soria, Secretaria Diocesana de Animación, explicó en qué consisten las Nits Juniors de Vicaría, que comenzarán a partir del mes de abril, haciendo especial hincapié en la importancia de la motivación por parte de los educadores Juniors en esta actividad y en el Encuentro Diocesano de Educadores, que tendrá lugar en el curso 2010-2011, como introducción a la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Madrid en 2011.
Para clausurar la Asamblea se celebró una Eucaristía en la Ermita de la misma localidad, presidida por D. José Antonio Varela, quién estuvo acompañado por el Consiliario Diocesano Fran Martínez y por los Consiliarios de la Zona Interior y Montcabrer, D. Javier Francés y D. José Andrés Boix, respectivamente.
Durante esta Eucaristía Carlos Chova, Presidente Diocesano, impuso la pañoleta a Higinio Enguer, Subdelegado de la Zona Interior, así como a los nuevos miembros del Equipo Diocesano: Amparo Lanáquera (Tesorera Diocesana), Antonia Carrasco (Secretaria Diocesana de Formación), Miquel Biosca (Secretario Diocesano de Identidad y PEJ), Pedro Andrés (Secretario Diocesano de Comunicación) y Édgar Pérez (Director de JEA).
Después de la Eucaristía, todos los asistentes se trasladaron al Centro Juniors Èxode, de la localidad, para disfrutar de una comida de fraternidad.
Agradecemos la participación de los Centros, quienes un año más pusieron en práctica el SIEMPRE UNIDOS comprometiéndose con la participación y el trabajo en equipo. Queremos desde aquí también agradecer la gran acogida por parte del Centro Juniors Éxode quien estuvo ayudando y preparando al detalle toda la jornada.