martes, 30 de marzo de 2010

Nº 37.- Jueves Santo, 1 de Abril de 2010.

MISA DE LA CENA DEL SEÑOR

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Exodo 12,1-8.11-14.

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
-Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Di a toda la asamblea de Israel: el diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.
Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y verduras amargas.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies; un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera al país de Egipto.
Este será un día memorable para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor del Señor, de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre.



MEDITACIÓN

La primera lectura nos presenta la Pascua Judía, mediante el relato de su institución. En él une dos fiestas: la fiesta de los pastores y la fiesta de los campesinos. La primera era una fiesta anual de los nómadas orientada a la protección de los rebaños, mediante el sacrificio de una res. Mientras la fiesta de los agricultores consistía en comer panes sin levadura, ázimos y hierbas amargas.
El pueblo de Israel unió ambas en la celebración de la Pascua. Ésta tenía no sólo un sentido histórico, recordar la liberación de Egipto, sino pedagógico: no olvidar lo que Dios ha hecho por su pueblo, suscitando el agradecimiento de Israel y con él el amor obediente a Dios. Pues cuando se pierde la memoria del bien realizado, surge la falta de gratitud hacia quien fue benefactor y como consecuencia la desobediencia.
El texto comienza situando el origen de la fiesta, ésta se encuentra en el mandato dado por Dios a Moisés y Aarón en el país de Egipto, por tanto es una celebración religiosa de origen divino.
La fiesta se celebra en el primer mes de la primavera, nuestro marzo-abril, llamado Abib y posteriormente Nisán. Con la primavera todo resurge, la naturaleza estalla, los árboles secos por el invierno reverdecen. Para Israel comienza una nueva etapa en su historia, tras los gélidos años de la esclavitud va a renacer. La luna llena marca el comienzo de este mes.
El sacrificio del cordero se realiza entre el ocaso y la noche cerrada, según los samaritanos, entre la caída y la puesta del sol, según los fariseos. Es la última noche, noche de esperanza, en la noche el pueblo celebrará la victoria de Yahvé sobre el Faraón y lo hará de pie, con el cayado en la mano, pues son peregrinos, van a emprender la larga marcha del desierto.
Así la primera lectura ilumina la institución de la eucaristía y la pascua cristiana. Jesús, al igual que hizo el Padre con Moisés y Aarón, pide a los Apóstoles que celebren el sacrificio eucarístico en memoria suya. Los elementos son los mismos: el cordero sacrificado es Cristo crucificado, el pan ázimo es el pan eucarístico, la sangre que salva a los israelitas de la muerte es la sangre de Cristo presente en el cáliz del altar. Y todo ello recuerda, hace presente y anticipa el Misterio de Amor de Dios hacia nosotros, que nos libera de la esclavitud del pecado y las cadenas de la muerte y nos conduce por el desierto de la vida hasta la Tierra Prometida.

SALMO RESPONSORIAL.

Sal 115,12-13. 15-16bc. 17-18

R/. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo.

¿Cómo pagaré al Señortodo el bien que me ha hecho?Alzaré la copa de la salvación,invocando su nombre.

Mucho le cuesta al Señorla muerte de sus fieles.Señor, yo soy tu siervo,hijo de tu esclava;rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,invocando tu nombre, Señor.Cumpliré al Señor mis votos,en presencia de todo el pueblo.
MEDITACIÓN
Con Israel: la comida de la Pascua, o Seder, se celebraba en cada casa la primera noche de la fiesta. En un extremo de la mesa, delante del dueño de la casa, había tres matsoth o pan de la miseria, sin levadura. Sobre la mesa, hierbas amargas y lechuga, evocando las amarguras de la esclavitud de Egipto y el cordero pascual. Delante de cada comensal una copa de vino. Esta se llenaba y se vaciaba cuatro veces, recitando una bendición en la que se expresaba la gratitud hacia Dios. Durante la comida el niño más pequeño preguntaba al dueño de la casa y éste respondía con el Haggada o relato dela liberación de Egipto. Concluía la cena con el canto de los salmos de Hallel (112-117). Entre ellos se encuentra éste, en el cual da gracias a Dios porque ha roto sus cadenas.
Con Jesús: este salmo fue cantado por Jesús en la noche víspera de su muerte. Imaginémosle rodeado con los apóstoles y cantándolo, buscando en él palabras que le ayudasen a mantenerse fiel a la voluntad de Dios, a no perder la confianza en el Padre. El tiempo avanza rápidamente y Él sufre, ora con este salmo.
Con nuestro tiempo: ¿cuánto bien ha hecho Dios en nuestra vida? Si nos encontramos en un momento gozoso, levantemos la copa, si es un momento duro de nuestra vida, recemos: “mucho le cuesta al Señor la muerte...”
Con los juniors: ¿qué son nuestros cantos sino expresión de la gratitud hacia Dios por tantas cosas buenas que hace en nuestra vida como juniors?


Carlos G. Vallés. Busco tu Rostro. Sal Terrae.

RENOVACIÓN DE VOTOS
«Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo».
Me alegro, Señor, de haber hecho los votos. Me alegro de aquel día en mi juventud cuando, con abierta generosidad y feliz entusiasmo, te consagré públicamente mi vida en pobreza, castidad y obediencia. Me siento orgulloso de aquel momento, y lo considero un nuevo nacimiento en tu servicio y en el servicio a todos los hombres por ti. Me congratulo de haber hecho los votos, y quiero renovarlos hoy en agradecimiento por aquel día y con la clara determinación de que, si no los hubiera hecho entonces, los haría ahora. Vuelve a aceptar la consagración de mi vida, Señor, como la aceptaste aquel día, y prolóngame la alegría que esta consagración ha traído a mi vida.
Ahora sé algo más, acerca de la pobreza, la castidad y la obediencia, de lo que sabía el día en que pronuncié esas tres palabras en voz alta en presencia de mis hermanos, de rodillas ante tu altar. He medido con mis propias caídas la profundidad de mi entrega, y he aprendido a fuerza de errores el sentido práctico del ideal excelso.
Incluso siento dudas a veces, no sé qué contestar a las preguntas que otros me hacen, oigo hablar de nuevas interpretaciones y enfoques modernos, y a veces me cuesta reconocer el sentido original entre el nuevo vocabulario. Pero yo sé bien lo que me digo, lo que estas tres palabras sagradas han significado para mí en mi vida y lo que significan en la historia y la tradición del pueblo de Dios, del que somos parte como representantes y siervos. Me he entregado a ti, en cuerpo y alma, para la gloria de tu nombre y el servicio de los demás. Ese es el resumen claro y definido. Lo que ahora te pido es la gracia de que esa convicción se traduzca en acción en mi conducta diaria, y mi entrega verbal se haga compromiso real.
Ese es el sentido de la renovación de votos. No es costumbre anual, sino privilegio diario. Disfruto pronunciando esas tres palabras juntas, una y otra vez, en el silencio de mi alma ante ti y en la compañía de mis hermanos, cuando todos recordamos nuestro vínculo común y volvemos a consagrar nuestras vidas. Y con esas palabras va una oración a pedirte que el espíritu que esos votos encarnan se haga cada vez más fuerte en mí y en el grupo, que mi entrega y mi servicio se reafirmen con mayor entender y gozar, según crecen los años, para que mi consagración inicial vaya adquiriendo nuevo sentido sin olvidar nunca el antiguo.
«Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén».

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 11,23-26.
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

MEDITACIÓN
Previamente San Pablo ha amonestado a los corintios por su forma de celebrar la eucaristía, en la que cada uno comía primero su propia cena y mientras uno pasaba hambre, otro se embriagaba (1 Cor 11, 21). Con el fin de corregirles les recuerda el origen de la eucaristía. Ésta se encuentra en la transmisión recibida de la Iglesia y cuyo origen se encuentra en el Señor, en Cristo y vinculada al hecho histórico de la pasión.
En la cena previa a su muerte, Jesús siguió el ritual judío de la Pascua, el Seder Pesaj, dando un nuevo sentido a los ritos que se sucedían. Así el pan no es sólo recuerdo de Egipto, sino que se identifica con Él, es el pan que se parte y se ofrece a sus discípulos,
Por otra parte la eucaristía es memoria. Esto no significa recuerdo sino actualización, lo que entonces ocurrió vuelve a ocurrir cada vez que la comunidad se reúne con el sacerdote y celebra la fracción del pan. La misa es la Pascua, el paso de Dios por la comunidad, el salto del Ángel exterminador quien al ver la sangre no entra y no mata a los primogénitos.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Juan 13,1-15.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro y éste le dijo:
-Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Jesús le replicó:
-Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.
Pedro le dijo:
-No me lavarás los pies jamás.
Jesús le contestó:
-Si no te lavo no tienes nada que ver conmigo.
Simón Pedro le dijo:
-Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.
Jesús le dijo:
-Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. (Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»)
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
-¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «El Maestro» y «El Señor», y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.


MEDITACIÓN
Nos encontramos a finales del siglo I, cuando el evangelio de Juan recibe la redacción definitiva. En esos tiempos la eucaristía, celebrada el primer día de la semana, el domingo, ya está arraigada. Pero como bien hemos observado en la carta a los Corintios surgen desviaciones y sobre todo la comunidad se cierra a la caridad, aislándola del sentido original: la máxima expresión de amor por parte de Cristo y el compromiso de amar como Él amó a sus discípulos.
Así Juan prescinde de la institución eucarística, presentando el lavatorio de los pies en el contexto eucarístico. Este trabajo era el propio de los esclavos, quienes entre sus cometidos tenían que lavar los pies a sus señores. Jesús se identifica con ellos, con los que han nacido para servir a los demás de forma gratuita. Y al mismo tiempo pide a los suyos imiten su gesto. Ellos han de ser esclavos unos de otros.
Así pues, no se puede separar nunca la fe en Cristo-Eucaristía del amor a Jesús, el cual para nosotros tiene un rostro concreto: los hermanos de la comunidad, de nuestra parroquia, centro junior, y todo aquel hermano que esté necesitado de nuestro servicio.
Por tanto el texto nos invita por una parte a profundizar en el amor de Cristo, que llegó al extremo. Así es como Jesús nos ama, hasta, siendo el Hijo de Dios, arrodillarse ante nosotros para lavarnos los pies. Por otra parte la experiencia de haber sido amados por Cristo hasta el extremo nos ha de llevar a amar a los demás con la misma radicalidad. La eucaristía y la caridad son inseparables, la misa no es un ámbito cerrado, en el espacio del templo y el tiempo de la celebración, sino abierto, nos abre a los otros. Experimentar en la eucaristía a Cristo que se entrega en la fracción del pan nos lleva a partirnos nosotros con los que tienen hambre de nuestro servicio.


GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición de entrada:
Queridos hermanos:
Nos hemos reunido en la Iglesia para recordar y vivir de nuevo lo que Jesús hizo un jueves de primavera y para agradecerle haber querido hacerse presente entre nosotros cada vez que celebramos la misa. Gracias a ella dentro de unas semanas recibiremos la Primera Comunión, en la fiesta más importante de nuestra niñez.
Además hoy el sacerdote hará un gesto: nos lavará a los niños y niñas de Primera Comunión el pie, para decirnos que así nos ama Jesús y así debemos amarnos todos, ayudándoos unos a otros.
Comencemos esta celebración con la alegría de saber que Jesús está aquí en la Iglesia.

Señor, ten piedad.

Jesús, Tú hoy nos amas tanto que te arrodillarás delante de nosotros. Señor, ten piedad.
Jesús, Tú hoy nos amas tanto que te ofrecerás en el pan y el vino. Cristo, ten piedad.
Jesús, Tú hoy nos amas tanto que has enviado un sacerdote para que sea nuestro servidor. Señor, ten piedad.

Monición Primera lectura.-
Vamos a escuchar como tenían que celebrar los judíos la cena de pascua, en ella recordaban la liberación de Egipto.

Monición Segunda lectura.-
En la segunda lectura san Pablo nos va a contar lo que Jesús hizo un día, mientras cenaba con sus discípulos y como les mandó que lo repitiesen.

Monición evangelio.-
Hola amigos: soy el apóstol Pedro. Aún estoy temblando al recordar lo que me pasó una noche. Nos sentamos a comer con Jesús y de repente se levantó y Él, que era nuestro Maestro, se arrodilló delante de mí y intentó lavarme los pies. ¿Sabéis lo que hice? Ahora os lo contará el sacerdote.

Homilía.-
Entregamos a cada uno una semilla (alubia, p.ej.), les preguntamos qué ocurre si la semilla se la guardan o decide estar delante de todos para que vean lo bonita que es. Seguidamente les preguntamos ¿qué pasa si la semilla decide enterrarse e ir deshaciéndose?
Lo relacionamos con el evangelio: Jesús es la semilla. Él decide morir como ella para así resucitar y dar fruto. ¿Cómo muere Jesús? Colocamos diferentes escenas de la pasión en un tablón, en el que hemos colgado antes un corazón grande.


Lavatorio.-
Queridos hermanos y hermanas: ahora el sacerdote va a realizar el mismo gesto que hizo Jesús con los apóstoles y que, además, hemos escuchado en el Evangelio: va a lavarnos los pies.
Así al arrodillarse nos muestra el significado de lo que es el sacerdocio, una persona que sirve nos sirve a nosotros, explicándonos la Palabra de Dios, celebrando los sacramentos y ayudándonos cuando le necesitamos.

Peticiones.-
Por la Iglesia, para que sepamos transmitir amor a la sociedad. Roguemos al Señor.
Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que sean buenos servidores del Pueblo de Dios y de los pobres. Roguemos al Señor.
Por nuestro sacerdote, para que sea una persona que ame mucho a Jesús y con alegría se entregue a nosotros. Roguemos al Señor.
Hoy la colecta será para los necesitados de nuestra parroquia, así la entregaremos a Cáritas Parroquial. Te pedimos por los pobres de nuestro pueblo, para que encuentren en nosotros la ayuda que necesitan. Roguemos al Señor.
Por las personas viven el mandamiento de amar a los demás, para que vean siempre en las personas a Jesús. Roguemos al Señor.
Por los cristianos, para que busquemos más lo que nos une que lo que nos separa. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas que este año recibiremos la Primera Comunión, para que siempre llevemos a Jesús en nuestro corazón. Roguemos al Señor.
Por nosotros, para que valoremos la misa como el momento más importante de la semana o del día. Roguemos al Señor.

Ofrendas.-
Los niños depositan en el altar los corazones con sus nombres, si se conserva de la celebración penitencial, toman el suyo y lo llevan al altar.
Como gesto de nuestra opción por los más necesitados, ofrecemos una cesta con alimentos, que serán entregados a Cáritas o a los pobres.
El pan y el vino.

Monición antes de la reserva:
Esta misa no termina como las otras, sino con la reserva solemne del Cuerpo de Cristo. De esta manera mañana comulgaremos con las formas consagradas hoy. Además son guardadas en el Monumento. Allí permanecerán para que durante podamos pasar un rato rezando ante Jesús. Los niños de Primera Comunión le acompañamos a Jesús, igual que le acompañaremos en la fiesta del Corpus y con ello queremos decirle que nunca nos separaremos de Él.


HORA SANTA

­­­­­­­­­­­­­­CON JESÚS.-
Monición:

Queridos hermanos y hermanas:
En esta noche los cristianos de todo el mundo nos reunimos para rezar ante el Monumento. Después de haber celebrado la Misa de la Cena del Señor, acompañamos a Jesús en sus horas más amargas.
Nuestra mirada se dirige en primer lugar al protagonista, Él es quien aquella noche desbordó su corazón hacia sus discípulos. Acerquémonos a él, contemplemos a Jesús, sus sentimientos, sueños, deseos, compartidos esta noche con sus discípulos.

Oración.-

Jesús,
queremos estar junto a ti.
Quizá no se nos ocurran muchas cosas,
pero necesitamos estar contigo,
sentir tu amor,
como cuando nos acercamos a una hoguera,
queremos amarte,
aprendiendo de ti a amar,
sintiendo como nos amas.
Queremos acompañarte en esta noche,
a ti que en el Monumento
escuchas, contemplas, amas,
te haces presente en medio de nosotros.
Queremos unirnos a ti,
en aquella noche eterna.
En la sobremesa del Cenáculo,
queremos ser tus discípulos,
escuchar con el corazón tus palabras.
En la agonía de Getsemaní,
queremos ser tus discípulos,
en silencio acompañar tus gemidos.
En esta noche queremos estar
contigo, orante en el Monumento
con la Iglesia, que ora en esta noche
y con los que sufren, que rezan en la soledad.
Señor Jesús, toca nuestro corazón,
envíanos tu Espíritu,
para que abra nuestra mente,
nuestros labios y nuestro corazón,
a tu presencia.

Evangelio.-

Antes de la fiesta de la Pascua, Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre. Él, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.

Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él.

Os doy un mandamiento nuevo, que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así os améis también entre vosotros.

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Si me conocéis a mí, conocéis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.

Creedme yo estoy en el Padre y el Padre en mí.

Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él.

Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador.

Yo soy la vid: vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.

No os llamo siervos, porque el siervo nunca sabe lo que hace su señor, a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.


Meditación.-

En esta noche dejémonos amar por Cristo, dejemos que su mirada penetre hasta lo más profundo de nuestros ojos, haga estremecerse las entrañas de nuestro corazón.
Nuestro compromiso con Cristo nos lleva a amarle a él, pero sobre todo a dejarse amar por Él.
En este encuentro de amor entre Jesús y nosotros, Él es quien ha tenido la iniciativa. Desde antes de ser concebidos ya nos amaba. Desde la eternidad hemos estado en su pensamiento y en su corazón.
Él nos ama hasta el extremo de arrodillarse ante nosotros, para lavarnos el polvo del camino, el cansancio de nuestra vida.
Él nos ama hasta el extremo de darse en la eucaristía, transformarse en alimento, llevando en su cuerpo eucarísticos las heridas de nuestros pecados.
Él nos ama hasta el extremo de, sabiendo de vamos a abandonarle, volcar su corazón, contarnos como se siente, rezar por nosotros al Padre.
Él nos ama hasta el extremo de, a pesar de nuestro sueño, pedirnos le acompañemos en el llanto de amargura y soledad.
Así pues dejémonos amar por Cristo,
acerquémonos a Él como nos acercamos a la hoguera, no para estudiar la temperatura y el color de las llamas, sino para dejarnos calentar por Él.
No le cerremos las puertas.
No dudemos que Dios nos ama a nosotros, tan pequeños, inconstantes y frágiles.
Su amor es ternura, es amor de madre que pide no se turbe nuestro corazón.
Su amor es servicio que se hace esclavo de nosotros.
Su amor es entrega que se transforma en alimento.
Su amor es intimidad, confidencias de un corazón enamorado del nuestro.
Su amor es preocupación y cuidado, sabiendo nuestro sufrimiento en ausencia suya.
Oración personal.-

Así pues: ¿cómo escucho a Jesús en esta noche?
¿En mi corazón hay un destello de amor hacia quien tanto me ama?
¿Qué escucho de Él?
¿Qué ruidos o distracciones me impiden en estos momentos meditar el evangelio?
¿Qué me pide en estos momentos Jesús?
¿Deseo realmente lo que Jesús desea de mí?


Canto.-

Yo no soy nada y del polvo nací,
pero Tú me amas y moriste por mí.
Ante la cruz sólo puedo exclamar:
Tuyo soy, tuyo soy.

Toma mis manos, te pido,
toma mis labios, te amo,
toma mi vida, oh padre,
tuyo soy, tuyo soy tuyo soy, tuyo soy

Cuando de rodillas te miro, oh Jesús,
veo tu grandeza y mi pequeñez.
¿Qué puedo darte yo? Sólo mi ser.
Tuyo soy, tuyo soy
Toma mis manos, te pido, toma mis labios.


­­­­­­­­­­­­­­CON LA IGLESIA.-

Monición-
La mirada a Jesús nos lleva a experimentar que hemos sido amados, con nuestro pecado y nuestra miseria, con el abandono y las negaciones, con la cruz que cargamos sobre sus hombros y los clavos con los que taladramos sus manos. Pero nuestra fe no se vive de forma personal e individual. Amar es compartir con alguien semejante lo que tenemos. Así nuestra fe, experiencia de amor, solamente puede ser vivida en el seno de la comunidad. El mismo Jesús no vivió en solitario la experiencia del Reino, pronto se rodeo de un grupo de discípulos. Esta noche, la más dramática de su vida, Jesús no quiso vivirla en soledad, cenó con sus amigos más íntimos, a ellos les transmitió su testamento espiritual y deseo pasar la amargura del Huerto de los Olivos con tres de sus más allegados. Ellos, los Doce Apóstoles, representan a la Iglesia en su totalidad, bajo la guía de Pedro.
Así en esta noche nuestra oración es con la Iglesia, sintiéndonos miembros de ella, la comunidad que ora con su Maestro en espera de su muerte y resurrección, la comunidad por la que su Maestro ora al Padre en la llamada oración sacerdotal, que vamos a escuchar.

Evangelio.-

Padre, llegó la hora, glorifica a tu Hijo,
para que el Hijo te glorifique,
según el poder que le diste sobre toda carne,
para que a todos los que Tú le diste les dé Él la vida eterna.
Esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti,
único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra,
llevando al cabo la obra que me encomendaste.
Y ahora Tú, Padre, glorifícame cerca de Ti mismo
con la gloria que tuve, cerca de Ti, antes que el mundo existiese.

He manifestado tu nombre a los hombres
que me has dado de este mundo.
Tuyos eran, y Tú me los diste,
y han guardado tu palabra.
Ahora saben que todo cuanto me diste viene de Ti;
porque yo les he comunicado las palabras que Tú me diste,
y ellos las recibieron, y conocieron verdaderamente que yo salí de Ti,
y creyeron que Tú me has enviado.
Yo ruego por ellos.

No ruego por el mundo, sino por los que Tú me diste;
porque son tuyos, y todo lo mío es tuyo,
y lo tuyo mío, y yo he sido glorificado en ellos.
Y yo ya no estoy en el mundo;
pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a Ti.
Padre santo, guarda en tu nombre a éstos,
que me has dado, para que sean uno como nosotros.
Cuando yo estaba con ellos,
yo los conservaba en tu nombre, y los guardé,
y ninguno de ellos pereció, sino el hijo de la perdición,
para que la Escritura se cumpliese.
Pero ahora yo vengo a Ti, y hablo estas cosas en el mundo
para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo les aborreció;
porque no eran del mundo, como yo no soy del mundo.

No pido que los tomes del mundo,
sino que los guardes del mal.
Ellos no son del mundo,
como no soy del mundo yo.
Santifícalos, en la verdad, pues tu palabra es verdad.
Como Tú me enviaste al mundo,
así yo los envié a ellos al mundo.

Y yo por ellos me santifico,
para que ellos sean santificados por la verdad.
Pero no ruego solamente por éstos,
sino por cuantos crean en mi por su palabra,
para que todos sean uno, como Tú,
Padre, estás en mí y yo en Ti,
para que también ellos sean en nosotros,
y el mundo crea que Tú me has enviado.

Y yo les he dado a conocer la gloria que Tú me diste,
a fin de que sean uno, como nosotros somos uno.
Yo en ellos, y Tú en mí,
para que sean consumados en la unidad,
y conozca el mundo que Tú me enviaste
y amaste a éstos como Tú me amaste.

Padre, lo que Tú me has dado quiero
que donde yo esté, estén ellos también conmigo,
para que vean mi gloria, que Tú me has dado,
porque me amaste antes de la creación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te conocí,
y éstos conocieron que Tú me has enviado,
y yo les di a conocer tu nombre,
y se lo haré conocer,
para que el amor con que Tú me has amado
esté en ellos y yo en ellos. Jn 17
Meditación.-

Jesús ruega al Padre por sus discípulos, es decir, por cada uno de nosotros. Los momentos de la Pasión entran dentro de la eternidad. En esta noche su oración abarca todos los tiempos, a toda la Iglesia en todo lugar e instante.
Adentrarse en la oración sacerdotal es penetrar su corazón y descubrirnos en su interior. Es entrar en un corazón totalmente abierto y fraternal. Es asistir a la hora de las grandes confidencias, ser testigo de la conversación sencilla y espontánea de Jesús con el Padre, en uno de los momentos más intensos de su vida.
A veces nos preguntamos, ¿de qué le habla Jesús al Padre? No sólo en su vida terrena, sino ahora. Él en el Monumento está en oración, hablándonos a nosotros, pero sobre todo dirigiendo su Palabra al Padre en favor nuestro. ¿Pero, qué le dice?
En la oración sacerdotal se encuentra la respuesta:
Pide al Padre, para la Iglesia la unidad, le pide que en la parroquia, cada uno con nuestra diversidad y carismas, colaborando en diferentes tareas, desde la espiritualidad vivida en la parroquia y en los diversos movimientos, seamos uno.
Pide al Padre que estemos totalmente consagrados a Dios.
No le pide al Padre que seamos sacados de nuestro ambiente, sino que en él seamos la levadura que fermenta la masa. Seamos luz en medio delas tinieblas, amor en medio del odio hacia nosotros.


Oración personal.-

Ahora es el momento de orar. Para ello una valiosa ayuda es el método ignaciano:

Le pedimos la gracia de que nos ayude a rezar durante estos quince minutos.

Composición de lugar: contempla a Jesús con la imaginación, el cenáculo, la mesa, las cortinas, los manteles, las banquetas, el fuego iluminándoles, los utensilios recogidos, los apóstoles sentados, Jesús en el centro. Sitúate en la escena.

Pídele la gracia que deseas: sentirte un apóstol que escucha atentamente.

Y ahora lee el texto pausadamente, si hay alguna frase que te sea significativa repítela numerosas veces, que sea como las gotas de lluvia.


Canto.-

Como el Padre me amó, yo os he amado;
permaneced en mi amor,
permaneced en mi amor.

Si guardáis mis palabras y como hermanos os amáis,
compartiréis con alegría el don de la fraternidad.
Si os ponéis en camino sirviendo siempre la verdad,
fruto daréis en abundancia, mi amor se manifestará.

No veréis amor tan grande como aquel que os mostré.
Yo doy la vida por vosotros: amad como yo os amé.
Si hacéis lo que os mando y os queréis de corazón
compartiréis mi pleno gozo de amar como Él me amó.


­­­­­­­­­­­­­­CON LA SOCIEDAD.-


Monición.-
El encuentro con Cristo nos ha conducido a vivirlo en la Iglesia, la fe está llamada a ser celebrada en comunidad. Y el encuentro con los hermanos nos lleva a vivir el mandamiento del amor fraterno y descubrir en toda persona el rostro de Jesús.
Así nuestro compromiso con Cristo y con la Iglesia como dos flechas se orientan hacia los más desfavorecidos, es el compromiso con los marginados por la sociedad, con los excluidos de las ciudades, con aquellos con los que en esta noche Cristo se identifica.
En Getsemaní descubrimos al hombre sufriente, al varón de dolores, a tantas personas que en la noche de su vida se enfrentan a juicios, a la pena de muerte al amanecer, a tantos hombres y mujeres que en los hospitales esperan el diagnóstico médico, una intervención quirúrgica compleja que traerá consigo días de cruz y sufrimiento, a tantas personas que esperan en los centros de internamento ser deportados a sus países.
Esta noche al contemplar Getsemaní nuestros oídos permanecen abiertos al sufrimiento de nuestros hermanos.

Evangelio:

Salió y se dirigió según costumbre al monte de los olivos y lo siguieron los discípulos Al llegar al lugar, les dijo: Pedid no sucumbir en la prueba. Se apartó de ellos como un tiro de piedra, se arrodilló y oraba: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Se le apareció un ángel del cielo que le dio fuerzas. Y, entrando en combate, oraba más intensamente. Le corría el sudor, como gotas de sangre cayendo en el suelo. Se levantó, se acercó a sus discípulos y los halló dormidos de tristeza.
Lc 22,39-45


Meditación.-

Escuchemos el testimonio del obispo en Centro África, Juan José Aguierre, escrito la pasada semana:

La ciudad de Rafai está a 150 Km de Bangassou (Centroáfrica), la diócesis en donde, desde hace 12 años, estoy llevando el servicio del episcopado. Si Rafael significa “medicina de Dios”, Rafai se convirtió el domingo pasado en la antesala de la brutalidad y el desquiciamiento. Otra vez los rebeldes de Ejército de Resistencia del Señor, que, como ya he dicho otras veces, no son ni ejército, ni resisten a nada más que a su chiflada andadura, ni son del Señor porque son simplemente unos bárbaros criminales que pisotean a mi gente, secuestran niños, violan seres indefensos y matan en la más completa impunidad. Ya el 17 de febrero pasado atacaron Rafai, saquearon la misión, vaciaron los cuartos de los franciscanos, aunque ya de por si su ajuar suele ser raquítico, aterrorizaron la pareja de cooperantes franceses que estaban dando dos años de vida en la enseñanza y les robaron todo incluso el traje de novia que ella se había bordado con telas africanas para casarse el jueves santo.
Lo del domingo 21 de marzo fue mucho peor, un ataque lleno de crueldad sin límite contra una población indefensa. La LRA es un grupo de pirados que dan tumbos por la selva de tres países desde el 2007. La LRA arrasó Rafai como una apisonadora machaca la hierba del camino. Robaron graneros, a intervalos de ráfagas de metralla dura, quemaron las casas, acabaron a machetazos con los heridos y dejaron Rafai humeante de fanatismo agresor y de impotencia local.
La noche de histeria colectiva y llanto fue horrorosa. Los pocos que no huyeron a la selva no sabían si los desaparecidos se habían escondido o eran víctimas de un secuestro. Al día siguiente, el padre de la misión, hierático de rabia y desamor, contaba los muertos y organizaba el entierro, católicos y protestantes juntos en la misma tumba porque los pastores de las respectivas iglesias seguían huidos en la selva. Un funeral en la intimidad, poblado de sombras de los familiares desaparecidos en la selva. Ayer vi de refilón en la T.V. el entierro de un gendarme muerto en suelo francés por terroristas de EtA. El presidente francés asistió a la ceremonia y el español también. Un solo gendarme congregó dos presidentes. El padre franciscano enterró los 8 cadáveres en una discreta soledad, con una suave brisa meneando los árboles por todo acompañamiento de banda militar, tragándose las lágrimas y mirando reojo por si había movimientos sospechosos. Por supuesto, ni un solo funcionario acudió al sepelio, ni un simple subsecretario de algo. Tan sólo los franciscanos, los muertos y Dios. Este último, tal vez, profundamente compungido.
Los padres se quedaron allí para dar coraje a la población. Ellos, el coraje, lo reciben de lo Alto




Oración personal.-

Después de escuchar este testimonio rezamos, mediante el método de oración junior:


Experiencia:

¿Qué descubro en esta lectura? ¿conozco escenas semejantes? ¿en mí vida cuando he sufrido la desolación?

Reflexión.-

A la luz del evangelio, ¿descubro la presencia de Dios en el sufrimiento?, ¿qué dice Dios a esta situación dramática o a las mías?

Compromiso.-

Por los niños obligados a crecer prematuramente, vendidos, prostituidos o esclavizados. Roguemos al Señor.
Por las mujeres maltratadas, que sufren marginación y violencia. Roguemos al Señor.
Por los parados, especialmente los jóvenes y los padres y madres de familia. Roguemos al Señor.
Por los inmigrantes, obligados a dejar su tierra, su casa y su familia, y que no encuentran buena acogida. Roguemos al Señor.
Por los drogadictos, que llegan a perder su dignidad, su libertad, su salud y su vida. Roguemos al Señor.
Por los enfermos de SIDA, mirados como antiguos leprosos. Roguemos al Señor.
Por los niños que han muerto, víctimas del aborto, desde 1985. Roguemos al Señor.
Por los que mueren víctimas de las guerras en África, Irak, Afganistan, Latinoamérica, Asia o víctimas del terrorismo. Roguemos al Señor.
Por los ancianos que no son queridos y se sienten solos. Roguemos al Señor.
Por los agonizantes y enfermos terminales. Roguemos al Señor.
Por los hambrientos y los que sufren la destrucción de sus tierras, a manos de las multinacionales occidentales. Roguemos al Señor.
Por los que son torturados en los calabozos. Roguemos al Señor.
Por los que en estos momentos sufren largos secuestros. Roguemos al Señor.

Canto u oración.-

Con vosotros está y no le conocéis.
Con vosotros está, su nombre es “el Señor”.

1.- Su nombre es “el Señor” y pasa hambre,
y clama por la boca del hambriento,
y muchos que lo ven pasan de largo
acaso por llegar temprano al templo.
Su nombre es “el Señor” y sed soporta,
y está en quien de justicia va sediento,
y muchos que lo ven pasan de largo,
a veces ocupados en sus rezos.

CON VOSOTROS ESTÁ Y NO LE CONOCÉIS,
CON VOSOTROS ESTÁ, SU NOMBRE ES “EL SEÑOR”.
CON VOSOTROS ESTÁ Y NO LE CONOCÉIS,
CON VOSOTROS ESTÁ, SU NOMBRE ES “EL SEÑOR”.

2.- Su nombre es “el Señor” y está desnudo,
la ausencia del amor hiela sus huesos,
y muchos que lo ven pasan de largo,
seguros y al calor de su dinero.
Su nombre es “el Señor” y enfermo vive,
y su agonía es la del enfermo,
y muchos que lo saben no hacen caso,
“tal vez no frecuentaba mucho el templo”.

3.- Su nombre es “el Señor” y está en la cárcel,
está en la soledad de cada preso,
y nadie lo visita y hasta dicen:
“tal vez este no era de los nuestros”.
Su nombre es “el Señor”, el que sed tiene,
Él pide por la boca del hambriento,
está preso, está enfermo, está desnudo,
pero Él nos va a juzgar por todo esto.


Oración final.-

En este Año Sacerdotal concluimos la Hora Santa con la oración por las vocaciones del Papa Benedicto XVI.

Padre,
haz que surjan entre los cristianos
numerosas y santas vocaciones al sacerdocio,
que mantengan viva la fe
y conserven la seductora memoria de tu Hijo Jesús,
mediante la predicación de su palabra
y la administración de los Sacramentos
con los que renuevas continuamente a tus fieles .
Danos santos ministros del altar,
que sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía,
sacramento del don supremo de Cristo
para la redención del mundo.
Llama a ministros de tu misericordia que,
mediante el sacramento de la Reconciliación,
derramen el gozo de tu perdón.
Padre,
haz que la Iglesia acoja con alegría
las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu Hijo,
y dócil a sus enseñanzas,
fomente vocaciones al ministerio sacerdotal
y a la vida consagrada.
Fortalece a los obispos, sacerdotes, diáconos,
a los consagrados y a todos los bautizados en Cristo
para que cumplan fielmente
su misión al servicio del Evangelio.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.

viernes, 26 de marzo de 2010

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 50, 4-7Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,para saber decir al abatidouna palabra de aliento.Cada mañana me espabila el oído,para que escuche como los iniciados.El Señor me abrió el oído.Y yo no resistí ni me eché atrás:ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba;no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;por eso endurecí el rostro como pedernal,sabiendo que no quedaría defraudado.Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
La Iglesia nos ofrece para meditar e iluminar la Semana Santa los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé. Este domingo nos ofrece los primeros versos del tercer cántico, el cual anuncia a Cristo, el profeta-Siervo, que escucha la Palabra como discípulo, la proclama y asume las consecuencias, confiando en la ayuda del Señor.
Así en este texto descubrimos la vocación del educador junior. Nosotros somos discípulos, quienes en la oración de la mañana, meditamos el evangelio del día, espabilando el oído, dejando que Dios nos interpele, reflexionando sobre ella. De este modo nos convertimos en profetas, nuestra vida guiada por la Palabra se transforma en palabra viva que anuncia otro estilo de vivir, que trata de transformar los valores egoístas de esta sociedad, de dar una palabra de aliento a los abatidos, pero también una palabra de denuncia a los que viven ensimismados en el poder, las riquezas, la mentira y la muerte.
El educador, al igual que el profeta-Siervo, si es coherente, cree, celebra y vive su condición de junior, no va a recibir a cambio Premios Nobel sino ultrajes y salivazos, ni los niños ni los padres, ni su familia ni sus amigos querrán escuchar el mensaje que transmite, la Palabra que anuncia.
Por eso como Cristo pondrá su confianza en el Padre, quien no defrauda.
Así pues comenzamos la Semana Santa, un tiempo ideal para plantearnos nuestra condición no sólo de educadores, sino de juniors y cristianos. Unos gracias al Intensivo de Semana Santa de la JEA, otros en las parroquias. Todos debemos aprovechar para revisar nuestra vida, descubrir en qué lugar nos situamos estos días, en los que acusan a Cristo por no ser demasiado exigente, los que les da igual o los que como la Verónica y el Cireneo entran en el camino de la cruz.
SALMO RESPONSORIAL.
Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R/.: 2a)R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Al verme, se burlan de mí,hacen visajes, menean la cabeza:«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R/.Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica.Pero tú, Señor, no te quedes lejos;fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.Contaré tu fama a mis hermanos,en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel. R/.
MEDITACIÓN
Con Israel: el salmista canta la acción de gracias de Israel resucitado a la vuelta del exilio, personificándolo en un inocente perseguido, quien se fija más en el auxilio divino que en el propio sufrimiento. El justo perseguido confía sobre todo en Dios, quien es su “fuerza”.
Con Jesús: en él se dan los detalles sugeridos por el salmista: taladran las manos, puede contar sus huesos, se reparten la túnica. Él es el “varón de dolores”, pero a diferencia de las lamentaciones del profeta Jeremías, no tiene rabia ni maldice a los verdugos, sufre y gime pero desde la esperanza en Dios. Tampoco se plantea las causas del sufrimiento, ni filosóficamente la raíz del mal, sencillamente sufre, ora y confía. Así este fue un salmo del que seguramente Jesús se sirvió en las dramáticas horas de su pasión. Allí en la cruz oró al Padre y oró como lo haríamos nosotros, recitando las oraciones que aprendimos de niño, aquellas que formaron parte de nuestra vida.
Con nuestro tiempo: ante el sufrimiento nos queda rebelarnos, filosofear o rezar con el salmista, confiando en el Padre con Jesús.
Con los juniors: también nosotros nos planteamos muchos porqués, no entendemos lo que está pasando, por eso aquí Dios nos ofrece una valiosa ayuda. Cuando en el dolor no sepamos qué rezar, dejemos que Él nos susurre las palabras.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11 Cristo, a pesar de su condición divina,no hizo alarde de su categoría de Dios;al contrario, se despojó de su rangoy tomó la condición de esclavo,pasando por uno de tantos.Y así, actuando como un hombre cualquiera,se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,y una muerte de cruz.Por eso Dios lo levantó sobre todoy le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se dobleen el cielo, en la tierra, en el abismo,y toda lengua proclame:Jesucristo es Señor,para gloria de Dios Padre.Palabra de Dios.MEDITACIÓN
En Cristo descubrimos en primer lugar al justo del Antiguo Testamento, quien humillado es exaltado.
Por otra parte este himno de origen pre-paulino tiene tres partes: identidad de Cristo, es Dios; confrontación con Adán, pues mientras éste quiere ser como Dios, Jesús renuncia a su condición y pasa a ser uno de tantos, rebajándose hasta la cruz, es decir, despojándose de todo; y la exaltación, en la cual el Padre lo eleva a lo más alto. Es por tanto un resumen de quien es Jesús: el Hijo de Dios encarnado, crucificado y muerto que ha sido exaltado por el Padre. Misterio éste que vamos a vivir durante la Semana Santa en tres momentos: aclamado como Hijo de Dios el Domingo de Ramos, sometido a la muerte el Viernes Santo y levantado sobre todo el Domingo de Pascua.
Así nosotros contemplamos a Cristo y dejándonos llevar por él, siguiendo las palabras con las que Pablo precede este himno: “tened vosotros los mismos sentimientos que Cristo”, invitación que da sentido a todo el himno, siguiéndole, amando como él nos ama, a nivel personal vivimos tratando de pasar por uno de tantos, rebajándonos hasta ser esclavos, es decir, servidores de los demás, desde la confianza puesta en el Padre.
Atrás quedan los años de gloria en la mayoría de los centros juniors y parece que tenemos miedo a ser uno de tantos, no el grupo donde se apuntan todos los niños, el más numeroso del barrio o pueblo. El texto nos ofrece luz para estos nuevos tiempos, que no son peores que los pasados. ¿Cuál es nuestra misión en la sociedad? ¿y nuestra meta como centro junior: la gloria dada por el mundo o la exaltación dada por el Padre? ¿En nuestro interior qué deseamos?
EVANGELIO
http://www.archivalencia.org/contenido.php?a=86&pad=86&modulo=73&tiempo=5&festividad=189&lectura=all

MEDITACIÓN
Los relatos de la Pasión, muerte y Resurrección son el documento más antiguo que conservamos, previos a la redacción de los cuatro evangelios.
Para el evangelista todo el relato parte de la experiencia de la Iglesia, ésta es la muerte y resurrección de Jesús. Los apóstoles vivieron en primera persona este acontecimiento, fueron testigos de él. Posteriormente transmitieron a los discípulos lo que ellos creían, celebraban y vivían. Fruto de esta experiencia creída, celebrada y vivida en las comunidades cristianas fueron los evangelios y en concreto el libro de Lucas.
Teniendo presente esta perspectiva, es decir, lo que el evangelista trasmite no es en primer término un relato histórico, sino el acontecimiento central de la Iglesia, la experiencia que da sentido a su vida y a la de sus hermanos, proclamamos el texto. Y al proclamar no sólo contamos lo que ocurrió una vez, sino que anunciamos la Palabra que ilumina nuestra vida, el kerygma, lo nuclear de nuestra fe, la razón primera y fundamental por la que somos juniors, católicos y cristianos.
Por otra las causas que le llevaron a escribir este relato son varias: histórica (el relato no es un cuento sino que tiene un acontecimiento real, y el evangelista, tratando de ser fiel a él, no omite aquello que perjudica a la Iglesia: el abandono de los apóstoles, la negación de Pedro, es decir, de los que son sucesores los obispos y el Papa) y dogmática (las verdades de nuestra fe: Jesús es el Hijo de Dios, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó, Él es en quien se cumplen las escrituras, es el nuevo Adán, Abel, José encadenado por sus hermanos, el justo perseguido, el Siervo anunciado por Isaías).
Finalmente el evangelista, siguiendo básicamente el esquema de la pasión según san Marcos, nos presenta a Jesús como modelo de discípulo. Así el discípulo es quien se en el sufrimiento se apiada de las mujeres, se deja ayudar por los demás, en la cruz perdona a los que le atormentan, ofrece esperanza a quienes sufren y muere confiando en el Padre. A diferencia de Mateo y Marcos, omite el grito de Jesús, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Todo es paz, el Justo asume su destino y muere haciendo el bien, como recordará el mismo evangelista en la tercera parte de su obra.
Por tanto al meditar la pasión de este ciclo, descubrimos en ella los rasgos del educador junior, de quienes hemos optado por Cristo y por tanto caminamos con Él llevando la cruz. La confianza en el Padre nos lleva a vivir las dificultades y las persecuciones, con serenidad. Hoy en día esta es nuestra misión, los centros juniors hemos de vivir sirviendo a la sociedad, amando y ofreciéndole palabras de esperanza, aunque ésta actúe en contra nuestra.
ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-
Experiencia:
La pasión no fue algo pasado, ella es un retrato de nuestra vida y de la sociedad, sus personajes conviven entre nosotros y habitan en nuestro interior. Por eso comienza recordando tu vida: ¿cuándo te diste a los demás?, ¿cuál fue la última vez que lloraste? ¿cómo te sentiste cuando un amigo traicionó tu amistad? ¿y cuando tus amigos, en aquel momento que tanto los necesitabas, no aparecieron? ¿quiénes han defraudado tu confianza y amistad? ¿en tu vida a quienes has dado la espalda alguna vez y los has dejado solos, o has permitido que delante de ti los criticasen? ¿a quiénes has juzgado y si por ti fueses los habrías expulsado del centro porque no pensaban o no actuaban como tú querías? ¿cuándo has colocado tu verdad por encima de los demás? ¿qué es lo que como educador más te cuesta? ¿cuál fue el peor campamento? ¿quiénes en estos momentos, cerca de ti, andan llevando la cruz de la preocupación, la falta de trabajo, los problemas económicos, la enfermedad, los conflictos familiares,...? ¿en qué momentos hubieses deseado no estar ahí y no pasar por ello? Entra en tu corazón, en tu vida, en tus pensamientos. Es interesante tomar una hoja en blanco y en una columna ir anotando las respuestas.
Reflexión:
Ahora lee la pasión, haz primero una lectura rápida. A continuación léela deteniéndote en las palabras más significativas. Y en tercer lugar relaciona lo vivido con los personajes y momentos de la pasión: ¿cómo actúan ellos? ¿cómo actuaste tú? ¿en qué se parece esa circunstancia al episodio de la pasión?
Compromiso.
Háblale a Jesús, después de los dos ejercicios, cuéntale como te sientes, pídele perdón por haber sido en ese momento concreto Pedro, los discípulos, Caifás, Pilato, el ladrón no conformado,... También agradécele por que en ese otro momento fuiste el cireneo, el buen ladrón, el centurión,... y porque ahora has encontrado luz en esos otros, cuando estuviste con Jesús en Getsemaní, en el sanedrín, el pretorio, la Vía Dolorosa, el Gólgota,... Háblale y siente el gozo de haber participado de su cruz, de haber descubierto entonces o ahora en esa cruz la presencia de Cristo.

Celebración:
Toma un clavo y ofréceselo o sencillamente coge en tus manos una cruz, tócala, siéntela en tus manos, entre tus dedos, contémplala, bésala, permanece en silencio.

ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

EXPERIENCIA:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María y cartel.

Signo de esta semana: la cruz.

Preparación: entregamos a cada un clavo.

Proclamación del Evangelio: el evangelio de este domingo es largo, si bien ello no debe ser óbice para leerlo, pues el ambiente de silencio y oración ayuda a escucharlo pausadamente. Podemos acompañarlo con un audiovisual en el que vaya ilustrando cada escena de la pasión. También en determinados momentos podemos colocar los signos que se presentan en el guión de la misa.

REFLEXIÓN:

Interiorización: después de escucharlo, contemplo el clavo, él representa a mis miedos, preocupaciones, también mis incoherencias, de mi falta de amor, de fe. Miro en él mi vida.

COMPROMISO:

Gesto: Jesús acoge mis clavos, abre la mano y de deja taladrar, no sólo por sus verdugos, sino por mí, mientras pronuncia palabras de perdón. Por eso ahora le ofrezco mi clavo, es mi vida, una vida en la que a veces le he hecho sufrir y él la acepta tal como es, pues me ama y me ama tal como fui concebido, pecador.

CELEBRACIÓN:
Oración final: cada uno pronuncia las palabras del buen ladrón: “acuérdate de mí”.











GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición antes de la bendición de los ramos.-
Buenos días a todos:
Hoy es un día de fiesta y alegría para nuestro pueblo, porque comienza la semana más grande de los cristianos. Este domingo, como los niños de Jerusalén y sus padres, nosotros los niños de Alfarrasí nos hemos reunido para celebrar la entrada de Jesús en Jerusalén.
Y dentro de una semana nos volveremos a reunir en este sitio, para celebrar la entrada de Jesús en el Cielo, entonces una niña nos anunciará que Jesús ha resucitado, será la fiesta de l’Angelet de la Corda.
Y para celebrar esta fiesta durante esta semana vamos a prepararnos, uniendo nuestro corazón a Jesús.

Monición Primera lectura.-
En esta un hombre bueno nos va a contar lo que le pasaba, como le hacían sufrir y como él confiaba en Dios.

Monición Segunda lectura.-
En esta lectura San Pablo nos va a contar el significado de la pasión de Jesús, él siendo Dios pasó por ser una persona más, sirviendo a sus discípulos el Jueves Santo, muriendo el Viernes Santo en la cruz y resucitando el Domingo de Pascua.

Monición evangelio.-
Hola amigos: hoy el evangelio es un poco más largo. Ah, perdonad, no me he presentado. Soy el evangelista San Lucas. Y mirad, a mí una vez los apóstoles me lo contaron. Me quedé impresionado y decidí escribirlo tal como ellos me lo habían contado, así que hoy vais a escuchar la Pasión según san Lucas, estad atentos:

Homilía.-
Comienzo del evangelio: un niño coloca un mantel sobre la mesa.
Final del relato del Cenáculo: dos niños colocan una jarra de vino y un pan.
Final de Getsemaní: cada niño deposita a los pies de la mesa el ramo de olivo.
Final juicio del Sanedrín: un niño coloca el palo vertical de la cruz.
Final del juicio de Pilato: un niño coloca el palo horizontal de la cruz y los ata.
Antes de “perdónalos”: un niño presenta los clavos.
Final del evangelio: los niños presentan posters con personas ayudando a los demás y les explicamos el sentido, es decir, Jesús sigue estando al lado de los que sufren a través de quienes les ayudan.

Peticiones.-
Por todos los cristianos, que estos días vamos a celebrar la muerte y resurrección de Jesús. Roguemos al Señor.
Por los judíos, el pueblo al que perteneció Jesús. Roguemos al Señor.
Por los que no conocen a Jesús pero tratan de ayudar a los demás. Roguemos al Señor.
Por las personas que están enfermas, de manera especial nos acordamos de los enfermos y enfermas y los ancianos y ancianas de nuestro pueblo. Roguemos al Señor.
Por las personas que otros años han celebrado estas fiestas con nosotros. Roguemos al Señor.
Por las niñas que un día fueron l’Angelet de la Corda. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas que vamos a participar de la Semana Santa. Roguemos al Señor.
Por nosotros que nos unimos a Jesús en su entrega por los demás. Roguemos al Señor.

Ofrendas.-
Jesús te ofrecemos estas flores de melocotonero que han brotado de las ramas secas.
Jesús te ofrecemos el pan y el vino.

Oración final.-
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Porque, arriba en Jerusalén,
te necesitamos para que nos des vida
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Aunque hoy te aclamemos
y mañana te olvidemos
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Perdona nuestros pecados
Olvida nuestras mentiras
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Bendito por venir a nuestra tierra
Bendito por venir a salvarnos
Bendito por lo mucho que nos amas
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Sube, Señor, a Jerusalén
Sube, Señor, a la cruz
Pues, sabemos todos, Señor
lo mucho que por Ti, Dios nos ama
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR

Oración final.-
Queridos hermanos:
La misa ha terminado. El Jueves Santo nos volveremos a reunir los niños y vosotros para celebrar la misa de la Institución de la Comunión, en ella, José, nuestro sacerdote, como hizo Jesús, nos lavará los pies y nosotros acompañaremos a Jesús al monumento. Queremos invitaros a esta fiesta que nos ayudará a
ORACIÓN
AYÚDANOS, SEÑOR
Si nos alejamos de Ti,
buscando una felicidad disfrazada
AYÚDANOS, SEÑOR
Si presumimos de ser mejores que los demás
AYUDANOS, SEÑOR
Si señalamos los defectos de los demás
y olvidamos los propios
AYUDANOS, SEÑOR
Si te dejamos
y nos perdemos por caminos equivocados
AYUDANOS, SEÑOR
Si nos ahogamos bajo la carga de nuestros pecados
AYUDANOS, SEÑOR
Si olvidamos que, Tú,
ante todo eres Padre y no juez
AYUDANOS, SEÑOR
Si nos esforzamos
y no conseguimos ser lo que Tú quieres
AYUDANOS, SEÑOR
Si venimos a la Eucaristía
y no descubrimos tu corazón
AYUDANOS, SEÑOR
Si escuchamos tu Palabra,
y no siempre la seguimos
AYUDANOS, SEÑOR
Si te negamos y te ofendemos de palabra y de obra
AYUDANOS, SEÑOR
Amén
Javier Leoz












VIA CRUCIS JUNIOR: COMPROMETIDOS COMO MARÍA CON CRISTO.

Primera estación: Jesús condenado a muerte
Del evangelio de San Lucas:
Dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38).
El camino de la cruz en María comienza con un anuncio y una respuesta. Ella acoge a quien un día tomará su cruz y subirá con ella al Gólgota y al acogerle se identifica con Cristo.
También nuestro camino comienza con un hágase, es decir, que Cristo se haga cuerpo en nosotros, identificándonos totalmente con Él.
El sí del junior comienza después de decirle sí a Jesús, acogiéndole en la Primera Comunión. El sí del educador comienza después de decirle sí a Jesús, acogiendo el Espíritu en la confirmación.

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas
Del evangelio de San Lucas:
Dió a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada (Lc 2,7).
María dio a luz al Hijo de Dios. Belén no tiene sitio para él, Nazaret lo expulsa y Jerusalén le carga la cruz y lo crucifica fuera de la ciudad. María compartió el camino del Hijo.
Los cristianos tampoco, como María y Jesús, tenemos lugar en las ciudades. Cuando se vive coherentemente con el Evangelio molestamos, nuestra defensa de la vida, desde su concepción hasta su final, provoca el rechazo por parte de los medios de comunicación y de la sociedad.
El primer rito del junior es el crismón y en él se encuentra la cruz, de este modo decimos sí a ella, a cargar con las consecuencias de una vida marcada por el seguimiento de Jesús, que incluye el rechazo y la burla.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
Del evangelio de san Lucas:
¡A ti misma una espada te atravesará el alma! (Lc 2,35).
Fue en el templo donde el anciano Simeón le anunció la cruz. El Hijo que tanto amaba caería un día bajo el peso de ella y se levantaría para iluminar a los pueblos. María tuvo que aprender con dolor a derribar las torres del triunfalismo.
Nuestro sí está marcado por las caídas, las dudas, el para qué llevar una vida diferente, en fidelidad al Evangelio.
Muchos abandonan el movimiento cuando ser junior no es sólo jugar, sino jugársela por Cristo.
Cuarta estación: Jesús encuentra a su santísima Madre
Del evangelio de Lucas:
¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? (Lc 2,49)
Fue el encuentro con Jesús, después de tres días de ausencia y el Hijo le respondió anunciando su final. También en la cruz, después de unos días de ausencia la Madre encuentra al Hijo, en silencio la misma respuesta: había sido enviado para volver a la Casa del Padre, y ahora él estaba recorriendo este camino.
A Jesús no lo encontramos donde queremos que esté, sino donde él quiere estar, en la Iglesia, en los momentos de silencio y oración, junto a los que andan llevando la cruz por este mundo. A veces no lo encontramos porque a diferencia de María no vamos a buscarlo donde ésta.
María salió de su casa, su pueblo, lo dejó todo para ir al encuentro de Cristo en el Templo y en la Via Dolorosa. También nosotros dejamos a Jesús para ir a su encuentro en la Iglesia, las capillas, los campamentos y los caminos donde andan los que sufren.

Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Jesús volvió con ellos a Nazaret y vivió sujeto a ellos (Lc 2, 51).
Durante aquellos años de vida oculta en Nazaret María acompañó a Jesús, le ayudó a aprender sufriendo a obedecer, a caminar llevando la cruz de la vida cotidiana y del trabajo.
La vida del cristiano no es fácil, muchas veces tenemos la tentación de dejarnos arrastrar por quienes al margen de la cruz nos invitan a abandonarla y volver a la comodidad de ser espectadores. Pero con nosotros hay cireneos que nos ayudan a seguir, el sacerdote, la catequista, el monitor, el padre y la madre cristiana, la esposa o el esposo comprometido con la Iglesia.
¡Cuántas veces habríamos abandonado el Centro si junto a nosotros no se hubiese encontrado ese sacerdote o educador!

Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús
Del evangelista San Lucas:
Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón (Lc 2, 51).
Como la Verónica María fue el paño blanco en el que Jesús enjugó sus lágrimas, conservándolas en su corazón.
La oración es en nuestra vida el paño que también enjuga nuestras lágrimas, el presencia callada donde vertemos nuestros sufrimientos.
El grupo es el ámbito que acoge nuestros cansancios y preocupaciones.
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Del evangelista San Lucas:
Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen (Lc 8,21).
María aprendió cayendo, desmontando la imagen que ella tenía del Hijo. Para Jesús lo fundamental no era la sangre, de ella no esperaba una madre como todas, sino una discípula. Y no fue fácil, cayó, cayeron sus esquemas, se derrumbó la maternidad natural, para surgir y levantarse la maternidad espiritual, fruto del camino del discípulado, del camino de la cruz.
Nosotros necesitamos desmontar constantemente los esquemas preconcebidos, nuestras seguridades, cuestionar nuestra fe, caer y sentirnos perdidos, como el adolescente, para que surja la siempre novedad del Evangelio.
Las crisis forma parte del camino del junior y del educador, de ellas surge un nuevo junior y educador, que volverá a caer para que surja otro, fiel al ideal de educador que en ese momento Jesús desea.

Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Del evangelio de San Mateo:
Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen (Mt 2,18).
La pasión de Jesús llevó a María a unirse al lamento de Raquel, de las mujeres judías sometidas a la violencia, de las madres que lloran el dolor de sus hijos, por eso su llanto, frente a las lágrimas de las plañideras, es auténtico, fruto de su compromiso real con las lágrimas de las mujeres víctimas.
¿Y nosotros como cristianos, lloramos con los que lloran, hacemos realmente nuestro el sufrimiento de los inocentes? ¿las madres que han perdido un hijo y las mujeres maltratadas?
La labor del movimiento junior es sacarnos del margen, de ser meros espectadores de la vida para comprometernos con los que caminan llevando la cruz, no sólo denunciando o sintiendo el dolor de los marginados, sino sufriéndolo con ellos.








Novena estación: Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Porque llegarán días en los que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! (Lc 23, 31).
María discípula también se preguntó si valió la pena aquel sí, caer con Cristo es derrumbarse, es plantearse existencialmente si valió la pena darlo todo por Él, cuando se está recibiendo cansancio, agotamiento, soledad, desolación.
¡Tanto para tan poco! En el camino del creyente surge esta exclamación. El camino no ofrece nada, la recompensa no está en la Via Dolorosa, ni siquiera en el Gólgota, el Viernes Santo es día para ir sembrando y llorando. Hemos de esperar que pase el silencio del Sábado Santo para descubrir el sentido auténtico, la recompensa de toda una vida entregada a Cristo, en el Domingo de Pascua, en el Sepulcro vacío, en el gozo del encuentro con el Padre.
Si pensásemos más en el Domingo de Pascua, si nuestro ser junior fuese pascual, muchos no habrían abandonado el centro cuando las circunstancias no eran como ellos esperaban.

Décima estación: Desnudan a Jesús, y le dan de beber hiel.
Del evangelista San Juan:
Mujer, ahí tienes a tu hijo (Jn 19, 25).
La vida de María fue un despojarse de su maternidad humana, para ser Madre de todos los creyentes. En la cruz María renace como Mujer, no como una mujer más, sino como la Mujer, la Nueva Eva, la Madre de los que renazcan por el bautismo, de los hijos de la Iglesia.
También nuestra vida como cristianos es despojarnos a nosotros para que sea Cristo quien viva en nosotros.
El educador es el que se despoja de sus ideas y de su protagonismo, para que sea Cristo el auténtico protagonista en la vida del grupo.

Undécima estación: Jesús clavado en la cruz
Del Evangelista San Juan:
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19,27).
María se une a la Iglesia, su vida quedará vinculada no sólo a Jesús sino a la comunidad que el Hijo ha engendrado en la cruz.
Nuestra vida es inseparable a la Iglesia, unidos a ella por el bautismo, somos uno con sus luces y sombras, con su cruz.
Los juniors somos un movimiento de la Iglesia, sin este estar clavados, unidos a ella, como los sarmientos a la vid, no tiene sentido ser junior, de ella brota nuestra identidad, sin ella el centro es una rama seca desgajada del árbol.
Duodécima estación: Jesús muere en la cruz
Del Evangelio de San Juan:
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de suy madre, María, la mujer de Clopás, y María Magdalena (Lc 19,23).
Un sí hasta la cruz. María fue fiel a Dios hasta entregar a su Hijo, permaneciendo al pie del madero, escuchando el clamor de Cristo.
La cruz es bella, cuando es motivo de ornamentación, la cruz es terrible cuando es motivo de exclusión. ¿Qué cruz deseamos para nuestra vida? ¿la del mundo, del triunfo, del oro y los honores o la de Cristo, del fracaso, el madero y los insultos?
Quiero marchar decidido por el camino que Tú me marques. Deberíamos temblar cada vez que rezamos la oración junior, pensarlo dos veces antes de pronunciarlas, de rezar nuestra oración. ¿O somos unos mentirosos? ¿Realmente queremos marchar por el camino que Jesús nos marca? Éste es el camino de la cruz, es morir sin ser comprendido, es dar la cara por Él sabiendo que vamos a recibir insultos, es perdonar a los que nos ofenden, esperar en Dios y sólo en Dios, vivir unos valores no aceptados, amar sin recibir. ¿Somos como María y Juan, llevando el camino hasta las últimas consecuencias o como los otros apóstoles, apartándonos del camino cuando éste es cargar con la cruz hasta morir colgados de ella?

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su santísima Madre
Del evangelio de San Lucas :
Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? (Lc 2, 49).
¿Por qué? Es la pregunta que se hizo María, Madre de los Dolores, Madre de la Soledad, Madre al Pie de la Cruz. ¿Por qué el Dios de la Vida estaba sobre su regazo muerto? Por cuarta vez el Hijo permanece en el suelo, postrado en el abismo de la muerte y espera la mano del Padre que lo levante. Por cuarta vez la Madre permanece con el Hijo y en la noche oscura espera la luz que la levante de la postración.
Y nosotros, cuando Dios no es como imaginábamos, cuando la muerte de un ser cercano hiere con su gélido filo, ¿esperamos contra toda esperanza?
Nuestro movimiento junior aún no ha dado la vida por Cristo, pero quien sabe si un día sus hijos morirán mártires, como murieron tantos jóvenes de la Acción Católica, en la persecución de los años 1936-1939. Ellos, jóvenes como nosotros que se alimentaban de nuestra misma espiritualidad, fueron fieles a Cristo, valga un recuerdo, por nuestra oración por los movimientos laicales que sufren el martirio de sus hijos.

Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro
Del libro de los Hechos de los Apóstoles
Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María la madre de Jesús y sus hermanos (Hch 1,14).
María permanece no en el sepulcro llorando, sino en la Iglesia. La oración en comunidad es el aliento que aviva la fe, la esperanza y el amor de los discípulos de Cristo, el Sábado Santo y los largos años de persecución, esperando el Domingo de Pascua, el Domingo sin ocaso.
La Iglesia es el ámbito donde vivir los momentos de oscuridad y silencio de Dios. Es la oración de la Iglesia, los sacramentos y la eucaristía los medios para no desfallecer, para esperar la Pascua.
También nosotros necesitamos de la oración en común, los sacramentos y la eucaristía para no desfallecer, para como María vivir la radicalidad de nuestro compromiso con Cristo, con la Iglesia y con la sociedad.

Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz nos redimiste.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 43, 16-21
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas;que sacó a batalla carros y caballos,tropa con sus valientes;caían para no levantarse,se apagaron como media que se extingue.«No recordéis lo de antaño,no penséis en lo antiguo;mirad que realizo algo nuevo;ya está brotando, ¿no lo notáis?Abriré un camino por el desierto,ríos en el yermo.Me glorificarán las bestias del campo,chacales y avestruces,porque ofreceré agua en el desierto,ríos en el yermo,para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé,para que proclamara mi alabanza.»
Palabra de Dios.

MEDITACIÓN

El tiempo ha pasado, Israel tras conquistar la Tierra Prometida en tiempos de Josué (1ª lectura domingo pasado), ser un gran reino en tiempos de David y Salomón, pecó, se dividió en dos y finalmente los habitantes de Jerusalén fueron deportados a Babilonia y la ciudad destruida. Es allí donde surge un profeta que invita a la esperanza y a fijar la mirada en el Siervo de Yahvé. Sus escritos formarán parte del libro del profeta del s.VIII, Isaías. Así los estudiosos de la Biblia le han llamado el Segundo Isaías (Is 40-55). Este personaje fue profeta que predicó en Babilonia entre las primeras victorias del rey persa Ciro (550 a.C.), que permitía presagiar la ruina del imperio babilónico y el edicto liberador (538) que autorizó la vuelta a su patria de los desterrados. Así el profeta anuncia este retorno, en el cual Dios como en éxodo de Moisés, en el que Dios al igual que ocurrió en tiempos de Moisés dirige la comitiva. Ahora bien, éste será mucho más espectacular, eclipsando las maravillas realizadas por Dios en tiempos de la liberación de Egipto.
Pero, ¿qué quiere decirnos Dios en este texto? Al meditarlo nos invita a mirar con esperanza el futuro. Comenzamos la cuaresma con el deseo de cambiar nuestra vida, pero seguimos como el pueblo de Israel, experimentando el destierro, lejos de lo que soñábamos. Pongamos nuestra esperanza en Dios, Él es el protagonista, Él puede abrir en el desierto de nuestra vida un camino y alumbrar ríos en el yermo. No nos desalentemos, Dios es quien actúa en nuestra vida, ser junior no es vivir una moral sino acoger la Palabra de un Dios que llena de agua nuestros desiertos.

SALMO RESPONSORIAL.

Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R/.: 3)R/.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.

MEDITACIÓN
Con Israel: el salmo narra la experiencia vivida por el pueblo de Israel en Babilonia y su vuelta del destierro. En él existe el convencimiento, al igual que le ocurría al Segundo Isaías, de ser todo ello obra de Dios, quien cambia la suerte de Sión y llena de gozo a su pueblo.
Con Jesús: descubrimos en este salmo a Jesús en su pasión, quien en la mañana del viernes santo marcha llorando, llevando en sus manos la semilla de su entrega por los demás y el domingo regresa a la ciudad, al Cenáculo, cantando, trayendo en sus manos las gavillas de la resurrección. Y todo ello gracias al Padre que cambió la suerte de Jesús y a quien sembraba entre lágrimas, muriendo por nosotros, cosechó entre los cantares de la Pascua la resurrección y la vida.
Con nuestro tiempo: son estos momentos de crisis y falta de esperanza, no sólo económica sino social, cultural, religiosa, política,... En estos años duros hemos de depositar nuestra esperanza en lo que sembramos. A todos nos corresponde sacrificarnos por salvar nuestro país de la crisis que atraviesa. Vivimos en periodo de siembra, de trabajar por que, con la ayuda de Dios, cambie la suerte de nuestra sociedad.
Con los juniors: especialmente en la Iglesia, leer este salmo desde nuestra situación concreta, cuando no vemos resultados, nos sitúa en el momento. Ahora conrresponde sembrar, y ello conlleva dolor, lágrimas y sufrimiento.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14

Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacía la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
El apóstol hace una síntesis del misterio pascual de Jesucristo en cuanto es vivido personalmente por cada cristiano, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
Así nosotros en cuanto juniors el Apóstol nos invita a relativizarlo todo, situando a Jesús en primer lugar. ¿Cuántas veces hemos considerado basura otras cosas en comparación a los juniors? Ese fin de semana de convivencia, mientras los amigos o amigas se iban de fiesta, ese campamento cuando los demás estaban disfrutando de la piscina.

EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
— «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
— «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.Jesús se incorporó y le preguntó:
— «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»
Ella contestó:
— «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo:
— «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN
El texto de hoy se sitúa dentro de la gran revelación mesiánica y la gran repulsa. Jesús se encuentra en la fiesta de las tiendas, allí discute con los de Jerusalén sobre su origen, promete el agua viva en el último día de la fiesta, después de pasar la noche en oración, en el monte de los Olivos, de madrugada se presenta en el templo y allí los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, es decir, una mujer casada manteniendo relaciones sexuales con un hombre distinto a su marido. Acerca de este pecado la legislación judía era bien clara, el Levítico y el Deuteronomio mandan condenar a muerte tanto al adúltero como a la adúltera (Lv 20,10 y Dt 22, 22-24). A Jesús le tienden una trampa: ser fiel a la Ley de Dios o ser misericordioso con los pecadores. La respuesta de Jesús muestra la profundidad de su corazón: está con contra del pecado pero no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta.

ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-
Experiencia:
Son estos días de buscar el momento adecuado para revisar la propia vida y acercarse al sacramento del perdón. Así pues, mira atrás, revisa tu historia personal desde que tienes conocimiento, tu infancia, adolescencia,... ¿Cuántas veces has engañado a Dios, a los demás, a ti mismo? ¿en cuantas ocasiones has sido infiel a la amistad de los tuyos y has traicionado su confianza? Pon nombre, recuérdalos, trae a tu memoria esos momentos. Por otra parte en tu vida has tenido personas que te han acusado públicamente. ¿Cómo te sentiste en esos momentos?
Reflexión:
Lee el texto y reflexiona acerca de él. Sitúate en el lugar de los acusadores, de la mujer, del compañero, quien momentos antes la amaba apasionadamente y ahora es incapaz de dar la cara por ella, permitiendo que maten a quien era su gran amor, mientras él salvaba la vida, de los apóstoles. Personaliza en momentos de tu vida, cuando tú acusabas, te acusaban o te salvabas de un castigo que también merecías mientras tu compañero lo sufría y callaba por no descubrirte. ¿Cómo te sentías? ¿Te has visto en una situación semejante en los últimos dos días? Después de mirarte con tu mirada y la de los demás, obsérvate con la mirada de Jesús.
Compromiso.
¿Qué le dices a Jesús?, explícale como te sientes.

Celebración:
Pídele ayuda para que te humildad para no acusar a nadie, fortaleza para defender a los que son acusados y misericordia para perdonar a quienes te acusan.


ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

EXPERIENCIA:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María y cartel.

Signo de esta semana: piedras y algodón.

Preparación: entregamos a cada uno una piedra y un poco de algodón.

Proclamación del Evangelio: leemos el Evangelio del domingo. Podemos proyectar el powerpoint de las benedictinas de Montserrat.

REFLEXIÓN:

Interiorización: tocamos la piedra, la sentimos en nuestra mano, incluso golpeamos con ella nuestra cabeza, ¿qué cualidades tiene? Seguidamente hacemos lo mismo con el algodón y nos preguntamos por sus cualidades. ¿Para qué se emplea uno y para qué el otro? ¿cuándo hemos lanzado piedras contra las personas heridas (alguien que ha cometido un pecado y bien se lo hemos reprochado o bien hemos colaborado en la crítica de su actuación)? Ante el pecado, ¿qué escoge Jesús la piedra que hiere o el algodón que cura? ¿cómo podemos curar nosotros a los que se equivocan o pecan?

COMPROMISO:

Gesto: cada uno opta por lo que desea ser y se acerca a la cruz depositando el algodón o la piedra ante Jesús, rezando en voz alta una oración de petición, p.ej.: Señor, ayúdame a saber corregir con bondad y dulzura, sin acusar al hermano.

CELEBRACIÓN:
Oración final: Padrenuestro, fijándonos en la petición, “perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición de entrada.-
El próximo domingo la misa será distinta, porque la empezaremos en la Plaza y celebraremos el Domingo de Ramos. Pero, ¿estaremos preparados? Hoy Jesús nos va a ayudar a que lo estemos, diciéndonos lo que tenemos que hacer, es decir, ser comprensivos con los que se equivocan y no estar siempre criticando a los que hacen las cosas mal.

Acto penitencial.-
A pesar de nuestros pecados, Tú siempre nos amas.
Señor, ten piedad.
Un niño presenta una hoja con una lista de pecados.

A pesar de que no somos agradecidos contigo. Tú siempre nos amas.
Cristo, ten piedad.
Un niño presenta el dibujo de un salvavidas.

A pesar de que nosotros siempre estamos contando los fallos de los demás.
Tú siempre nos amas.
Señor, ten piedad.
Una calculadora.

Monición Primera lectura.-
En esta lectura el profeta Isaías nos va a contar como Dios les dijo a los judíos que pronto volverían a su tierra.

Monición Segunda lectura.-
En esta lectura San Pablo nos va a decir que es lo más importante que hay en su vida y que hace que todo lo demás sea para él basura.

Monición evangelio.-
Hola amigos: veis ese montón de piedras que hay ahí, pues unas así eran las que llevaban en sus manos los judíos y no eran para jugar, sino para matar a una pobre muchacha. Pero afortunadamente las piedras no acabaron en su cabeza sino que se quedaron en el suelo. Estad atentos a esta historia.

Homilía.-
Tomamos como punto de partida el montón de piedras y les explicamos el evangelio. También podemos colocar debajo de cada piedra una expresión (p.ej.: ha copiado en el examen, me ha pegado, ha suspendido, no sabe hablar, es el más vago de la clase,...). Otra posibilidad es servirse del gesto de la oración y preguntarles como se puede ayudar a una persona que está herida, con piedras o con algodón, relacionándolo con el evangelio.

Peticiones.-
Por el Papa y los Obispos. Roguemos al Señor.
Por las personas que se equivocan, para que les ayudemos a cambiar Roguemos al Señor.
Por los niños que están solos en el patio porque nadie quiere jugar con ellos. Roguemos al Señor.
Por las personas que han venido a nuestro pueblo y no son aceptadas por ser de otro país. Roguemos al Señor.
Por los maestros y catequistas que tienen la tarea de enseñarnos a respetar a los demás. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas que vamos a recibir a Jesús. Roguemos al Señor.
Por nosotros, para que no seamos tan criticones. Roguemos al Señor.


Ofrendas.-
Jesús te ofrecemos estas flores de melocotonero que han brotado de las ramas secas.
Jesús te ofrecemos aceite que significa nuestro deseo de curar a los que se equivocan.
Jesús te ofrecemos el pan y el vino.

Oración final.-
Jesús,
Gracias por mostrarnos
que no somos mejores
que los niños que no van a misa
ni más buenos
que los que son de otros países.
Gracias por pedirnos
que no echemos piedras
contra los niños que se equivocan,
que no los critiquemos
ni les insultemos.
Gracias porque nos amas
y no quieres hacernos daño
ni a nosotros
ni a los que se portan mal contigo.

ORACIÓN


VIA CRUCIS JUNIOR: COMPROMETIDOS COMO SAN JOSÉ CON LA FAMILIA

Primera estación: Jesús condenado a muerte
Del evangelio de San Mateo:
Una vez despertó del sueño, José, hizo lo que le había mandado (Mt 1,24)
José fue obediente al Señor y acogió a María y en ella compartió el destino del Hijo de sus entrañas: no ser aceptado por los suyos.
También hoy hay familias que rechazan a sus hijos, no les dejan nacer, ellos no tienen cabida en su hogar y son asesinados antes de ver la luz. En esta estación decimos sí a estos inocentes.
Los juniors creemos en la familia y en la vida, aunque ello conlleve no ser comprendidos por la sociedad y condenados al insulto y el desprecio.

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas
Del evangelio de San Mateo:
Tomó consigo a su mujer (Mt 1, 24).
Amar es siempre aceptar a la otra persona tal como es, con su misterio, su libertad, su historia y trazar la propia vida con la otra persona, pensando más en el ser amado que en uno mismo. José dijo sí a María, la acogió y cargó con la cruz de negarse a sí mismo para que Cristo fuera la protagonista de su vida.
Amar es cargar con el yugo suave del amor, fundar una familia es asumir el peso de caminar no según la propia voluntad, sino con la persona amada.
Los juniors creemos en el amor auténtico, el que brota de la negación de ambos para crear un espacio donde no existe el tú y el yo, sino el nosotros.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
Del evangelio de san Mateo:
Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado (Mt 1,19).
Fue el primer momento de duda, terrible en toda relación de pareja. José vivió la oscuridad, cayó en la desolación y la repudió. Pero Dios salió a su encuentro, transformó la duda en fe y se levantó.
El amor es luz, pero también oscuridad, es fiarse de la persona amada con la única certeza de la fe en la otra persona.
Los juniors creemos en la capacidad humana para superar todo obstáculo, sabemos que en la duda, el temor y cuanto interfiere en las relaciones humanas, Dios está tendiéndonos la mano, ayudándonos a superarla.

Cuarta estación: Jesús encuentra a su santísima Madre
Del evangelio de San Mateo:
Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16)
José experimentó a lo largo de su vida la cruz, pero en esa cruz nunca estuvo sólo, contó con la ayuda de María, su esposa, ella fue aliento y fortaleza.
En los momentos de enfermedad, cansancio, en los miedos y las incertidumbres la persona amada es la luz que ilumina, la compañía en el camino de la cruz.
Los juniors creemos en María, la Mujer que es aliento en la vida, rezar y contemplar a María constituye un medio idóneo para no desfallecer en nuestro compromiso por la familia y la vida.

Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
Del evangelio de San Mateo:
El se preparó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto (Mt 2, 14).
Al marchar los Magos comenzó de nuevo el via crucis para María y Jesús, pero no estaban solos, José fue el cireneo que les ayudó a cargar con la cruz de la persecución.
El hombre está ahí, es el esposo, el padre, el que acompaña, aconseja, protege a la familia.
Y nosotros como José estamos llamados a acompañar a aquellas familias que huyen de la violencia, el hambre, la falta de futuro en los países del Sur.

Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús
Del evangelista San Lucas:
Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre (Lc 2,7).
José fue el primero en limpiar el rostro del Hijo de Dios, en aquella cueva reconoció en el hombre que no tenía cabida entre los suyos al Mesías esperado por los suyos.
Y Dios entrega sus hijos, nosotros, a los padres, ellos tienen la tarea de cuidar de las frágiles criaturas, lavar su rostro, salir de la comodidad para servir a sus hijos.
Y ellos durante unos días nos encomiendan la tarea de cuidar de sus hijos, la misión del educador es ser el padre y la madre que cuida del junior, desviviéndose por los niños.


Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Del evangelista San Lucas:
No tenían sitio en la posada (Lc 2, 7).
¡Cuántas preguntas pasarían por la mente de José en aquella noche! El Hijo de David y sin embargo no tenía lugar en la ciudad de su padre David, naciendo en condiciones penosas. No fue fácil asumir la lógica de Dios que vino a ser el último de todos, sin mas trono que un pesebre y una cruz.
También es difícil ser cristiano hoy. Queremos tronos, gloria, prestigio social y sin embargo nuestro camino es la cruz, la familia cristiana lo será si asume la lógica del evangelio, si busca servir a la sociedad, asumiendo no tener cabida en ella.
Y nosotros, los juniors, ¿estamos dispuestos a ser la familia de Jesús, la que no tiene cabida en los pueblos y hace presente a Jesús en la pobreza de medios?

Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Del evangelio de San Mateo:
Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen (Mt 2,18).
José acompaña este llanto, el llanto de María temiendo la muerte de su Hijo, de tantas mujeres que lloran la muerte por hambre, enfermedad, violencia de sus hijos.
Es en el hogar donde se comparten las penas, allí el dolor de la madre encuentra eco en el dolor del padre, el matrimonio sufre, llora y se consuela, pues sólo el marido puede comprender en su profundidad el dolor de la esposa que ha perdido el hijo que le dió el esposo.
Ante el dolor sólo cabe silencio y presencia, esa es nuestra tarea como educadores, acompañar con nuestra oración, presencia y palabra, breve y significativa, a quienes en el centro lloran la muerte de un ser querido.

Novena estación: Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio (Lc 2, 50).
No comprendió a Cristo, no entendió que su lugar no era permanecer en el hogar de Nazaret, sino después de tres días de ausencia marchar a la Casa del Padre.
Uno de los mayores sufrimientos de un padre y una madre, no comprender al hijo en determinados momentos. Asumir que, aun siendo de la misma carne y sangre, es otro, con su propia personalidad, un ser llamado a recorrer un camino distinto al de los padres.
Y nuestra tarea como educadores es ayudarles con ellos a descubrir este camino, el que Dios ha trazado para ellos.

Décima estación: Desnudan a Jesús, y le dan de beber hiel.
Del evangelista san Lucas:
Y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre (Lc 2, 16).
En la fragilidad del Dios que ha venido a hacerse hombre, en la pequeñez de un niño José le reconoció. Años más tarde Juan el evangelista reconocerá al Mesías en el crucificado. Así es nuestro Dios, despojado de su grandeza y omnipotencia.
Es en los hijos más frágiles en los que los padres más desbordan su amor: el hijo con sindrome down, parálisis cerebral, malformaciones, enfermo,... despojado de la salud, pero con una dignidad y capacidad de amor que llena el corazón del padre y de la madre, sacrificando su vida por el hijo más necesitado.
Y nosotros acogemos a estas criaturas: ¡son tantos los ejemplos de monitores y monitores que se entregan al cuidado de los niños enfermos en un campamento, de aquellos que necesitan tener siempre cerca una persona que cuide de ellos!

Undécima estación: Jesús clavado en la cruz
Del evangelista S. Lucas:
Este está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción (Lc 2,34).
José escucha las palabras del anciano Simeón, lo ha comprendido desde el primer momento, el Hijo que presenta en el templo será un día clavado en la cruz y él lo acoge, comparte su destino.
También hoy muchos padres asumen el destino de sus hijos y aceptan que ellos renuncien al matrimonio para entregarse a los demás en la vida sacerdotal o religiosa, siendo signo de contradicción, incomprendidos por los suyos.
No tengamos miedo a vivir nuestra vocación, pues si realmente somos juniors hemos de compartir el destino de Cristo, ser clavados en la cruz de la murmuración, el desprecio, la crítica, la burla.

Duodécima estación: Jesús muere en la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes.
José vivió siempre con esta luz, su vida fue iluminada por Cristo en la pobreza de Belén, en la clandestinidad de Egipto, en la cotidianeidad de Nazaret, en la obediencia de Jesús a quien consideró su padre.
También nosotros descubrimos en nuestros padres la presencia de Dios, ellos, con su entrega, su sacrificio, sus consejos, su testimonio de vida, su fe, su amor entre ellos y a nosotros, su morir a sí mismos fueron luz para nosotros.
¿Y nosotros, educadores, muriendo a nuestros valores para que Cristo viva, somos luz para los niños que la Iglesia nos encomienda?

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su santísima Madre
Del evangelio de San Lucas:
¡A ti misma una espada te atravesará el alma! (Lc 2, 35).
José escucha y acompaña a María, sabe que el hijo además de alegría traerá consigo sufrimiento y dolor y él permanece en silencio, escuchando, meditando, al lado de su esposa, María.
El esposo es siempre la persona en quien la esposa se apoya, el compañero con quien camina, el confidente que escucha, el paño que enjuga las lágrimas, el amigo en quien confía la madre.
Muchas son las personas que sufren, nuestra labor es estar ahí, al pie de la cruz con ellas, con esa madre que nos cuenta los problemas que tiene con el hijo, con ese padre que está acompañando al hijo en el hospital.

Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro
Del evangelio de San Mateo:
Tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel (Mt 2,20).
La entrada en Israel desde Egipto evoca la entrada del pueblo capitaneado por Josue en la Tierra Prometida y anuncia la entrada de la Iglesia, guiada por Cristo en la Vida Eterna, la resurrección. Y aquella noche José con todos los que habían muerto, quien creyó y esperó, alcanzó la resurrección obtenida por Cristo.
Es el mayor ejemplo de vida, esos padres que entran en el río de la muerte, tomados de la mano de Jesús. A José se le invoca como abogado de la buena muerte, él ayuda a morir en la paz de los justos, los que esperan tras la muerte la vida.
Los juniors sabemos cuál es la meta del camino que Jesús nos marca, José con su vida nos enseña este camino: morir a sí mismo para que Cristo viva en nosotros y nosotros vivamos en Cristo, en esta vida y en la que Él nos ha obtenido con su muerte y resurrección.

Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz nos redimiste.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 43, 16-21
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas;que sacó a batalla carros y caballos,tropa con sus valientes;caían para no levantarse,se apagaron como media que se extingue.«No recordéis lo de antaño,no penséis en lo antiguo;mirad que realizo algo nuevo;ya está brotando, ¿no lo notáis?Abriré un camino por el desierto,ríos en el yermo.Me glorificarán las bestias del campo,chacales y avestruces,porque ofreceré agua en el desierto,ríos en el yermo,para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé,para que proclamara mi alabanza.»
Palabra de Dios.

MEDITACIÓN

El tiempo ha pasado, Israel tras conquistar la Tierra Prometida en tiempos de Josué (1ª lectura domingo pasado), ser un gran reino en tiempos de David y Salomón, pecó, se dividió en dos y finalmente los habitantes de Jerusalén fueron deportados a Babilonia y la ciudad destruida. Es allí donde surge un profeta que invita a la esperanza y a fijar la mirada en el Siervo de Yahvé. Sus escritos formarán parte del libro del profeta del s.VIII, Isaías. Así los estudiosos de la Biblia le han llamado el Segundo Isaías (Is 40-55). Este personaje fue profeta que predicó en Babilonia entre las primeras victorias del rey persa Ciro (550 a.C.), que permitía presagiar la ruina del imperio babilónico y el edicto liberador (538) que autorizó la vuelta a su patria de los desterrados. Así el profeta anuncia este retorno, en el cual Dios como en éxodo de Moisés, en el que Dios al igual que ocurrió en tiempos de Moisés dirige la comitiva. Ahora bien, éste será mucho más espectacular, eclipsando las maravillas realizadas por Dios en tiempos de la liberación de Egipto.
Pero, ¿qué quiere decirnos Dios en este texto? Al meditarlo nos invita a mirar con esperanza el futuro. Comenzamos la cuaresma con el deseo de cambiar nuestra vida, pero seguimos como el pueblo de Israel, experimentando el destierro, lejos de lo que soñábamos. Pongamos nuestra esperanza en Dios, Él es el protagonista, Él puede abrir en el desierto de nuestra vida un camino y alumbrar ríos en el yermo. No nos desalentemos, Dios es quien actúa en nuestra vida, ser junior no es vivir una moral sino acoger la Palabra de un Dios que llena de agua nuestros desiertos.

SALMO RESPONSORIAL.

Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R/.: 3)R/.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.

MEDITACIÓN
Con Israel: el salmo narra la experiencia vivida por el pueblo de Israel en Babilonia y su vuelta del destierro. En él existe el convencimiento, al igual que le ocurría al Segundo Isaías, de ser todo ello obra de Dios, quien cambia la suerte de Sión y llena de gozo a su pueblo.
Con Jesús: descubrimos en este salmo a Jesús en su pasión, quien en la mañana del viernes santo marcha llorando, llevando en sus manos la semilla de su entrega por los demás y el domingo regresa a la ciudad, al Cenáculo, cantando, trayendo en sus manos las gavillas de la resurrección. Y todo ello gracias al Padre que cambió la suerte de Jesús y a quien sembraba entre lágrimas, muriendo por nosotros, cosechó entre los cantares de la Pascua la resurrección y la vida.
Con nuestro tiempo: son estos momentos de crisis y falta de esperanza, no sólo económica sino social, cultural, religiosa, política,... En estos años duros hemos de depositar nuestra esperanza en lo que sembramos. A todos nos corresponde sacrificarnos por salvar nuestro país de la crisis que atraviesa. Vivimos en periodo de siembra, de trabajar por que, con la ayuda de Dios, cambie la suerte de nuestra sociedad.
Con los juniors: especialmente en la Iglesia, leer este salmo desde nuestra situación concreta, cuando no vemos resultados, nos sitúa en el momento. Ahora conrresponde sembrar, y ello conlleva dolor, lágrimas y sufrimiento.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14

Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacía la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
El apóstol hace una síntesis del misterio pascual de Jesucristo en cuanto es vivido personalmente por cada cristiano, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
Así nosotros en cuanto juniors el Apóstol nos invita a relativizarlo todo, situando a Jesús en primer lugar. ¿Cuántas veces hemos considerado basura otras cosas en comparación a los juniors? Ese fin de semana de convivencia, mientras los amigos o amigas se iban de fiesta, ese campamento cuando los demás estaban disfrutando de la piscina.

EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
— «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
— «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.Jesús se incorporó y le preguntó:
— «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»
Ella contestó:
— «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo:
— «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN
El texto de hoy se sitúa dentro de la gran revelación mesiánica y la gran repulsa. Jesús se encuentra en la fiesta de las tiendas, allí discute con los de Jerusalén sobre su origen, promete el agua viva en el último día de la fiesta, después de pasar la noche en oración, en el monte de los Olivos, de madrugada se presenta en el templo y allí los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, es decir, una mujer casada manteniendo relaciones sexuales con un hombre distinto a su marido. Acerca de este pecado la legislación judía era bien clara, el Levítico y el Deuteronomio mandan condenar a muerte tanto al adúltero como a la adúltera (Lv 20,10 y Dt 22, 22-24). A Jesús le tienden una trampa: ser fiel a la Ley de Dios o ser misericordioso con los pecadores. La respuesta de Jesús muestra la profundidad de su corazón: está con contra del pecado pero no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta.

ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-
Experiencia:
Son estos días de buscar el momento adecuado para revisar la propia vida y acercarse al sacramento del perdón. Así pues, mira atrás, revisa tu historia personal desde que tienes conocimiento, tu infancia, adolescencia,... ¿Cuántas veces has engañado a Dios, a los demás, a ti mismo? ¿en cuantas ocasiones has sido infiel a la amistad de los tuyos y has traicionado su confianza? Pon nombre, recuérdalos, trae a tu memoria esos momentos. Por otra parte en tu vida has tenido personas que te han acusado públicamente. ¿Cómo te sentiste en esos momentos?
Reflexión:
Lee el texto y reflexiona acerca de él. Sitúate en el lugar de los acusadores, de la mujer, del compañero, quien momentos antes la amaba apasionadamente y ahora es incapaz de dar la cara por ella, permitiendo que maten a quien era su gran amor, mientras él salvaba la vida, de los apóstoles. Personaliza en momentos de tu vida, cuando tú acusabas, te acusaban o te salvabas de un castigo que también merecías mientras tu compañero lo sufría y callaba por no descubrirte. ¿Cómo te sentías? ¿Te has visto en una situación semejante en los últimos dos días? Después de mirarte con tu mirada y la de los demás, obsérvate con la mirada de Jesús.
Compromiso.
¿Qué le dices a Jesús?, explícale como te sientes.

Celebración:
Pídele ayuda para que te humildad para no acusar a nadie, fortaleza para defender a los que son acusados y misericordia para perdonar a quienes te acusan.


ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

EXPERIENCIA:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María y cartel.

Signo de esta semana: piedras y algodón.

Preparación: entregamos a cada uno una piedra y un poco de algodón.

Proclamación del Evangelio: leemos el Evangelio del domingo. Podemos proyectar el powerpoint de las benedictinas de Montserrat.

REFLEXIÓN:

Interiorización: tocamos la piedra, la sentimos en nuestra mano, incluso golpeamos con ella nuestra cabeza, ¿qué cualidades tiene? Seguidamente hacemos lo mismo con el algodón y nos preguntamos por sus cualidades. ¿Para qué se emplea uno y para qué el otro? ¿cuándo hemos lanzado piedras contra las personas heridas (alguien que ha cometido un pecado y bien se lo hemos reprochado o bien hemos colaborado en la crítica de su actuación)? Ante el pecado, ¿qué escoge Jesús la piedra que hiere o el algodón que cura? ¿cómo podemos curar nosotros a los que se equivocan o pecan?

COMPROMISO:

Gesto: cada uno opta por lo que desea ser y se acerca a la cruz depositando el algodón o la piedra ante Jesús, rezando en voz alta una oración de petición, p.ej.: Señor, ayúdame a saber corregir con bondad y dulzura, sin acusar al hermano.

CELEBRACIÓN:
Oración final: Padrenuestro, fijándonos en la petición, “perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición de entrada.-
El próximo domingo la misa será distinta, porque la empezaremos en la Plaza y celebraremos el Domingo de Ramos. Pero, ¿estaremos preparados? Hoy Jesús nos va a ayudar a que lo estemos, diciéndonos lo que tenemos que hacer, es decir, ser comprensivos con los que se equivocan y no estar siempre criticando a los que hacen las cosas mal.

Acto penitencial.-
A pesar de nuestros pecados, Tú siempre nos amas.
Señor, ten piedad.
Un niño presenta una hoja con una lista de pecados.

A pesar de que no somos agradecidos contigo. Tú siempre nos amas.
Cristo, ten piedad.
Un niño presenta el dibujo de un salvavidas.

A pesar de que nosotros siempre estamos contando los fallos de los demás.
Tú siempre nos amas.
Señor, ten piedad.
Una calculadora.

Monición Primera lectura.-
En esta lectura el profeta Isaías nos va a contar como Dios les dijo a los judíos que pronto volverían a su tierra.

Monición Segunda lectura.-
En esta lectura San Pablo nos va a decir que es lo más importante que hay en su vida y que hace que todo lo demás sea para él basura.

Monición evangelio.-
Hola amigos: veis ese montón de piedras que hay ahí, pues unas así eran las que llevaban en sus manos los judíos y no eran para jugar, sino para matar a una pobre muchacha. Pero afortunadamente las piedras no acabaron en su cabeza sino que se quedaron en el suelo. Estad atentos a esta historia.

Homilía.-
Tomamos como punto de partida el montón de piedras y les explicamos el evangelio. También podemos colocar debajo de cada piedra una expresión (p.ej.: ha copiado en el examen, me ha pegado, ha suspendido, no sabe hablar, es el más vago de la clase,...). Otra posibilidad es servirse del gesto de la oración y preguntarles como se puede ayudar a una persona que está herida, con piedras o con algodón, relacionándolo con el evangelio.

Peticiones.-
Por el Papa y los Obispos. Roguemos al Señor.
Por las personas que se equivocan, para que les ayudemos a cambiar Roguemos al Señor.
Por los niños que están solos en el patio porque nadie quiere jugar con ellos. Roguemos al Señor.
Por las personas que han venido a nuestro pueblo y no son aceptadas por ser de otro país. Roguemos al Señor.
Por los maestros y catequistas que tienen la tarea de enseñarnos a respetar a los demás. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas que vamos a recibir a Jesús. Roguemos al Señor.
Por nosotros, para que no seamos tan criticones. Roguemos al Señor.


Ofrendas.-
Jesús te ofrecemos estas flores de melocotonero que han brotado de las ramas secas.
Jesús te ofrecemos aceite que significa nuestro deseo de curar a los que se equivocan.
Jesús te ofrecemos el pan y el vino.

Oración final.-
Jesús,
Gracias por mostrarnos
que no somos mejores
que los niños que no van a misa
ni más buenos
que los que son de otros países.
Gracias por pedirnos
que no echemos piedras
contra los niños que se equivocan,
que no los critiquemos
ni les insultemos.
Gracias porque nos amas
y no quieres hacernos daño
ni a nosotros
ni a los que se portan mal contigo.

ORACIÓN


VIA CRUCIS JUNIOR: COMPROMETIDOS COMO SAN JOSÉ CON LA FAMILIA

Primera estación: Jesús condenado a muerte
Del evangelio de San Mateo:
Una vez despertó del sueño, José, hizo lo que le había mandado (Mt 1,24)
José fue obediente al Señor y acogió a María y en ella compartió el destino del Hijo de sus entrañas: no ser aceptado por los suyos.
También hoy hay familias que rechazan a sus hijos, no les dejan nacer, ellos no tienen cabida en su hogar y son asesinados antes de ver la luz. En esta estación decimos sí a estos inocentes.
Los juniors creemos en la familia y en la vida, aunque ello conlleve no ser comprendidos por la sociedad y condenados al insulto y el desprecio.

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas
Del evangelio de San Mateo:
Tomó consigo a su mujer (Mt 1, 24).
Amar es siempre aceptar a la otra persona tal como es, con su misterio, su libertad, su historia y trazar la propia vida con la otra persona, pensando más en el ser amado que en uno mismo. José dijo sí a María, la acogió y cargó con la cruz de negarse a sí mismo para que Cristo fuera la protagonista de su vida.
Amar es cargar con el yugo suave del amor, fundar una familia es asumir el peso de caminar no según la propia voluntad, sino con la persona amada.
Los juniors creemos en el amor auténtico, el que brota de la negación de ambos para crear un espacio donde no existe el tú y el yo, sino el nosotros.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
Del evangelio de san Mateo:
Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado (Mt 1,19).
Fue el primer momento de duda, terrible en toda relación de pareja. José vivió la oscuridad, cayó en la desolación y la repudió. Pero Dios salió a su encuentro, transformó la duda en fe y se levantó.
El amor es luz, pero también oscuridad, es fiarse de la persona amada con la única certeza de la fe en la otra persona.
Los juniors creemos en la capacidad humana para superar todo obstáculo, sabemos que en la duda, el temor y cuanto interfiere en las relaciones humanas, Dios está tendiéndonos la mano, ayudándonos a superarla.

Cuarta estación: Jesús encuentra a su santísima Madre
Del evangelio de San Mateo:
Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16)
José experimentó a lo largo de su vida la cruz, pero en esa cruz nunca estuvo sólo, contó con la ayuda de María, su esposa, ella fue aliento y fortaleza.
En los momentos de enfermedad, cansancio, en los miedos y las incertidumbres la persona amada es la luz que ilumina, la compañía en el camino de la cruz.
Los juniors creemos en María, la Mujer que es aliento en la vida, rezar y contemplar a María constituye un medio idóneo para no desfallecer en nuestro compromiso por la familia y la vida.

Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
Del evangelio de San Mateo:
El se preparó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto (Mt 2, 14).
Al marchar los Magos comenzó de nuevo el via crucis para María y Jesús, pero no estaban solos, José fue el cireneo que les ayudó a cargar con la cruz de la persecución.
El hombre está ahí, es el esposo, el padre, el que acompaña, aconseja, protege a la familia.
Y nosotros como José estamos llamados a acompañar a aquellas familias que huyen de la violencia, el hambre, la falta de futuro en los países del Sur.

Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús
Del evangelista San Lucas:
Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre (Lc 2,7).
José fue el primero en limpiar el rostro del Hijo de Dios, en aquella cueva reconoció en el hombre que no tenía cabida entre los suyos al Mesías esperado por los suyos.
Y Dios entrega sus hijos, nosotros, a los padres, ellos tienen la tarea de cuidar de las frágiles criaturas, lavar su rostro, salir de la comodidad para servir a sus hijos.
Y ellos durante unos días nos encomiendan la tarea de cuidar de sus hijos, la misión del educador es ser el padre y la madre que cuida del junior, desviviéndose por los niños.


Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Del evangelista San Lucas:
No tenían sitio en la posada (Lc 2, 7).
¡Cuántas preguntas pasarían por la mente de José en aquella noche! El Hijo de David y sin embargo no tenía lugar en la ciudad de su padre David, naciendo en condiciones penosas. No fue fácil asumir la lógica de Dios que vino a ser el último de todos, sin mas trono que un pesebre y una cruz.
También es difícil ser cristiano hoy. Queremos tronos, gloria, prestigio social y sin embargo nuestro camino es la cruz, la familia cristiana lo será si asume la lógica del evangelio, si busca servir a la sociedad, asumiendo no tener cabida en ella.
Y nosotros, los juniors, ¿estamos dispuestos a ser la familia de Jesús, la que no tiene cabida en los pueblos y hace presente a Jesús en la pobreza de medios?

Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Del evangelio de San Mateo:
Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen (Mt 2,18).
José acompaña este llanto, el llanto de María temiendo la muerte de su Hijo, de tantas mujeres que lloran la muerte por hambre, enfermedad, violencia de sus hijos.
Es en el hogar donde se comparten las penas, allí el dolor de la madre encuentra eco en el dolor del padre, el matrimonio sufre, llora y se consuela, pues sólo el marido puede comprender en su profundidad el dolor de la esposa que ha perdido el hijo que le dió el esposo.
Ante el dolor sólo cabe silencio y presencia, esa es nuestra tarea como educadores, acompañar con nuestra oración, presencia y palabra, breve y significativa, a quienes en el centro lloran la muerte de un ser querido.

Novena estación: Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio (Lc 2, 50).
No comprendió a Cristo, no entendió que su lugar no era permanecer en el hogar de Nazaret, sino después de tres días de ausencia marchar a la Casa del Padre.
Uno de los mayores sufrimientos de un padre y una madre, no comprender al hijo en determinados momentos. Asumir que, aun siendo de la misma carne y sangre, es otro, con su propia personalidad, un ser llamado a recorrer un camino distinto al de los padres.
Y nuestra tarea como educadores es ayudarles con ellos a descubrir este camino, el que Dios ha trazado para ellos.

Décima estación: Desnudan a Jesús, y le dan de beber hiel.
Del evangelista san Lucas:
Y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre (Lc 2, 16).
En la fragilidad del Dios que ha venido a hacerse hombre, en la pequeñez de un niño José le reconoció. Años más tarde Juan el evangelista reconocerá al Mesías en el crucificado. Así es nuestro Dios, despojado de su grandeza y omnipotencia.
Es en los hijos más frágiles en los que los padres más desbordan su amor: el hijo con sindrome down, parálisis cerebral, malformaciones, enfermo,... despojado de la salud, pero con una dignidad y capacidad de amor que llena el corazón del padre y de la madre, sacrificando su vida por el hijo más necesitado.
Y nosotros acogemos a estas criaturas: ¡son tantos los ejemplos de monitores y monitores que se entregan al cuidado de los niños enfermos en un campamento, de aquellos que necesitan tener siempre cerca una persona que cuide de ellos!

Undécima estación: Jesús clavado en la cruz
Del evangelista S. Lucas:
Este está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción (Lc 2,34).
José escucha las palabras del anciano Simeón, lo ha comprendido desde el primer momento, el Hijo que presenta en el templo será un día clavado en la cruz y él lo acoge, comparte su destino.
También hoy muchos padres asumen el destino de sus hijos y aceptan que ellos renuncien al matrimonio para entregarse a los demás en la vida sacerdotal o religiosa, siendo signo de contradicción, incomprendidos por los suyos.
No tengamos miedo a vivir nuestra vocación, pues si realmente somos juniors hemos de compartir el destino de Cristo, ser clavados en la cruz de la murmuración, el desprecio, la crítica, la burla.

Duodécima estación: Jesús muere en la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes.
José vivió siempre con esta luz, su vida fue iluminada por Cristo en la pobreza de Belén, en la clandestinidad de Egipto, en la cotidianeidad de Nazaret, en la obediencia de Jesús a quien consideró su padre.
También nosotros descubrimos en nuestros padres la presencia de Dios, ellos, con su entrega, su sacrificio, sus consejos, su testimonio de vida, su fe, su amor entre ellos y a nosotros, su morir a sí mismos fueron luz para nosotros.
¿Y nosotros, educadores, muriendo a nuestros valores para que Cristo viva, somos luz para los niños que la Iglesia nos encomienda?

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su santísima Madre
Del evangelio de San Lucas:
¡A ti misma una espada te atravesará el alma! (Lc 2, 35).
José escucha y acompaña a María, sabe que el hijo además de alegría traerá consigo sufrimiento y dolor y él permanece en silencio, escuchando, meditando, al lado de su esposa, María.
El esposo es siempre la persona en quien la esposa se apoya, el compañero con quien camina, el confidente que escucha, el paño que enjuga las lágrimas, el amigo en quien confía la madre.
Muchas son las personas que sufren, nuestra labor es estar ahí, al pie de la cruz con ellas, con esa madre que nos cuenta los problemas que tiene con el hijo, con ese padre que está acompañando al hijo en el hospital.

Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro
Del evangelio de San Mateo:
Tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel (Mt 2,20).
La entrada en Israel desde Egipto evoca la entrada del pueblo capitaneado por Josue en la Tierra Prometida y anuncia la entrada de la Iglesia, guiada por Cristo en la Vida Eterna, la resurrección. Y aquella noche José con todos los que habían muerto, quien creyó y esperó, alcanzó la resurrección obtenida por Cristo.
Es el mayor ejemplo de vida, esos padres que entran en el río de la muerte, tomados de la mano de Jesús. A José se le invoca como abogado de la buena muerte, él ayuda a morir en la paz de los justos, los que esperan tras la muerte la vida.
Los juniors sabemos cuál es la meta del camino que Jesús nos marca, José con su vida nos enseña este camino: morir a sí mismo para que Cristo viva en nosotros y nosotros vivamos en Cristo, en esta vida y en la que Él nos ha obtenido con su muerte y resurrección.

Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz nos redimiste.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo.