sábado, 10 de julio de 2010

Nº 49. 11 de Julio de 2010

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 10-14


Moisés habló al pueblo, diciendo:
— «Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: “¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”; ni está más allá del mar, no vale decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?”
El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.»

Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
El libro de la Segunda Ley o Deuteronomio constituye el testamento de Moisés. Siguiendo el esquema de la Biblia de Jerusalén, el fragmento se encuadra dentro del tercer discurso, en los discursos de conclusión de Moisés, en él ofrece las bendiciones y maldiciones, desde la clave del cumplimiento o inclumplimiento de la Alianza.
Dios y su pueblo han establecido un pacto, la Alianza. Si el pueblo no cumple las prescripciones recibirá de Dios el castigo. El fundamento para cumplir la ley no se encuentra en un mandato frío y externo, sino en la experiencia que Israel ha vivido: la destrucción de sus opresores egipcios y los cuarenta años de amor por el desierto. El pueblo ha experimentado la predilección de Dios por ellos y por tanto está llamado a responder con amor a quien tanto le ama. También nosotros podemos con los israelitas recordar lo que Dios a través de Jesús ha realizado, su muerte y resurrección salvadora y nuestro bautismo, cuando fuimos liberados del pecado y los años vividos, en los que como Israel experimentamos la presencia y protección de Dios.
Por otra parte el mandato de Dios queda muy bien asentado en este fragmento. No es una ley externa ni imposible de cumplir. La ley de Moisés concreta aquello que anida en nuestro corazón. Su cumplimiento no es para satisfacer a un Señor, sino para satisfacer las aspiraciones más hondas de nuestro corazón. Cuando nos volvemos a Dios brota en nosotros un cambio de mentalidad, nos hace dejar de pensar en nosotros mismos para pensar en los demás. Y surge la pregunta, ¿cómo? busquemos en el corazón e iluminémoslo con la Palabra de Dios, pues el mandamiento está muy cerca de nosotros.
SALMO RESPONSORIAL. Sal 68, 14 y 17. 30-31. 33-34. 36ab y 37 (R/.: cf. 33)

R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

Mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R/.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.

MEDITACIÓN
Con Israel: el salmo nos presenta la súplica confiada de un hombre que por causa de Dios sufre. Sus rasgos son la de un humilde y pobre malherido que espera en Dios y sabe que él no va a fallarle, pues es apoyo y fuerza, presencia que acompaña al herido.
Con Jesús: es la oración de Jesús en la cruz. Cuando la muerte era la única salida que tenía Cristo él confió en el Padre, sabiendo que es quien escucha, salva y levanta. Este salmo podemos colocarlo en los labios del herido de la parábola del Buen Samaritano, la oración de quien espera en Dios y Él responde a través de este personaje.
Con nuestro tiempo: hoy también hay hombres y mujeres que sufren la pobreza y la violencia, las tragedias fruto de la guerra y las catástrofes naturales. Cada noche en los cayucos, los burdeles, las cárceles, los campos de refugiados, los campamentos de secuestrados, los hospitales,... hay hombres y mujeres que contra toda razón, siguiendo a su corazón esperan en Dios y oran.
Con los juniors: ¿y ante el dolor como responde Dios? De muchas maneras, entre otras a través de los juniors, nosotros estamos llamados a ser la respuesta del Padre a sus humildes y cautivos. La campaña de este año ha tenido un lema, ¿se ha hecho realidad en nuestro barrio o pueblo? ¿hemos llenado de alegría y esperanza la vida de quienes cerca de nosotros sufren?
Carlos G. Vallés. Busco tu Rostro. Sal Terrae.

LA CARGA DE LA VIDA
«Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello».
Estoy cansado de la vida. Estoy harto del triste negocio del vivir. No le veo sentido a la vida; no veo por qué he de seguir viviendo cuando no hay por qué ni para qué vivir. Ya me he engañado bastante a mí mismo con falsas esperanzas y sueños fugaces. Nada es verdad, nada resulta, nada funciona. Bien sabes que lo he intentado toda mi vida, he tenido paciencia, he esperado contra toda esperanza... y no he conseguido nada. A veces había algún destello, y yo me decía a mí mismo que sí, más tarde, algún día, en alguna ocasión, se haría por fin la luz y se aclararía todo y yo vería el camino y llegaría a la meta. Pero nunca se hizo la luz. Por fin, he tenido que ser honrado conmigo mismo y admitir que todo eso eran cuentos de hadas, y seguí en la oscuridad como siempre lo había estado. Estoy de vuelta de todo. He tocado fondo. Estoy harto de vivir. Déjame marchar, Señor.
«Me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente. Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos».
Siento el peso de mi fracaso, pero, si me permites decirlo, lo que de veras me oprime y me abruma es el peso de tu propio fracaso, Señor. Sí, tu fracaso. Porque, si la vida humana es un fracaso, tú eres quien la hiciste, y tuya es la responsabilidad si no funciona. Mientras sólo se trataba de mi propia pena, yo me refugiaba en el pensamiento de que no importaba mi sufrimiento con tal de que tu gloria estuviera a salvo. Pero ahora veo que tu gloria está íntimamente ligada a mi felicidad, y es tu prestigio el que queda empañado cuando mi vida se ennegrece. ¿Cómo puede permanecer sin mancha tu nombre cuando yo, que soy tu siervo, me hundo en el fango?
«Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí».
Por ti y por mí, Señor, por tu honra y por la mía, no permitas que mi alma perezca en la desesperación. Levántame, dame luz, dame fuerzas para soportar la vida, ya que no para entenderla. Sálvame por la gloria de tu nombre.
«Arráncame del cieno, que no me hunda, líbrame de las aguas sin fondo. Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino, que no se cierre la poza sobre mí».
No pido más que un destello, un rayo de luz, una ventana en la oscuridad que me rodea. Un relámpago de esperanza en la noche del desaliento. Un recordarme que tú estás aquí y el mundo está en tus manos y todo saldrá bien. Que se abran las nubes, aunque sólo sea un instante, para que yo pueda ver un jirón de azul y asegurarme de que el cielo existe y el camino queda abierto a la ilusión y a la esperanza. Hazme sentir la gloria de tu poder en el alivio de mi impotencia.
«Yo soy un pobre malherido, Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias».
¡Señor!, reconcíliame de nuevo con la vida.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 15-20

Cristo Jesús es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo,
y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo:
de la Iglesia.

Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios.
MEDITACIÓN:
La carta a los Colosenses tiene una primera parte doctrinal en la que destaca este himno sobre Jesús, ofreciéndonos así un retrato de Él, completando la respuesta de Pedro a Jesús sobre quién es.
Y el Apóstol nos ofrece tres respuestas:
Cristo es el Creador: por tanto todo cuanto contemplamos ha sido realizado por Él y no sólo crea sino que repara la creación.
Cristo es el Redentor y su redención la realiza a través de la Iglesia.
Cristo es el que lo ha reconciliado todo.








EVANGELIO

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
— «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»

Él le dijo:
«Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó:
— «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo:
«Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse. preguntó a Jesús:
— «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo:
— «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:
“Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.” ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayo en manos de los bandidos?»
Él contestó:
— «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús:
— «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor.



MEDITACIÓN
La primera parte del evangelio responde a la pregunta del letrado, sobre la vida eterna. En Daniel 12, 2 se afirma la inmortalidad del alma, despertando tras la muerte, dividiéndolo en dos grupos: los que despertarán para la vida eterna y los que despertarán para el oprobio. El letrado desde esta concepción pregunta, pues quiera saber el camino para pertenecer al grupo de los salvados
Jesús responde combinando dos textos del Antiguo Testamento: el Shemá (Deuteronomio 6, 5) o palabras que un judío debía recitar cada día dos veces y por el que recuerda su obligación de amar a Dios con toda su persona y el amor al prójimo de Levítico 19, 18. Ambos forman parte de la Ley. Es inseparable el amor a Dios y a los demás.
En la segunda parte ante la pregunta del jurista Jesús responde con la parábola del buen samaritano. Ésta se sitúa en el desierto, en un camino que pasa entre dos montañas a la manera de un desfiladero, plagado de cuevas donde los bandidos se refugiaban.
El viajero se traslada desde Jerusalén a Jericó, una localidad situada a 16 km al norte de mar Muerto, la primera conquistada por Josué y posteriormente regalada por Marco Antonio a Cleopatra. En el camino es asaltado por unos bandidos, quienes lo dejan entre la vida y la muerte.
El primero que pasa por allí es un sacerdote, de los que tenían su residencia en Jericó. Éste bajaba, es decir, venía de estar en la presencia divina, el culto debiera llevarle a practicar la misericordia con el hermano. Sin embargo, he aquí el drama y la gran contradicción.
El segundo es un levita, es decir, una persona que tenía como misión ocuparse de las tareas menores del templo. A pesar de servir al templo, su corazón está cerrado al hermano.
Pero como contrapunto aparece un samaritano, es decir, una persona pecadora y excluida del culto de Jerusalén. Éste toma vino y aceite, el primero servía para desinfectar y el segundo para mitigar el dolor, curado el herido lo lleva sobre su cabalgadura a la posada y allí deja dinero para que le cuiden.
Finalmente Jesús pregunta, el jurista responde y el Maestro concluye con una respuesta clara: haz tú lo mismo.








LOS SANTOS PADRES
Toda la enseñanza del Señor se sostiene, como con dos alas, mediante los dos preceptos: con el amor a Dios y con el amor ahcia los hombres.
Efrén de Nisibi.

Hay quienes creen que su prójimo es su hermano o su vecino o su pariente político o carnal.Pero en el Evangelio el Señor nos enseña una parábola en la que se nos habla de aquel hombre que descendía desde Jerusalen a Jericó... Por tanto, todo hombre es nuestro prójimo y no debemos obrar mal contra nadie. Mas si consideramos como prójimos sólo a nuestros hermanos y parientes, ¿nos es lícito el hacer mal a los extraños? Lejos de nuestra mente dicha idea. Todos somos prójimos mutuamente, pues todos tenemos un único y mismo Padre.
Jerónimo.

En efecto, Jericó es figura de este mundo, a donde descendió Adán arrojado del paraíso, es decir, de aquella Jerusalén celeste, por su prevaricadora caída, pasando de la vida a la muerte. Tan pronto como se lanzó a los pecados de este mundo, cayó en manos de los ladrones. ¿Quiénes son estos ladrones sino los ángeles de la noche y de las tinieblas?
Ambrosio.

El hombre que descendía era Adán, Jerusalén el paraíso, Jericó el mundo, los ladrones las fuerzas enemigas, el sacerdote la ley, el levita los profetas y el samaritano Cristo. Las heridas son la desobediencia, la cabalgadura el cuerpo del Señor, el pandochium, es decir el albargue abierto a todos los que desean entrar simboliza a la Iglesia, los dos denarios representan al Padre y al Hijo, el posadero es el jefe de la Iglesia encargado de la administración; respecto a la promesa hecha por el samaritano que volvería, representa la segunda venida del Salvador.
Orígenes

Medicamento es su palabra; ésta unas vees, venda las heridas; otras sirve de aceite, y otras actúa como vino.
Ambrosio.






ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.

Experiencia:
¿Cómo me encuentro ahora? Miro en mi interior, mi estado de ánimo, lo que me asusta, mis dudas de fe, mis cansancios y desilusiones. En numerosas ocasiones soy como este caminante, abandono a Dios buscando la felicidad en el mundo, en todo lo que no es Dios. Pero en el camino experimento el abatimiento. Caen sobre mí la tristeza y el vacío.
Reflexión.-
Jesús se acerca a mí. Él es el buen samaritano que baja para ayudarme. Leo el texto y siento su cercanía. Él se abraza a mis heridas, carga sobre sí mis pecados. A veces tengo vergüenza de no ser un santo, de verme en pecado, cayendo día sí y día también. Y sin embargo Él ha diferencia del sacerdote y levita no huye de mí, no me ve como alguien que no merece vivir. Jesús baja de su cabalgadura, me cura con el aceite de la Palabra y los sacramentos y me lleva sobre sí.
Compromiso.-
Siente la cercanía de Cristo. Él se abraza a ti, a tu cruz.
Celebración:
Dale gracias por lo que ha hecho por ti, por lo que sientes en estos momentos.
















Oración.

ORACIÓN DEL BUEN SAMARITANO

Señor, no quiero pasar de lejos
ante el hombre herido en el camino de la vida.
Quiero acercarme
y contagiarme de tu compasión
para expresar tu ternura,
para ofrecer el aceite que cura heridas,
el vino que recrea y enamora.

Tú, Jesús, buen samaritano,
acercate a mí,
como hiciste siempre.
Ven a mí para introducirme en la posada de tu corazón.
acercate a mí,
herido por las flechas de la vida,
por el dolor de tantos hermanos,
por los misiles de la guerra,
por la violencia de los poderosos.

Sí, acercate a mí,
buen samaritano;
llévame en tus hombros, pues soy oveja perdida;
carga con todas mis caídas,
ayudame en todas mis tribulaciones,
hazte presente en todas mis horas bajas.

Ven, buen samaritano,
y hazme a mí tener tus mismos sentimientos,
para no dar nunca ningún rodeo
ante el hermano que sufre,
sino hacerme compañero de sus caminos,
amigo de tus soledades,
cercano a tus dolencias,
para ser, como Tú, "ilimitadamente bueno"
y pasar por el mundo "haciendo el bien"
y "curando las dolencias"
Amén.

http://www.archicompostela.org/psalud/contenidos/oracion_01.htm




GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición de entrada:
Queridos hermanos:
Vamos a comenzar la misa, en ella sentiremos como Jesús se acerca a nosotros para curarnos con el aceite de su Palabra y el vino del pan. Pero tenemos un peligro, que la misa no entre en nuestro corazón, que sea un paréntesis en nuestra vida. ¿Y cómo saber si nos pasa esto? Es muy sencillo, si cuando salimos de misa y vemos a alguien que nos necesita hacemos lo mismo que hizo el sacerdote de la parábola, damos un rodeo. Entonces no habremos vivido la misa y ésta habrá sido un rito falso.

Señor, ten piedad.
Dice el refrán: ojos que no ven, corazón que no siente. Por las veces que cerramos nuestros ojos a los que sufre. Señor, ten piedad.
Nos dicen: piensa en ti y olvídate de los demás. Por las veces que nos olvidamos de los que sufren. Cristo, ten piedad.
Escuchamos: hacer el bien es de tontos. Por las veces que damos excusas para no ayudar. Señor, ten piedad.

Monición a las lecturas.-
Hoy Moisés nos va a pedir que obedezcamos a Dios, pues en nuestro corazón hay sentimientos que nos mueven a ello, mientras san Pablo nos recordará que Jesús es quien lo ha hecho todo.


Monición evangelio.-
Hola: ahora me veis bien, porque ya me he curado. Pero que mal lo pasé. Fue un día que iba caminando por un peligroso desfiladero. De repente unos bandidos me asaltaron y me dejaron medio muerto. Menos mal que pasaron por allí un sacerdote, un levita y un samaritano. ¿Adivináis quien me ayudó?

Homilía.-

Peticiones.-

Por la Iglesia, para que sea siempre escuela de amor. Roguemos al Señor.

Por las personas que no son queridas, para que encuentren personas que las quieran. Roguemos al Señor.

Por los que se dedican a curar a los enfermos, para que vean en ellos el rostro de Jesús. Roguemos al Señor.

Por aquellas personas que se dedican a acoger y ofrecer ayuda a las víctimas de la crisis, para que Dios les premie y ayude en esta tarea. Roguemos al Señor.

Por el campamento que comenzarán los juniors esta semana, para que se lo pasen muy bien y allí se encuentre con Jesús. Roguemos al Señor.

Por nosotros, para que la misa nos ayude a ver a Jesús en los demás. Roguemos al Señor.





Ofrendas.-
Te ofrecemos el aceite con el que el samaritano curó al herido.
Te ofrecemos el vino con el tú nos alimentas y cuidas.
Te ofrecemos el pan que nos ayuda en la vida.

Oración:
Jesús,
te pedimos que ayudes al Papa
para que sea valiente y fiel pastor
que escuche lo que el Espíritu Santo
le habla a su corazón.
Que los obispos estén a su lado
con la oración y consejo.
Que los sacerdotes
le quieran con gran cariño
y sean dóciles a sus enseñanzas.
Que todos le queramos
y recemos por él todos los días.

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